La DGT no para, de intentar recaudar por supuesto. En su afán de protección nada de mejorar las vías, eliminando los puntos negros. Tampoco mejor señalización y concienciación de todos. Ni mucho menos grandes planes de formación vial de los más jóvenes. Sólo radares y más radares para nuestra seguridad y para incrementar las arcas estatales que deben estar muy mal.

Así lo ha anunciado el Vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba que como novedad ha anunciado la instalación de radares de tramo que comenzarán a funcionar de forma oficial a partir del 1 de febrero. Ya lo están haciendo los instalados en Madrid y Málaga. El primero es de 3,5 km y está situado en el túnel de Guadarrama  (AP6) entre Madrid y Segovia, sentido La Coruña. El segundo es de tan sólo de 1 km y está en Málaga, el túnel de Torrox (A-7) con dirección a Barcelona.

De momento, a todo el que sobrepase los 100 km/h de media, se le enviará una notificación pero a partir del 1 de febrero la notificación será una “receta”.  De los otros cuatro radares por instalar, parece que uno será en León en el túnel de Los Barrios (AP66). No se sabe la ubicación de los restantes. Ojo, porque por lo que hemos podido saber, con que te pases un solo km/h, te llevas la multa.

Nada de prevención, mucha recaudación


La política de la DGT con los radares huele que apesta. De hecho, hace ya casi un año su Director, el ínclito y desatinado Pere Navarro afirmó que para la instalación de los dispositivos de control de velocidad fijos, no se tiene en cuenta los accidentes o peligrosidad de la vía sinorai2002
el volumen de coches que mínimo será de unos 6.000 al día. Esta intensidad circulatoria garantiza que muchos caigan en los absurdos límites de velocidad que imperan en nuestras autovías.

Lo que no es de recibo es que donde se producen la mayoría de accidentes, en las carreteras secundarias, apenas hay radares fijos disuasorios sino que abundan los móviles. Está claro lo que se busca y no es precisamente nuestra seguridad, más bien atacar a nuestra cartera por esos km/h de más que muchas veces están establecidos como una trampa rastrera.

Las estadísticas no están claras

Y lo peor de todo es la manipulación de las cifras de fallecidos en carretera para justificar está política y de paso intentar ganar votos de cara a las elecciones. Si, habéis leído bien, juegan con los números de muertos para maquillar los resultados. ¿Y cómo lo hacen? De muchas formas. Por ejemplo, no contando como víctima a alguien que ha muerto 25 horas después del accidente, ya que han pasado más de 24 horas. Tampoco contabilizan los decesos en casco urbano o en una travesía. Los mayores de 70 años tampoco van a la lista que publican de muertos en accidente de tráfico, ni los que han fallecido en horario de trabajo.

Con esa política de maquillaje, las cifras de muertos bajan entre un 25 y un 30% y permiten sacar pecho y leyes que desgraciadamente persiguen más nuestro dinero que nuestra seguridad. En otros países sí se contabilizan los fallecidos en accidente de tráfico, incluso hasta 30 días después de producirse. Y también se incluyen los “caídos” en ciudad.

La forma de contabilizar las víctimas se cambió hace 10 años y desde el Gobierno y la DGT afirman que esto no se va a modificar para no perder los valores de referencia. Pero ellos no se cortan a la hora de hacer comparaciones retrotrayéndose a décadas anteriores para dar bombo a sus cifras de récord históricas. Por ejemplo, en septiembre de 2010 se hizo público que los fallecidos de la Operación Especial de la DGT a 31 de agosto eran 364, la cifra más baja de los últimos 48 años. Pero la pregunta es: contando todos de verdad o con la nueva metodología que deja muchos fuera de la estadística.

Esto es convertir una buena noticia que a todos nos debe alegrar en algo pervertido para favorecer siempre sus intereses. Simplemente nos merecemos transparencia en un tema tan trágico a los que todos somos muy sensibles porque a priori todos somos potenciales números de estas estadísticas.