Himalaya es sinónimo de aventura, misticismo y Royal Enfield, ya que un viaje con esta mítica moto por la impresionante cordillera es la máxima ilusión para muchos riders de todos los rincones del planeta y la “Himalayan” está desarrollada con el espíritu y la magia que envuelven este espectacular territorio, es única en su segmento, básica, funcional y polivalente, tanto para on como off road, adecuada desde el transporte diario a una aventura como la que íbamos a emprender.

Nos enfrascamos en la preparación de un viaje para poner a prueba la Himalayan por algunas de las carreteras y puertos más altos, peligrosos y difíciles del mundo, como el Paso Rohtang, el Kunzum La o el Sach Pass, así como por las congestionadas carreteras del norte de India con denso tráfico en ausencia de reglas y la arena del desierto del Thar.

El punto de partida escogido era Chandigardh, una ciudad 300 km al oeste de Delhi donde nos estaban esperando para entregarnos las tres motos y equipo, chaqueta y pantalón de Royal Enfield diseñado para soportar el riguroso clima del Himalaya en el mes de octubre. Las botas Sidi, traje de agua Alpinestar y el casco Shuberth completaban el equipo que nos lo proporcionaba Motocard. Revisamos el material y les hicimos notar que no teníamos el recambio solicitado para reparar posibles averías. Con una sonrisa en los labios que denotaba orgullo, nos dijeron que no haría falta aun sabiendo que íbamos a darles caña durante 28 días, pero bueno sí que teníamos pastillas de freno, algunos cables y un par de manetas, algo que no nos gustó demasiado, pero al final tuvieron razón.

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Chandigarh - Shimla

Nada más subirnos a las Himalayan sentimos buena conexión con la que iba a ser una excelente compañera de viaje y empezamos a buscarle los límites en una carretera destruida en muchos km por deslizamientos, congestionada por el intenso tráfico, con lluvia, perros, vacas, peatones, sin líneas blancas, cuando no era puro barro, conduciendo por la izquierda y como habíamos salido de Chandigarh muy tarde por los preparativos pues nos cogió la noche. Para rematarlo aquí la mayoría va con las luces largas, además muchos vehículos circulan con las luces apagadas y en ocasiones, en medio de todo este caos, es difícil recordar que en India hay que conducir por la izquierda, siendo Edu el primero que le hizo "un exterior por el arcén de la derecha" a un conductor atónito en sentido contrario que, gracias a la capacidad de improvisación de los ágiles conductores indios, en el último suspiro lo supo esquivar, así que a las dos horas ya habíamos tenido varios sustos por lo que decidimos ir un poquito más lentos y dejar para el siguiente día los piques. Llegamos a las 22h a Shimla con los ojos como platos por el deslumbramiento y estrés ¡Toda una experiencia!

De Shimla a Sarahan

A pocos kilómetros al norte de Shimla nos desviamos de la carretera principal en Duttnagar por unas pistas que inauguraron hace 2 años y que unen aldeas aisladas, como Kurnu o Taklek ubicadas en una zona montañosa de bosque selvático y enormes árboles de singular belleza. Estuvimos subiendo y bajando montañas por pistas en continuo zigzag al borde de afilados precipicios, para descubrir lo bien y lo rápido que se va de pie con la polivalente Himalayan. Teníamos que ir preguntando a los escasos lugareños porque hay bastantes cruces sin señal alguna, escasa circulación, la mayoría autobuses que ocupan toda la anchura y van abarrotados de gentes de las montañas de rostros cuarteados por el sol y el viento. Después de seis horas rodando en plan enduro llegamos a Sarahan, donde pernoctamos en un hotel cerca de su famoso monasterio.

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Valle de Tukpa y sus barrancos de vértigo

Nuestro primer objetivo de alta montaña es Spiti Valley, pero para entrar se necesita un permiso que tardamos dos días en conseguir porque era festivo en Recong Peo. Entonces, para pasar el fin de semana nos fuimos al valle de Tukpa que está a unos 50 km y es un pequeño reducto tibetano en India. La pista principal bordea el río Sutlej, que es caudaloso, violento y de color marrón debido a las enormes obras de una nueva central hidroeléctrica y la perforación de túneles kilométricos dónde trabajan más de 4.000 trabajadores para, lamentablemente, abrir al turismo el que debería ser sagrado valle de Spiti. Abandonamos la pista principal para transitar por una estrecha carretera tallada en la roca casi vertical, con barrancos de vértigo y que se abre a uno de los más bonitos valles del Himalaya indio, Tukpa, donde destacan sus laderas de verde luminoso e innumerables diminutos pueblitos con sus casas tradicionales de madera labrada y tejados de piedra.

Al llegar a Sangla nos encontramos un grupo de cuatro israelitas y un canadiense con unas Bullet 500 y nos quedamos a dormir en este estrecho enclave a 2.800m rodeado de montañas que preside el imponente Mount Kailash de 5.400m, y aunque la estrechez del valle lo hacen un poco claustrofóbico, se respira tranquilidad y amabilidad en la gente.

El domingo caminamos por las empinadas callejuelas y escaleras de Kamry, pueblo de cultura tibetana y su magnífico templo “Kamryfort Busher Riyasat”, que nos suponen un gratificante día de relax. Carlos Rubio nos sorprendió dándose un baño en las gélidas aguas del caudaloso Baspa River que atraviesa el valle y ya de regreso al alojamiento nos cruzamos con varios porteadores, en este caso de cajas de manzanas, soportando una carga extrema.

Spiti Valley “terreno virgen”

El lunes dejamos atrás los pocos restos de civilización, ya que en Spiti no hay correos electrónicos, ni teléfonos móviles, ni conexiones de línea terrestre en la mayoría del valle, es un viaje a través de terreno virgen tan sólo alterado por unos pocos asentamientos humanos en el que era antiguo Reino tibetano de Spiti, que lo fue hasta 1857. Habíamos comprado depósitos adicionales porque la gasolina es escasa en Spiti y hay un único “poste” en la ciudad de Kaza.

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Estamos en "La Meca del motociclismo de resistencia" según los riders locales que nos encontramos, ya que es una prueba al límite de la resistencia física y mental rodando por caminos estrechos con piedras resbaladizas y acantilados escarpados que marcan la mayor parte del terreno. Y en estas condiciones disfrutamos de una naturaleza salvaje pilotando al límite por pistas de tierra dura, otras polvorientas, cruzando riachuelos, subiendo y bajando desde los 3.000 hasta los 4.600m de altitud por cañones, empinadas laderas, barrancos y pueblos como Nako a 4.000m o Kiber a 4.300m rodeados de gigantescas montañas de más de 6.000m de altitud con un clima pre invernal, con fuertes vientos que por momentos nos sacudían. No fue fácil, pero esta trail ayudó a hacerlo más llevadero de lo que hubiera sido con una moto más pesada y de mayor potencia.

Monasterio Dhankar a 3.900m 

Todas las casas de los pueblos exhiben banderas coloridas con el mantra tibetano, "Om Ma Ni Padme Hum" impreso en ellas, que pusimos también en nuestras motos y nos acompañaron hasta el final del viaje, ya que dice la tradición que el viento que las va deshilachando se lleva nuestros deseos para que alguien los escuche. El budismo te engancha y dormir en un monasterio, sin calefacción después de una sencilla cena, es una experiencia que te hace ver la vida de otra forma, ya nada es igual al despertar en Dhankar, que está a 3.900m de altitud y a -2ºC en octubre. Un ligero, sencillo y nutritivo desayuno nos reconforta para impregnarnos de budismo, llenar el espíritu y mejorar el karma. El día anterior, antes de llegar al monasterio, sufrimos un pinchazo con arrancamiento de válvula incluido y le tocó a Edu llevar la rueda pinchada en el portaequipaje de la moto de aldea en aldea, hasta que ya recorridos 50 km y por pura casualidad…, preguntaba a un hombre, que a la postre sería el mecánico que estaba buscando, haciendo bueno lo de “todo se repara en India”.

Monasterio de Key, el pueblo más alto del mundo

Visitamos hasta siete monasterios, siendo el más destacable el de Key situado en un promontorio a 4.000m y que tiene una segunda sede en un páramo a 4.587m que supone el asentamiento humano a más altitud del planeta. Allí departimos con otros seis riders más que llegaron hasta allí y con los monjes a los que les pedimos una pelota para jugar en el campo de voleibol, pero como no tenían pues nos pasamos el casco por encima de la red ante la mirada divertida de los “espectadores”. En invierno tan sólo unos 10 monjes se quedan aislados soportando los -30º. A mediados de octubre cuando llegamos nosotros ya estábamos a bajo cero.

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Rothang Pass, "montón de muertos"

Durante cinco días hemos vivido una de las experiencias más espectaculares e intensas con una moto, pero quedaba salir de este valle que queda aislado por la nieve desde noviembre a junio, para ello hay que superar el paso Rothang La, que significa "montón de muertos" por la cantidad de cadáveres de gente que ha intentado superarlo en invierno.

Salimos de Kaza, la capital de Spiti, a las 6 de la mañana con temperatura bajo cero y nos esperaban 10 horas de recorrido hasta superar los pasos de Kunzum 4590 m y Rothang 3980 m separados por un larguísimo valle, frío y aislado por gigantescas montañas que lo hace imposible de franquear en invierno. Después del Kunzum tomamos un desvío de ida y vuelta que lleva hasta la laguna de Chandratal por una difícil pista donde nuestras Himalayan se sintieron en su terreno favorito, gracias las suspensiones de largo recorrido, un magnifico chasis y un asiento a 800mm del suelo que te permite ágiles movimientos. A peor camino mejor se siente la moto y más diversión.

Parvati Valley

La leyenda cuenta que en este valle Shiva hizo el amor con la diosa Parvati durante 10.000 años, luego descansó otros 10.000 años y por eso calentó las rocas para que él y los futuros viajeros pudieran descansar y meditar en un lugar cálido y cómodo.

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Llegamos al Valle de Parvati con el cansancio acumulado en Spiti y con la intención de recuperar fuerzas en este enclave de increíbles paisajes, enormes montañas separadas por la fuerza del río, aguas termales y una especial energía casi mágica que desprende. Tal vez por ello nos encontramos muchos hippies, la mayoría extranjeros, mezclados con gentes de otras religiones e ideales y es que el hinduismo tiene Dioses con poderes pero que son humanos, que ríen y lloran, que fuman, tienen sexo, se aman y se enojan, Dioses que no prohíben, quizá por eso aquí se cultiva y se fuma cannabis, además de otros placeres, el nuestro sobre todo disfrutar de la moto por la revirada carretera y de la tranquilidad de Tosh, el último pueblo del valle situado a 2.400m y habitado por granjeros que no usan maquinaria, todo es manual con la ayuda de animales, y todavía conservan su lengua y costumbres. No se puede entrar con ningún vehículo porque está aislado por el abrupto terreno con fuertes pendientes y la anchura de las callejuelas es de peatón, aunque ahora su principal fuente de ingresos es el turismo y el hachís. Aquí nos encontramos con un aprendiz de faquir y un “sannyasin”, aquel que renuncia al mundo para seguir lo Sublime e Incondicionado, que nos explicaron los pormenores de este singular valle ante un té caliente y algo “fumadillos”.

Sach Pass 4.550 y la peligtosa bajada 

Se trata de la carretera más peligrosa del planeta donde las emociones y paisajes superaron de lejos las expectativas. Hemos hecho carreteras peligrosas y esta sin duda hace honor a su título. Son 250 km que unen las poblaciones de Chamba, Killar y Kishtwar que se hacen en dos días, unas 12/15 horas de emociones fuertes.

Está en una zona del Himalaya entre Himalchal y Kashmir que todavía no ha invadido el turismo, de hecho no encontramos ni un sólo extranjero y poquísima circulación, entre Killar y Kishtwar prácticamente nula, los yaks se asustaban al vernos y los lugareños nos miraban como extraterrestres.

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Subiendo los 4.550 m del Sach Pass los motores a carburador (a España llegarán con inyección) no tiraban y se nos ocurrió cerrar la llave de paso de gasolina para que entrase muy poca gasolina y así mejorar la mezcla ¡y funcionó! La subida muy divertida, pero la bajada es extremadamente peligrosa por la fuerte pendiente, la pista muy bacheada, resbaladiza, las enormes piedras y ninguna protección al amenazador precipicio de cientos de metros en vertical y en esta condiciones Humet sufrió un tremendo latigazo al pisar una piedra como un melón, que le heló la sangre al quedarse con la pierna bloqueada por la estribera, moto y suelo a pocos cm del precipicio. Gracias a las botas Sidi que nos proporcionó Motocard salvó la pierna que quedó dolorida pero funcional. Hasta llegar a Killar, donde pernoctamos, bajamos el desbocado ritmo que llevábamos y disfrutamos un poco más del paisaje.

La segunda parte casi nadie la hace porque es sólo para inconscientes sin vértigo y hay otra carretera para ir a Kishtwar. Pero podemos asegurar que vale la pena hacer este tramo, es pura adrenalina en algunos estrechos pasos semidestruidos por las cascadas que se forman y como no aprendemos y "siempre a saco" pues Rubio se fue al suelo al deslizar la rueda delantera en una losa de piedra con barro, afortunadamente sin consecuencias, pero sí que nos hizo reflexionar de nuevo sobre lo cerca que esta el precipicio.

Llegando a Kishtwar nos para un control militar, nos advierten de no tomar fotos y nos llevan ante el coronel que quiere saber qué hacemos aquí. Después de muchos controlesroyal enfield himalayan challenge 10 llegamos al imponente despacho del coronel con el que tenemos una amigable charla mientras le explicamos los pormenores del viaje saboreando te y pastas. Nos despide ofreciéndonos la seguridad del ejército mientras estemos allí, para acto seguido recomendarnos que durmamos en un hotel de Kishtwar y abandonemos el Kashmir, porque estamos en una región en guerra por el incremento de las escaramuzas con Pakistán este verano de 2016, que han llevado a prohibir la circulación de extranjeros por allí. Hoy el Kashmir es una de las zonas más militarizadas del mundo, el movimiento de tropas es constante y en más de una ocasión nos encontramos con una caravana de cientos de camiones del ejército hindú, que durante horas tuvimos que ir adelantando con bastante riesgo en carreteras de curvas y obras. Agotador.

Y ya en ruta, tal vez por lo pasado, Edu que va delante no ve un reguero de gas oil se va al suelo y dobla el manillar, sintiendo una inmensa rabia después de haber sorteado todo tipo de obstáculos y situaciones cruzando el Paso Rohtang, el Kunzum La o el Sach Pass sin ningún percance.

Paramos en el herrero de un pueblo, sacamos las herramientas y con un tubo enderezamos el manillar ante la atenta mirada de un animado grupo de gente que no se perdía detalle, ya que, para muchos, seguramente sería el acontecimiento del año.

¡Las Himalayan lo aguantan todo! Van redondas y tiramos con ganas porque se hace de noche. A las 21h paramos en Patnitop.

Punjab: menú a base de calor, bullicio, bocinazos

Dejamos ya las montañas del Himalaya para dirigirnos a las planicies del Punjab. Calor, bullicio, bocinazos, barrios donde se vende de todo en pequeños locales, suciedad, insufrible densidad de una población que saben convivir con el estrés y la altísima contaminación, que contrasta con impresionantes templos como el Golden Temple de Amritsar, capital de los Sijs y sus famosos turbantes de llamativos colores, allí nos lavamos los pies para entrar y admirar el famoso templo atestado de fieles. En pocos días hemos pasado por el budismo en Spiti, el hinduismo en Parvati, el islamismo en Kashmir y el sijismo en Punjab.

Una vez en el Punjab tomamos una autopista India, o sea “te puedes encontrar de todo” bicis, peatones, perros, camiones, tractores, coches a saco, algunos en dirección contraria, cruces inesperados y nosotros por ahí haciendo slalom... Hay que adaptarse y no es tan malo, hasta divertido.

Si te gusta conducir en India pondrás a prueba tu pericia. Las reglas son sencillas: En ciudades "si ves un hueco métete, si dudas y frenas otro ocupará tu lugar". En la carretera "donde caben dos caben tres y una vaca". Es normal que te vengan dos camiones de frente que seguirán como si nada, pero no hay problema te echas al arcén y seguro que pasas, además tiene ventajas, nadie te pega la bronca por las barbaridades que todos hacemos. Concentración en conducir y punto.

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Jaisalmer

Las carreteras y el paisaje del Rajasthan es bastante aburrido por lo que vale la pena desviarse algo más de 100 km al oeste para ir a Jaisalmer en el desierto del Thar, que sirve de frontera con Pakistán y también meterse en algunos de los salares que hay por la zona.

La ciudad es bastante tranquila para el tamaño que tiene, el fuerte amurallado una maravilla y las dunas del desierto una atracción turística de primer nivel.

Nosotros intentamos seguir a los camellos en moto, pero son mucho más eficientes los cuadrúpedos, la arena es muy blanda incluso a primera hora de la mañana y es muy difícil mantenerse encima de la moto y no hundirse. Un rato de diversión emulando a los dakarianos y vale, porque la temperatura enseguida se pone por encima de los 45 grados.

Jodhpur - Agmer - Joipur

Un recorrido por las ciudades más importantes del Rajasthan de las que destacamos el mercado central de Jodhpur ¡Una locura! gente, gente y mucha más gente, miles de tenderetes en las intrincadas callejuelas y bicis, motos, carros, rickshaws…, increíble circular por allí, a codazos, pero ni un sólo toque, es alucinante como conducen.

Una casualidad nos llevó a la inauguración de una joyería ¡Pero qué joyería! 4 plantas de joyas de mucho peso y víps de lo más vip comprando a sacos. Estábamos en Bapu Nagar la zona más pija y luego nos fuimos a un restaurante que simula una estación de tren en Panghat Mughal Gardens junto al palacio Taj Rambajh, que debía ser del marajá de los marajás ¡Bestial!

Happy Diwali, de Delhi a Agra un infierno

El 1 de noviembre es una noche especial en India, es Diwali, semejante a la noche vieja de Occidente. Celebran el cambio de estación, llega el frío al norte y temperaturas más soportables en el sur. Una noche donde se junta la familia, se dan regalos, comen dulces y los fuegos artificiales corren por las calles sin ningún control, estos días todo el mundo sonríe en India, pero para nosotros llegar a Agra desde Delhi fue un infierno.

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En lugar de ir directos de Joipur a Agra, tuvimos que hacer primero los 250 km hasta Delhi para gestionar la entrega de motos porque teníamos que hacerla en un fin de semana de puente y luego ya por la tarde, aunque hay una autopista, se nos ocurrió ir a Agra por carretera, que estaba hasta los topes de tráfico y de obras. Parece que nunca se termina porque pasa por pueblos unidos uno tras otro; Delhi, Faridabad, Palwal son más de 100 km sin descanso, el embrague no para, te empujan, empujas, adelantas a cientos de vehículos y te pones en riesgo en infinidad de ocasiones, pero no vimos ni un accidente, es la mejor escuela de conducción del mundo.

Por fin paramos a las 20h en Palwal en un ruidoso hotelito donde era imposible descansar, por lo que decidimos vestirnos y salimos ávidos de nuevas experiencias a ver que se cocía. A lo lejos parecía había un gran jolgorio y hacia allí nos dirigimos, pero nos llevó un buen rato dar con la entrada del callejón porque primero lo confundimos con un campo de Cricket donde estaban entrenando. Finalmente dimos con el lugar y resulto ser un “bodorrio” en toda regla y de un nivel exquisito. Nos armamos de valor y tiramos “palante” “vestidos de guiri” pensando que cada una de las partes pensaría que veníamos por parte de la otra familia. Al entrar nos hicimos servir una bebida como Attrezzo para camuflarnos entre el resto de la gente, acto seguido y para culminar “el asalto” nos propusimos probar la infinita variedad de arroces, viandas, carnes, postres y demás que estaban dispuestas en unas extensas mesas en forma de U, posteriormente pudimos disfrutar de un ritual que consistía en que cada grupo de amigos de la pareja los alzaban en volandas en sillas individuales y daba comienzo un cortejo con el fatídico ¡si quiero! por parte de la pretendida y el beso entre ambos que sellaba la unión ¡Seguro que visionando el video y las fotos de su boda, se preguntarán que hacían allí dos guiris y por parte de quien venían!

Agra y su Taj Mahal vale la pena el esfuerzo. Una maravilla este final de viaje. De regreso a Delhi ¡Por la autopista!

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