En 2014 la marca japonesa decidió actualizar su deportiva de 125 cc, dotándola de una suspensión mejorada y unos frenos de mayor calidad, algo de lo un año después se benefició su versión naked, nuestra protagonista que deriva directamente de la YZF-R125.

Se trata de una pequeña pero matona Master of Torque (significado de las siglas “MT”) a escala que defiende el prestigio de Yamaha en el segmento premium de las naked de 125 cc. Y es que bajo una filosofía y estilo heredados de las MT-07 y MT-09, la MT-125 se presenta como una opción despamanante para los que buscan una 125 potente y capaz de trasmitir sensaciones deportivas.

Su personalidad estética es fuerte gracias al inconfundible faro delantero, las prominentes aletas que sirven para favorecer la refrigeración del radiador, y remata con una trasera limpia y elevada de original aspecto en cuya parte interna se ancla un largo y deportivo portamatículas, así como una discreta óptica de diodos LED.

Es una moto con suspensiones, frenos y bastidor muy por encima de lo que necesita el motor que aunque puntero en su categoría, solo tiene los 15 CV máximos por ley. Pero Yamaha lo sobre dimensiona todo para presentar una formidable planta que bien podría corresponder a una moto de mayor cilindrada.

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Rápida y deportiva


El motor Minarelli no lo ha acogido sin más entre las vigas de su recio chasis de acero, sino que previamente ha pasado por manos de los ingenieros que modificando un buen número de componentes internos han logrado un ligero incremento de la cifra de par mejorando así el rendimiento a bajos regímenes y a la vez reduciendo el consumo en torno a un 10%.

De éste modo ofrece un comportamiento alegre, con facilidad para subir de vueltas y escalar hasta las 10.000 rpm o incluso más, aprovechando un acertado escalonamiento de las marchas capaz de impulsarnos a una velocidad punta de casi 120 km/h. Todo ello sin mostrar vibraciones de más y aprovechando el buen funcionamiento del cambio de marchas, preciso, suave y sin grandes saltos entre las marchas; una luz blanca parpadeante en la parte superior de la instrumentación indica el momento para cambiar de marchas sin llegar al corte de encendido.

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La zona buena del tacómetro comienza en torno a las 7.000 rpm, momento en el que podemos sentir el empuje del pequeño pero temperamental monocilíndrico que tanto juego da en cuidad y alrededores, arrojando un consumo que durante la prueba osciló entre los 3,5-4l/100km. Incluso con dos ocupantes no acusaremos mucha pérdida de fuerza porque el motor tiene genio para responder, aunque la nota negativa la pone el puesto de conducción para pasajero debido a la ausencia de algo donde poder agarrarse. Es una lástima porque limita el ir acompañados disponiendo de una ergonomía cómoda aunque con un asiento un poco exiguo y duro. 

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En marcha se muestra rápida y ligera, gracias a sus 126 kg declarados aunque sin contabilizar el depósito de combustible de 11 litros a tope. Aún así es una buena cifra si la comparamos con una rival directa, la KTM Duke 125 que declara 118 kg para la misma cifra de potencia. Como decimos los movimiento son fluidos y el piloto experimenta con agrado la facilidad y rapidez con la que la MT-125 obedece a nuestras órdenes en todo momento.

Las suspensiones y los frenos tienen un rendimiento por encima de lo necesario en una moto de 125 cc. La horquilla invertida da una tremenda solidez pero limita un poco los movimientos a muy baja velocidad o en parado debido a que hacen tope con el manillar antes de lo que lo haría una de esquema convencional.

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Y la pinza delantera de freno de anclaje radial es todo un lujo aunque lo cierto es que no destaca por ofrecer un tacto modulable; hay potencia de sobra pero se administra con muy poquito recorrido y con un tacto algo duro. No dispone de ABS y de momento se va a ofrecer otra variante aunque si está en los planes de Yamaha hacerlo en un futuro cercano.

En positivo

  • Motor y parte ciclo
  • Prestaciones y consumo
  • Equipamiento y diseño

En negativo

  • Sin ABS opcional
  • Asideras pasajero
  • Asiento duro

La posición de conducción es confortable al ser erguida gracias a su vistoso manillar ancho y alto aunque pasado un buen rato sobre la MT-125, la dureza del asiento se hace notar, sin llegar a incomodarnos pero invitándonos claramente a tomarnos una horchata si hace buen día para relajar el trasero. Tampoco la altura del asiento deja encaramarse a él con facilidad si eres más bien bajito como yo (1,67 m). Está situado a 810 mm, una altura que no es excesiva pero como decimos si un pelín elevada para los de menor estatura.
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El tacto de todo, junto a los materiales y acabados es verdaderamente bueno y no admite tacha. Todo se ha tratado con mimo para lograr ésa sensación de calidad que un producto de su precio debe tener. Y una buena prueba de ello es la instrumentación totalmente digital, muy vistosa y que encaja a la perfección con la filosofía de la moto. Además es bastante completa, con un pequeño ordenador de a bordo incluso que nos saca promedios de consumo, de velocidad y hasta consumo instantáneo. Estos parámetros se manejan de forma muy sencilla y segura ya que pulsando el gatillo de “info” en la piña derecha vamos viendo estos datos sin necesidad de soltar la mano del manillar.

Unos neumáticos de calidad que en seco dan una confianza tremenda son otra prueba de la apuesta de Yamaha para ofrecer la mejor naked 125 del mercado. La pega es el precio pues está completamente acorde con todo este despliegue de medios: 4.349 € la sitúan en la cúspide de las tarifas en motos de su estilo pero bien es cierto que ninguna ofrece la calidad de la MT-125.