Hay voces que ya lo dan por hecho y nadie que lo desmienta. A mediados de la temporada pasada, conocida ya por Dorna la decisión de Honda de abandonar la producción del tetracilíndrico de 600 cc. debido a la falta de interés comercial en remozar la casi venerable CBR 600 -desinterés que parece además compartido en estos momentos por otros fabricantes japoneses, excepción hecha de Yamaha (ver la nueva R6 2017)-, Triumph sería una perfecta candidata a responsable de motorizar todas las máquinas de Moto2.

La gama de motos deportivas Triumph obtendría una inmejorable promoción en Moto2
Durante el pasado Gran Premio de Gran Bretaña parece ser que hubo reuniones en las que se alcanzó un buen grado de entendimiento entre los responsables del Mundial de MotoGP y los representantes de la firma británica. Triumph cuenta con una gama de motos deportivas que poner en valor, a la que le vendría muy bien el tirón mediático de estar de alguna manera en el Mundial, y la pasión británica por las motos deportivas es de sobra conocida pero a su industria hace tiempo que se le marchitaron los laureles de otros tiempos.

3 cilindros, 750 cc y 160 CV

La opción además contaría con el aliciente de un cambio de configuración, puesto que los motores proporcionados por Triumph serian de tres cilindros en vez de cuatro y probablemente formarían parte de una nueva generación, inédita todavía, que aumentará su cilindrada de 675 a 750 cc. y cuya potencia llegará al entorno de los 160 CV. Con estos nuevos motores las futuras Moto2 deberían ser más rápidas que las actuales y además darían un paso al frente en tecnología para ponerse al día tras seis años de continuidad mecánica.

Dorna ha tenido otras opciones aparte de Triumph -se habló de la financieramente maltrecha MV Agusta- pero pocos fabricantes de motores deportivos de media cilindrada pueden tener más interés y ofrecer al mismo tiempo tantas garantías de solvencia como la casa de Hinckley. De confirmarse el acuerdo, la llegada de los tricilíndricos británicos a las parrillas de Moto2 no se produciría seguramente hasta la temporada 2019, dando así tiempo a los equipos para desarrollar motos adaptadas a los nuevos propulsores.