Fotos: Carolina F. Varela

No es lo mismo poner en el culo en una moto neo-retro que montarse en una máquina cuyas sensaciones te transportan a otra época, y esa es la gran diferencia entre una Royal Enfield y el resto de los modelos retrospectivas del mercado.

Y es que los esfuerzos de la marca radicada en la India se destinan más a preservar su auténtico carácter de motos clásicas que a dotarlas de avances técnicos que las desvirtuarían en este sentido.

Ese es el secreto de su pervivencia hasta nuestros días, despachando la mayor parte de la producción en su gigantesco mercado doméstico pero también contando con una excelente reputación a nivel mundial que desean reforzar en los próximos años para incrementar sus ventas en los cinco continentes.

De hecho, Royal Enfield ha abierto recientemente su primer concesionario oficial en Madrid y no va a ser el último en España. Además ha rebajado sustancialmente las tarifas y cuenta con un importador de garantías como es el grupo valenciano ONEX, que entre otras marcas gestiona Ducati Ibérica.

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Teníamos muchas ganas de subirnos a esta “verdadera” café racer que con 29 CV de potencia nos acerca a las motos en las que se inspira; máquinas de mediados del siglo pasado preparadas por su propietarios para divertirse en carreras espontáneas y piques callejeros.

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Por eso la Continental hace que uno se sienta especial. No solo por el hecho de atrapar miradas en cada semáforo sino por ir montado en una moto con “alma”, algo de lo que las modernas imitaciones de café racer carecen en su mayoría, por mucho que lo intenten.

Para arrancarla disponemos de botón pero también se puede hacer a patada y cuando lo probamos arrancó sin ninguna dificultad. Una vez que su monocilíndrico cobra vida también conviene cebarlo con un poquito de aire procedente del starter manual, otro elemento cada vez más en desuso que Royal Enfield mantiene en la moto más avanzada de su catálogo.

Porque hasta ahora estamos ante su moto más actual, no sólo porque su motor cubica algo más y ofrece un poco más de potencia sino porque además incorpora unas suspensiones resultonas y vistosas en la parte trasera firmadas por Paioli, así como frenos confiados a una pinza delantera Brembo. Sus neumáticos Pirelli son otro acertado ingrediente que garantiza un buen agarre cuando le busquemos las cosquillas.

Todo esto hace que transmita clasicismo con un marcado toque deportivo que rematan sus semimanillares y unos preciosos escapes estilo megáfono que le dan una acústica en armonía con el resto de la moto. Y no olvidemos su nuevo chasis de doble cuna para cuyo desarrollo contaron con la colaboración de la compañía inglesa Harris Performance, con la que se ha establecido un vínculo empresarial para el desarrollo de nuevos modelos durante los próximos años.

 

 

 

 

                                     

                                       Así que una vez arrancada llega el momento de engranar la primera de las cinco marchas de su caja de cambios, que funciona de forma suave aunque para engranar segunda obliga a emplearnos a fondo con el pie, revelando un tacto algo tosco muy apropiado para una moto de carácter clásico.

Esta rudeza general y las vibraciones procedentes del motor resultan imprescindibles en su personalidad y son parte fundamental de su atractivo; si te gustan las motos suaves como la seda Royal Enfield no es tu marca. Pero entonces ya lo sabes, no te gustan las motos clásicas.

Los primeros kilómetros profundizan aún más en su filosofía demandando una conducción diferente, con una dirección marcada por la llanta de 18 pulgadas que no le impide desarrollar unos movimientos ágiles a la hora de sortear coches en ciudad o realizar cambios de dirección en curvas. El motor se muestra muy dócil pero agradable y es quizás lo más amistoso durante los primeros kilómetros.

El tacto de los frenos no es precisamente exquisito, algo a lo que también te habitúas tras el periodo inicial de adaptación en el que te das cuenta de que aquí el disco trasero sí tiene una verdadera utilidad y es conveniente servirnos de él en las frenadas.

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Con el paso de los kilómetros vas intimando, cogiéndole el gustillo y hasta cariño porque se revela como una moto agradable, con una posición de conducción cómoda dado que los semi-manillares no están ubicados muy abajo. Por contra las estriberas si están algo más elevadas de lo normal para lograr ése matiz deportivo y cargan un poco las muñecas que también reciben las vibraciones del motor que se intensifican cuando pasamos de las 5.000 rpm. Otro efecto negativo es que la visibilidad por los espejos se reducen notablemente... por eso es conveniente mantenerlo por debajo de ése umbral, donde además el propulsor gira más cómodo y brindando una aceleración dulce pero instantánea, algo muy de agradecer en ciudad.

› Datos técnicos, fotos y vídeo Royal Enfield Continental GT

Transmite nobleza de reacciones apoyada en unas suspensiones más bien firmes pero efectivas que aguantan bien el tipo cuando decidimos forzar un poco el ritmo aprovechando algún tramo de curvas. Todo es muy predecible y aunque es cierto que su motor no cuenta con un potencial como para meterte en problemas, goza del genio suficiente para impulsarnos a más de 140 km/h. Además, el consumo de combustible se mantiene en unos márgenes moderados, rondando los 4l/100 km durante la prueba.

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Es una moto muy interesante para los amantes de lo clásico que tienen en esta icónica marca un modelo cuya esencia café racer esta verdaderamente lograda, desde el faro delantero circular con cerco cromado, igual que la instrumentación con dos esferas, pasando por sus llantas de radios, el precioso depósito de combustible hasta el colín deportivo nonoplaza, desmontable para dar cabida al pasajero en un asiento mullido de corte vintage.

Nos parece sencillamente encantadora, con una fuerza estética clásica que no da impresión de impostura y ese es uno de los mayor méritos de esta Continental GT. Además cuenta con la calidad necesaria para justificar los 5.199 €, que no la convierten en una bicoca pero sí son una cifra razonable teniendo en cuenta una filosofía tan especial.