Tras haberla probado días antes en Madrid y habernos cautivado de los pies la cabeza, ahora nos tocaba viajar muy lejos para situar entre nuestras piernas la versión que pone todo y más para que seas capaz de galopar tan rápido como puedas en este pura sangre con alma de MotoGP.
Las ganas eran máximas y Yamaha, como ya hiciese con la MT-09, no dudó en calentar aún más el ambiente: para celebrar la rueda de prensa, nos metió en un contenedor con poca luz en una zona industrial de los alrededores de Ciudad del Cabo. Allí estaba esta deportiva sin nada que esconder, una exhibicionista pura y dura con una estética muy particular y una estampa poderosa. Las vainas doradas con el nombre de Öhlins robaban nuestra atención sin remedio durante la exposición de los responsables de Yamaha.
Y es que realmente ese es el secreto nada secreto de la MT-10 SP, contar con un sistema de suspensión semi-activa de fácil regulación para poder adaptarse con la mayor precisión posible a las circunstancias de la carretera y a la conducción que hemos previsto con la configuración elegida.
Además, Yamaha ha aprovechado su lanzamiento para hacer algunos retoques en el mapa del motor que ahora ofrece una respuesta ligeramente más “progresiva”, dentro de lo que se pueden suavizar 160 CV dispuestos a desbocarse.
Una decoración exclusiva inspirada en la YZF-R1, en mi opinión muy favorecedora, marca la otra diferencia estética aparte de las horquillas doradas que le dan un aire todavía más deportivo. Y también las pinzas tienen unos ligeros retoques pero son las mismas que las de la versión normal aunque veremos que salen ganando con esta suspensión.
Pero antes de poder subirnos a ella, escuchamos con atención lo que el ingeniero de Öhlins nos explicó sobre las posibilidades de este sistema cuyo manejo se hace desde la piña izquierda. Todo se refleja en una pantalla TFT nueva como la de la YZF-R1 de muy clara visualización y con un aire de sofisticación deportiva importante. Es otro de los detalles que marcan la diferencia con la versión básica pero echamos algo más de exclusividad en una moto de 18.000 €, pues el shifter para subir marchas ya lo comparten todsas versiones MT-10 en 2017. Y los neumáticos y las llantas también son idénticas.
Yamaha MT-10 SP: adaptación al medio
Básicamente, en el sistema de suspensión Öhlins conformado por la horquilla invertida NIX30 de 43 mm y el monoamortiguador TTX 36 EC, se pueden elegir cuatro modos de mapa de motor, tres de potencia, tres de control de tracción y hasta cinco modos de suspensión. También hay un modo totalmente configurable en el que se pueden regular absolutamente todos los parámetros hasta un gran nivel de detalle. Como ocurre muchas veces, hay más de lo necesario para la mayoría de los mortales pero en una moto de tan altas especificaciones que pide a gritos entrar en circuito, este nivel de sensibilidad y adaptación es esencial.
No, no es imprescindible tener unas manos de auténtico piloto para notarlo; cada vez que cambias los modos, la suspensión reacciona de forma muy diferente y lo percibimos con claridad. Se nota menos cuando vas de un modo deportivo a otro todavía más, pero en general se siente la configuración que elegimos y la sensación de ir sobre raíles en un tren de alta velocidad sin techo es una experiencia adictiva.
Por eso en marcha es una moto a la que te adaptas con gran facilidad también desde el punto de vista ergonómico, con una postura muy cómoda y llegando yo al suelo sin problemas con mi 1.66 m. La facilidad del motor para rodar a bajas rpm a pesar de su cilindrada y potencia, sorprende en ciudad mientras aprovechamos lo bien que se desenvuelve a la hora de moverse entre coches. En parado, la gruesa horquilla no la deja girar mucho el manillar pero en cuanto comienza a moverse, la MT-10 SP delata sus dotes de moto juguetona pero que no se anda con bromas.
La potencia está ahí esperando a que nuestra mano de la orden pero nos dirigimos a terrenos más propicios fuera de Ciudad del Cabo para poder disfrutar de ese motor llamado CP4 de filosofía crossplane que destaca por un sonido especial y un carácter único gracias a un calado en el que las explosiones se espacian 270º-180º-90º y 180º de giro de cigüeñal, logrando un carácter V4 a 90º pero con una configuración en línea.
En la práctica, la sensación de tracción y aceleración desde bajas vueltas es la antesala de una escalada vertiginosa en el gráfico del tacómetro a partir de las 7.000 rpm que ya no se detiene en ningún momento. Es el punto que marca un antes y un después, ya que a partir de aquí hay que agarrarse fuerte al manillar y disfrutar del momento.
El sonido se intensifica pero no es un estruendo, algo que personalmente prefiero, mientras el shifter trabaja a toda prisa aunque no todo lo que nos gustaría. No resulta un sistema especialmente fino y solo es satisfactorio que no perfecto, a altos regímenes de giro, adoleciendo de una mayor efectividad cuando el escenario no es ideal, pues pega tirones a menores revoluciones.
Sin embargo, las relaciones del sonoro cambio característico de Yamaha, parecen muy apropiadas para explotar el brutal carácter de nuestra protagonista. Además, se muestra preciso y se acciona desde la maneta con facilidad gracias al sistema asistido que también integra el embrague antirrebote, un elemento indispensable para una conducción al límite.
Yamaha MT-10 SP: suspensiones y frenos
Es una moto que en carretera de curvas demuestra de verdadero potencial y su razón de ser, lo demás es un mero trámite que hasta le sobra porque cuenta con un asiento duro, perfecto para conducción deportiva pero que castiga un poco culo con el paso de los kilómetros.
Pero al llegar a su terreno favorito todo se olvida para centrarse en poner un modo de suspensión deportivo con todas las opciones orientadas a obtener la máxima precisión en cada giro. Cada aproximación a una curva viene precedida de una frenada que nos sitúa en el punto óptimo de entrada con mucha facilidad, incluso podemos frenar dentro de la curva sin descomponer la trazada para ajustarla a la salida que deseamos. Los frenos con estas suspensiones parecen otros porque trabajan con absoluta precisión, sin las limitaciones de un sistema convencional.
La capacidad de inclinación es muy notable y los avisadores no avisan con facilidad, mientras que las suspensiones trabajan a la perfección a la entrada, en mitad de la curva y a la salida. La trayectoria parece una vía de tren por la que se puede circular con un aplomo y una seguridad tal que hasta infunden respeto por el exceso de confianza que nos transmiten.
Es una moto simplemente orgásmica en este terreno, su terreno: se deja mover de un lado a otro con facilidad, con unas geometrías de dirección que parecen ideales, hay espacio para moverse y acompañar a la moto descolgándonos, cuenta con un par demoledor que te impulsa a velocidades endiabladas entre curva y curva. Frena donde quieres y obedece a tus más bajos instintos en todo momento, resultando muy adictiva en su conjunto.
› Datos técnicos, galería e información Yamaha MT-10 SP
Desde luego no es una moto para todos los días porque no es su territorio natural pero admite cualquier uso, mientras que su culo y cervicales aguanten. Para una utilización más civilizada, Yamaha nos permitió probar la MT-10 Tourer Edition pero eso es otra historia que te contamos a continuación...
Prueba Yamaha MT-10 Tourer Edition: con maletas y a lo loco
A mitad de recorrido, Yamaha nos propuso cambiar de moto para probar su propuesta más turística y versátil, una forma de dar visibilidad a su catálogo de accesorios sin salir de la brutalidad de la MT-10 que ha dado lugar a una versión específica.
Nos parece una buena idea porque el planteamiento es el siguiente: cúpula, maletas laterales, paramanos, anclaje para el GPS y sillín confort, para seguir yendo por la vida acelerado pero con ciertas concesiones a las necesidades más básicas en cuanto a comodidad y carga. Esta versión se distingue por el anclaje del disco rojo y el logo en el mismo color en su variante negra. También se ofrece en gris mate combinado con flúor en las llantas o azul y negro, denominado Race Blu.
El incremento de precio respecto al modelo básico es de 1.200 € para dejarlo en 16.999 €, y además Yamaha da la opción al cliente de poder hacerse con un navegador Tom Tom para moto de última generación a un precio muy inferior al de mercado; 200 € en lugar de 400 €.
En cuanto a comodidad, estamos ante un conjunto mucho más aprovechable en el uso diario o en desplazamientos largos, pero el rendimiento de las suspensiones y el freno delantero se resienten mucho por la ausencia del paquete semi-activo Öhlins. A cambio, es más económica y como decíamos versátil, conservando tiene todo el picante de los 160 CV para practicar un turismo de corte extremo, feroz..
Nos seduce la idea de poder disponer de una moto deportiva en un fomato tan aprovechable; las maletas no tienen una gran capacidad pero se integran en el conjunto a la perfección para circular casi como si no las llevásemos.Y por supuesto son desmontables.
El sillín, por su parte, edulcora las sensaciones de dureza de las otras versiones pero no tanto como nos esperábamos. Y si a esto le sumamos la protección de la pantalla, tenemos un cóctel mucho más cómodo, menos extremo en su plateamiento dinámico pero muy cañero para los quemados con alma RR pero la espalda castigada y todavía con ganas de hacer kilómetros de pura adrenalina.
El control de velocidad de crucero que comparten todas las versiones MT-10 tiene más sentido en esta versión que en ninguna otra. Y la instrumentación también es diferente, con muchas menos opciones que en la SP y una apariencia mucho más básica, pero no por ello menos útil; desde su piña izquierda podemos seguir jugando con el control de tracción (TCS) con tres niveles de intervención así como los tres modos de motor que cambian la entrega de potencia de forma radical. Sin duda, una digna representante de la famiia Yamaha Tracer pero sin ningún tipo de remilgo.
