Heredera de una denominación icónica en la trayectoria de la firma nipona, no hay duda de que la Yamaha R7 abre un nuevo capítulo en la historia de las motos deportivas. Una moto que, al contrario de lo que ocurría hasta hace bien poco -cuando las naked surgían desnudando una deportiva-, nace apoyándose en la excepcional base que ofrece la exitosa naked MT-07. Aderezándolo con ligeras mejoras en la parte ciclo, un carácter más agresivo en el comportamiento de su bicilíndrico CP2 crossplane (gracias a unos ajustes en el encendido, conductos de admisión de aire optimizados, un sistema de escape rediseñado y unos desarrollos más cortos). Así como una imagen más radical, tomando como clara inspiración las líneas de la cabecilla YZF-R1.

Con un precio 2.400 € por encima que su hermana “desnuda” -9.399 € frente a 6.999 € (9.799 € en el caso de la versión GP 60 Aniversario)- quizás algunos se preguntan dónde está justificado este incremento. Pero conviene no olvidar que, pese a estar basada en la MT-07, la R7 incorpora algunos elementos enfocados en ofrecer un mejor comportamiento en conducción deportiva: Como la horquilla invertida de 41 mm firmada por KYB en su tren anterior (totalmente regulable y con las funciones de compresión y rebote separadas en cada barra), la bomba de freno radial de la prestigiosa Brembo o el sistema de embrague antirrebote (además del quickshifter, disponible de manera opcional).

Sin embargo, cuando miramos a la competencia es difícil identificar un claro rival para la nueva R7. Debido a su equilibrado concepto, que combina un motor con una entrega muy lineal y progresiva, capaz de satisfacer a pilotos de cualquier nivel, con un estilo muy radical sin llegar al extremo (de la que podéis leer todas nuestras impresiones tras una intensa jornada de pruebas en Almería) . Por eso, conviene echar un vistazo al resto de opciones disponibles en el mercado, a la hora de decidirnos por la que mejor se ajuste a nuestras necesidades.

Aprilia RS660: La precursora de la nueva ola de deportivas de media cilindrada está dirigida a aquellos que buscan un producto más premium. Reflejado en un precio sensiblemente más abultado (11.350 €) y justificado por una parte ciclo a un nivel superior y una electrónica más evolucionada. Con una relación peso/potencia muy por debajo del resto de competidoras, debido a los 100 CV que despliega su bicilíndrico no existe posibilidad de limitación para aquellos en posesión del A2. Ver ficha.

Honda CBR650R: Quizás la contrincante más directa, reavivando la eterna rivalidad entre las motos de Tokio e Iwata. Con una potencia ligeramente por encima a la R7 a causa de su ‘tetra’ (94,6 CV), comparten un concepto muy parecido. Así como una dotación muy similar, tanto en la ciclística como en sus ayudas a la conducción, un apartado en el que la CBR650R se desmarca al incorporar control de tracción. Unas similitudes que se confirman en un precio muy parejo, que hará más difícil decidirse por uno u otro modelo. Ver ficha.

Kawasaki Ninja 650: La apuesta de Kawa en segmento ofrece un paquete menos radical que el de la R7, con un propulsor menos potente, una parte ciclo algo más básica y un enfoque más cercano al sport-turismo. Lo que le permite jugar la baza del precio más ajustado entre las cuatro competidoras (8.199 €). Aun así, sus genes racing son evidentes en su estética, claramente inspirada en la exitosa Ninja ZX-10R, demostrando lo máximo en la versión KRT, con una decoración similar a la moto de SBK y una selección de accesorios exclusivos (cúpula ahumada, protector de depósito, tapa del colín y escape Akrapovič). Ver ficha.