Esta clara la desventaja de Honda frente a la competencia cuando hablamos de Superbikes de calle. No sólo porque los 180 CV de su tetracilíndrico en línea se quedan ya escasos frente a los mínimo 200 CV de toda su competencia sino porque además no cuenta con una electrónica tan sofisticada como la que ofrecen sus rivales. Y este sería un punto importante a reforzar. Ni siquiera su versión SP aporta mucha más porque únicamente cuenta con mejores suspensiones, frenos y neumáticos.
Por eso la Fireblade necesita una puesta al día y muchas voces afirman que podría pasar por un motor V4 pero creemos que esto es poco probable por el coste que generaría. Vemos más posible un motor con la misma arquitectura de cuatro cilindros en línea pero capaz de ofrecer una cifra de 200 CV.
Teniendo en cuenta el desarrollo que ha experimentado este segmento en los dos últimos años, no creemos que Honda se pueda permitir el lujo de pesentarla más allá de 2017 y eso querría decir que este mismo año en el Salón de Tokio o Milán, ya la deberíamos conocer.
Se espera además una reducción del peso que seguramente no sea muy notable porque la adaptación a la normativa Euro 4 influye en los sistemas de escape haciéndolos más voluminosos y por tanto pesados. Un nuevo chasis doble viga de aluminio que matenga la proverbial manejabilidad de la Fireblade será también otro de los ingredientes esenciales para esta nueva generación.
El poderío de Honda es indiscutible y es cuestión de tiempo, poco, que haga valer su potente inversión en MotoGP para que sus seguidores pueden beneficiarse de una de la tecnologías más avanzada creada para una moto deportiva. Si, ya la ha puesto disponible en su RC123V-S pero hablamos de una moto que se puede comprar presentando una nómina en un banco...
Estos son los rivales de Honda cuando llegue con su nueva CBR1000RR Fireblade en 2017: