Desde su lanzamiento en 1987, la RC30 fue una moto cautivadora por lo innovador que fue el concepto en su día, sentando las bases del rotundo éxito que cosecharía HRC en la máxima categoría del motociclismo años más tarde y que se ha prolongado hasta hoy.

La clave estaba en el motor V4 a 90º con doble árbol de levas y 86 CV de potencia que además tenía una configuración de encendido revolucionario que repartía las pistonadas en 360º del cigüeñal, algo esencial para las demoledoras aceleraciones que era capaz de proporcionar la apodada RC30. Precisamente esta era la denominación de su bastidor de aluminio que iba a compañado de un basculante monobrazo que fue desarrollado junto a Elf.

Su carenado creó escuela y fue imitado hasta la saciedad por la competencia, convirtiéndose en todo un icono de la industria del motociclismo por derecho propio. Su fabricación artesanal hizo que se convirtiera en una moto muy codiciada por los grandes plazos de espera que daba la marca, ya que HRC las montaba una a una. Por eso merece la pena ver como los ingenieros de Honda creaban cada una de estas joyas de la ingeniería de la automoción.