GasGas se encuentra en plena fase de desarrollo como marca, una vez que su integración dentro del grupo en el que también se encuentran KTM y Husqvarna ya es plena. Siendo una marca reconocida por sus productos, los responsables de la compañía han tenido a bien mostrar una cara menos conocida de la compañía como generadora de experiencias para todos los públicos.

Para ello, GasGas ha aprovechado su presencia en las distintas especialidades de la moto de campo, algo que pocas marcas pueden a día de hoy ofrecer, para organizar una serie de eventos por toda Europa en donde compaginar todas y cada una de esas disciplinas. Y es que sus productos son punteros en motocross, trial y enduro, e incluso han comenzando una nueva andadura en el mundo de las e-bikes. Es lo que han denominado United in Dirt, unas jornadas en donde los asistentes pueden pasar todo un día rodando con cualquiera de sus monturas, todo ello en un ambiente sin presión y con aire de fiesta.

Está previsto un evento de este tipo en distintos países, siendo en España el primero de ellos. Ha sido este mismo mes de mayo y no nos lo hemos querido perder. El lugar elegido ha sido el Polea Camp de Tarragona, un lugar con mucha tradición de moto y que acostumbra a realizar campamentos de verano para niños de todas las edades con la moto de campo como piedra angular.

En este recinto se encuentra un circuito de motocross, un área para el enduro y terreno suficiente para poner a prueba las motos de trial. Además, los caminos y senderos de los alrededores sirven perfectamente para darle caña a las piernas en sus mountain bike eléctricas. Además, GasGas nos daba la sorpresa al anunciarnos la presencia en esta primera edición de dos de sus principales embajadores, Laia Sanz y Albert Cabestany.

Motocross para todos los niveles

En todo momento se respira un ambiente festivo, nada que ver con la competición. Tras ponerme la ropa de faena en los vestuarios -con duchas y todo tipo de facilidades- pronto te ves inmerso dentro de un mundo en rojo, que domina la decoración de camiones, carpas y, por supuesto, las motos de GasGas. Todas ellas bien alineadas y con apariencia impoluta separadas por segmentos. Para evitar el contacto con el resto de presentes por protocolo COVID, se establecieron distintos grupos para llevar un orden. Me tocaba empezar con las motos de cross, con algo de respeto pues llevaba más de diez años sin entrar a un circuito. 

Las opciones disponibles pasaban por una 125 2T, una 250 4T y la poderosa 450, cada una de ellas con distintas configuraciones de suspensiones y equipamiento. Me fui al término medio, a la 250 4T, en donde comencé a recuperar sensaciones. El trazado era ideal para ello, pues todos los saltos eran sencillos, con caídas suaves en bajada para dejar disfrutar a todo tipo de pilotos, independientemente de su nivel. Incluso se regaba cada cierto tiempo para que el polvo no se convirtiera en un problema serio.

Con los brazos echando humo, tocaba el turno a la 450, toda una bestia para mis poco trabajadas extremidades superiores que pronto se vinieron abajo. En tres vueltas ya no era capaz de domar tanta caballería, por lo que optaba a descansar un rato en una de las carpas mientras tomaba algo de líquido. Decidía volver a pista, pero esta vez con la 125 2T, una moto realmente divertida por su agilidad y potencia. Lo estaba pasando realmente bien, aunque enseguida nos indicaron que había que dejar paso al siguiente turno.

Enduro subido de pulsaciones

Abandonaba la 125 con mucha pena y decidía iniciar la prueba de las enduro con la 250 2T, la moto de inyección con el motor más pequeño dentro del segmento de GasGas en esta especialidad. El recorrido marcado se dividía en un apartado Soft y en otro Hard, como si fuesen los modos de conducción del motor. Para tomar contacto me iba por el suave, aunque no por ello del todo sencillo, pero en la segunda vuelta ya me iba por el complicado para verificar de qué es capaz esta enduro. Subidas, piedras, escalones, tramos revirados... El trazado marcado para la ocasión tenía de todo, siendo bastante machacón. Un recorrido ideal para ver el doble carácter de la 250 2T, muy agradable y fácil de llevar abajo, pero con mucho carácter arriba.

Tras ella, le tocaba el turno a la 300 2T, demoledora con su medio y bajo régimen que te permite afrontar todos los escalones sin necesidad apenas de abrir el gas. Eso sí, castiga bien los brazos; hay que estar fuerte para sacar todo su jugo.

Terminaba la prueba de enduro con las 4T, la 350 y la 250, que fue con las que más a gusto me encontré. Especialmente con la 350, casi igual de descansada que la 250 F, pero con esa energía extra que no te obliga a estar tan pendiente del cambio.

Trial con profesores de lujo

La especialidad más complicada es, en mi opinión, el trial. Son motos que se conducen de otra manera pero que otorgan mucho tacto. Por suerte contamos con la ayuda de Laia Sanz y Albert Cabestany, quienes pusieron todo su empeño en intentar que siguiésemos sus indicaciones. No era su intención que terminásemos subiendo paredes imposibles, pero sí que terminamos entendiendo un poco más cómo se comporta una trialera y cómo jugar con el peso, las inercias y el mando del embrague.

Punto y final con pedales

Terminamos el día disfrutando con las bicis eléctricas por unos caminos increíbles, idóneos para este tipo de monturas. Nunca antes había montado en una de estas y me pareció el complemento ideal para disfrutar de la montaña.

Así acabamos con la primera edición del United in Dirt, un evento distinto en el que prima la diversión por encima de la competición. Os recuerdo que no hace falta ser usuario de la marca y que lo único que hay que tener es ganas de pasarlo bien con todo tipo de motos, incluso con aquellas con las que no estamos familiarizados.