Como se puede ver en las imágenes de las cámaras de vigilancia interior y exterior, los ladrones creen muy fácil la misión y de hecho intentan llevárselas por la puerta, como si nada.
Pero el personal de la tienda se muestra muy reacio a dejar escapar las dos italianas así por las buenas aunque los asaltantes van pertrechados con martillos y barras. Así que la escena está servida; más personal de la tienda acude en ayuda de su compañero, y es el hombre de blanco, el dueño de la tienda -Adrian Couzens- el que planta cara de una forma más atrevida, tirando por dos veces a uno de los ladrones que va vestido como si fuese a trabajar, incluso con un chaleco reflectante.
Tras porfiar en vano y arrojar una barra de hierro al staff de InMoto, los ladrones huyen ante la imposibilidad de robar pues la actitud de la gente de la tienda seguro que no fue como ellos pensaban. Es el final de un robo con final feliz porque no fue tal pero evidencia el descaro de los delincuentes a plena luz del día y el cuidado que se debe tener con ellos. Bravo por la gente de la tienda, sobre todo el primer tipo que él sólo comienza la resistencia que da sus frutos.