Para quienes a estas alturas no sepa qué es el PuntApunta, se trata de una travesía organizada por BMW Motorrad, abierta a cualquier marca, consistente en atravesar la Península Ibérica, recogiendo agua del mar del punto de salida y depositándola en otro mar en el destino. Se lleva realizando desde hace cinco años, cada vez con un recorrido totalmente distinto.

En la edición de este año el agua se recogía en la costa asturiana, en la ciudad de Avilés, para ser más concretos, y tras hacer parada en Valladolid y Segovia, finalmente se devolvía al mar en la localidad valenciana de Cullera. En total, unos 1.500 kilómetros por carreteras secundarias con miles de curvas que los más de 700 inscritos se encargarían de llevar a cabo. Y nosotros con ellos, a los mandos de una BMW F 800 R.

Los preparativos del PuntApunta

La elección de moto fue un tanto accidental pues BMW me había asignado en un principio una R 1200 GS Adventure, una trail impresionante... a la que no llego con mi 1,65 m de altura. Estaba claro que para tantos kilómetros de curvas y tantas horas encima de la moto haría falta algo ligero, con un motor lleno a medio régimen y de tamaño contenido, de ahí que la naked de 800 cc se convirtiera en una excelente opción.

El siguiente punto importante es el del equipaje, que tiene que ser completo al circular en todo tipo de condiciones: calor, frío, lluvia... Por suerte la F 800 R contaba con un par de maletas laterales y un baúl trasero, capacidad más que suficiente para ir con hasta ropa de sobra, y siempre con la ropa de agua lo más accesible posible.

Las verificaciones del PuntApunta tenían lugar de 15:00 a 20:00 en Avilés, por lo que tenía claro que había que salir pronto para ir sin agobios desde Madrid en un terreno desfavorable para una naked. Tenía pensado ir por la A-6, pero al poco de salir ya estaba aburrido de la autopista y ya tiré por el Puerto de los Leones y crucé el de Pajares ¡sin tráfico!

Con la llegada al punto de reunión en el que iban a llevarse a cabo las verificaciones comienzan los nervios. Había que montar el soporte del roadbook, necesario para seguir las indicaciones del libro de ruta facilitadido por la organización a cada uno de los participantes, además de colocar el dorsal y revisar el estado de los neumáticos.

En el “breafing”, de obligada asistencia, ya quedó clara la filosofía del PuntApunta: es un viaje turístico, no una competición, y en el que debe primar la seguridad y el respeto al resto de vehículos y participantes.

Día 1: Avilés - Valladolid

Las carreteras de montaña de Asturias eran las encargadas de darnos la bienvenida en esta primera jornada. Cuatro puertos como aperitivo, casi nada, a cada cual más bonito, aunque me quedo con el de Somiedo como favorito. Toda la lluvia caída estos meses tiene su reflejo en el campo, con el verde del campo dando color al viaje.

Cambios continuos de temperatura por las diferencias de altura, pero en todo momento con el sol acompañando en una mañana perfecta. Me llamó la atención las diferentes maneras de afrontar este evento, desde los que madrugan para apenas parar y llegar pronto a destino, hasta los que se lo toman con tranquilidad parando en cada pueblo, mirador o bar para estirar las piernas y tomar un café. Tampoco hay unanimidad en lo que se refiere al ritmo de marcha, aunque he de decir que el comportamiento es ejemplar por parte de todos y en ningún momento he visto a nadie rodar a ritmos altos, ni dar acelerones y siempre aparcando las motos en línea para que hubiera sitio para todos.

El marcaje del roadbook es perfecto, prácticamente imposible perderse, con todas las gasolineras señaladas para planificar los repostajes de la mejor manera. En este primer día apenas perdí tiempo en el repostaje.

La segunda parte de la ruta, ya por la tarde, nos hacía abandonar la montaña y entramos en las llanuras de la meseta, tomando carreteras más rectas pero con la amenaza de lluvia asomando en el horizonte. Decidí entonces avanzar lo más rápido posible sin realizar paradas, sintiendo las primeras gotas de agua en el casco tras detener mi moto en el paseo habilitado por el Ayuntamiento de Valladolid. Qué suerte, ni siquiera tuve la necesidad de ponerme el traje de agua. Ahora bien, los que llegaron posteriormente, sufrieron incluso una ¡fuerte granizada!

Disfruté de un gran día de moto, 450 kilómetros, conocí a un buen número de motoristas de todas las edades y logré llegar seco al hotel. Tras la cena departiendo sobre la jornada, me fui al hotel en donde me quedé dormido a los pocos segundos.

Día 2: Valladolid – Guadalajara

Quien piense que rodar por la meseta implica hacerlo por largas rectas está completamente equivocado. El PuntApunta es una caja de sorpresas y el camino más corto y previsible no es el elegido. La organización nos llevaba por las rutas del vino, pasando por célebres pueblos como Pesquera de Duero, Peñafiel o Aranda de Duero, con llegada a El Burgo de Osma poco antes de la hora de comer y en donde alguno aprovechaba para sacudirse el polvo de las pistas de tierra que nunca faltan en esta cita, todas ellas sencillas incluso para las grandes K 1600 GT.

La tarde volvía a ser entretenida, disfrutando de las curvas de las provincias de Soria, Segovia y Guadalajara, con la amenaza del agua en el cielo otra vez. En Riaza, de hecho, me enfundé el traje de agua por si las moscas, que llegaron en forma de granizo y agua... de nuevo para los que iban a un ritmo más tranquilo. El Puerto de la Quesera y el pueblo de pizarra negra de Majaelrrayo se tornaron en color blanco con los cerca de 10 centímetros acumulados de granizo que gracias a las altas temperaturas desaparecieron en poco espacio de tiempo.

Otro ayuntamiento, en este caso el de la ciudad de Guadalajara se volcaba con el PuntApunta y decidía cerrar la Plaza Mayor para que las motos descansaran a los pies del edificio consistorial. Un parque cerrado con solera y dando ambiente mientras los pilotos iban entrando con cuentagotas, empapados y con caras de cansancio.

Día 3: Guadalajara – Cullera

La organización tenía preparada una gran etapa para terminar el PuntApunta 2018, nada menos que 535 kilómetros de recorrido y avisando que nos vamos a hartar de curvas. Gran acierto por su parte el de alternar los trazados más revirados con las largas rectas de la nacionales, con mención especial a los impresionantes paisajes que ofrece el Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Ésta ha sido en la única ocasión en la que ha habido colas en las gasolineras.

De ahí, en dirección hacia la A-3, pasando por Utiel y Requena antes de llegar a las impresionante carretera de curvas en Siete Aguas, que servían como colofón previo a la aproximación a la costa. Cogíamos en este momento la autopista, una decisión acertada para evitar rotondas en un sábado de buen tiempo en la costa levantina, sobre todo porque con el cansancio acumulado y las ganas de llegar se podían producir distracciones y accidentes.

Y es que si hay un punto en el que los organizadores ponen énfasis es en el de la seguridad. Por quinto año consecutivo no se ha tenido que usar la ambulancia que acompaña a la caravana. Alguna caída ha habido, normal con tanta gente y tantos kilómetros recorridos, pero ninguno de consideración. Un éxito achacable al buen comportamiento de todos los presentes y a la organización, que ha realizado un marcaje estupendo gracias al cual se podía prestar gran atención a la carretera y menos al roadbook.

Mi opinión sobre el PuntApunta

Aunque no soy un novato en eso de viajar en moto, sí que es la primera vez que lo hacía en un evento acompañado de tanta gente. Siempre he huído de las aglomeraciones, me gusta más rodar en solitario o con uno o dos amigos, y el PuntApunta me ha servido para acabar con estos prejuicios. Salvo el primer día, que al salir tarde encontré algo de tráfico en las carreteras más estrechas y lentas, el resto del tiempo rodé con bastante comodidad, incluso en alguna ocasión tuve la sensación de estar perdido al no ver moto alguna.

El roadbook es otro de los aciertos, claro, sin errores y con la tranquilidad de poder planificar el día anterior la etapa marcando dónde repostar para perder el menor tiempo posible.

En cuanto a la moto, encantado de haberlo hecho con la F 800 R, pues con una una más grande hubiera llegado más cansado al final de cada etapa. Creo que para una travesía de este tipo la moto ideal es una trail media que se defienda muy bien en el asfalto, con unas suspensiones confortables y que sea ligera. La nueva F 750 GS puede que sea la recomendable.

Lo mejor de todo este viaje es la posibilidad de conocer gente, cada parada se convierte en un punto de encuentro en donde todos hablan con todos, dando lo mismo si viajas en grupo o lo haces solo.

No sé si el año que viene tendré la oportunidad de repetir esta experiencia, pero en cuanto anuncien la fecha la anotaré en el calendario. De la misma manera que estaré pendiente de la segunda edición del PuntApunta en Marruecos, previsto para el mes de octubre. ¿Te vienes?

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