Avalada por su apabullante cuatro cilindros turboalimentado, capaz de rendir una potencia por encima de los 300 CV, la Kawasaki Ninja H2R continúa paseándose como un unicornio entre el universo de motos deportivas. Una moto concebida para un uso exclusivo en circuito y dirigida en exclusiva a amantes de sensaciones fuertes que continúa, un año más, poniendo el toque más radical en la aclamada saga Ninja del constructor de Akashi.
Una moto “supersónica” que, además de un propulsor de 998 cc asistido por un compresor de alto rendimiento -con el que declara potencias de entre 310 CV hasta 326 CV con ram-air-, confía en otros elementos que hacen posible el pilotaje de esta auténtica bestia desbocada. Tanto en su ciclística, en la que destacan su chasis tubular tipo Trellis, el equipo de suspensiones con una horquilla KYB y un amortiguador TTX36 de la sueca Öhlins, o lo más granado de Brembo con unas poderosas pinzas Stylema en el eje anterior. Como en el apartado electrónico, con un despliegue inconmensurable en su paquete de ayudas: Control de tracción con asistencia en curvas 3 modos y 9 niveles, launch control, embrague antirrebote, quickshifter...Todo eficazmente gestionado desde una IMU firmada por Bosch.
Y con una agresiva estampa en la que su paquete “aero” pone en evidencia la importancia de la aerodinámica en una moto de estas características. En la que los alerones y spoilers, sobre su carenado en fibra de carbono, tienen como misión aumentar al máximo la carga aerodinámica para conseguir que este brutal misil tierra-tierra no se despegue del suelo.
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