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El pasado 7 de agosto la DGT publicó en el BOE el anuncio previo de Licitación para el “Suministro de 30 cinemómetros láser para controlar la velocidad”. Son los radares más manejables del mercado, con forma de pistola y que permiten operar a los agentes a mano. El “valor estimado” de esta compra asciende, según consta en el Boletín Oficial del Estado, a 1.650.000 euros, lo que supone 55.000 euros por unidad. Un coste a priori disparatado si se busca este tipo de producto en Internet… pero que no podemos juzgar con exactitud sin conocer exactamente de qué modelo se trata y qué prestaciones incorpora.

Con lo que la DGT va a pagar por 30 nuevos radares se podrían eliminar 110 kilómetros de guardarraíles asesinos

Parece que la DGT considera que la compra de estos aparatos, cuyo objetivo es obtener ingresos por la vía de incrementar las multas a los ciudadanos que son quienes los pagan con sus impuestos, es una inversión más rentable que por ejemplo utilizar ese dinero para mejorar las infraestructuras viales, que con la dichosa crisis llevan un lustro de mantenimiento insuficiente y cuestan vidas a diario. Y por supuesto para la Dirección General de Tráfico es mejor comprar pistolas de radar a precios escandalosos que dotar de protecciones para paliar salidas de vía de motoristas a 110 kilómetros de guardarraíl, que es el cálculo que sale de aplicar el coste de 15€/Km que se toma como estándar… aunque al precio que paga la DGT los radares es posible que se multiplicase esta cifra al pasar por la cartera de nuestra Administración.

Atraco a mano armada, literalmente
No sabemos cuándo se pondrán en marcha estos nuevos radares láser, pero se trata de uno los tipos de cinemómetro más difíciles de detectar e incluso de “intuir”, puesto que según el modelo pueden no necesitar ninguna infraestructura para su operación, salvo la mano del agente.
Pero insistimos: lo peor de esta historia no nos parece que sean los radares en sí, sino el uso que la DGT hace de nuestros impuestos, que no se emplea en beneficio de los ciudadanos sino en su contra, y además por unas cifras tan escandalosas que dan que pensar.