Quizás algunos ya lo hayan olvidado, pero KTM fue una de las primeras grandes firmas en presentar un proyecto de una moto con cero emisiones. Fue en 2010 en los pabellones del Salón de Tokio, cuando los austriacos presentaron al mundo el prototipo de la KTM Freeride. La primera moto de off-road de Mattighofen propulsada por un motor 100% eléctrico, que años más tarde pasó a la producción en serie materializada en la KTM Freeride E-XC que nos ocupa.
Una moto -que comparte el gusto por los terrenos polvorientos como el resto de off-roaders naranjas- que se puede adquirir en dos diferentes versiones en función de su potencia (15 CV o 24 CV), equipada con tres modos de conducción (Economy, Enduro y Cross), sistema de recuperación de energÃa, y con una parte ciclo de alto nivel, como nos tiene acostumbrados KTM en todas sus creaciones. Y con la que poder llevar a cabo recorridos campestres de corto alcance, sin riesgo a contaminar el medio ambiente.
Una scrambler que manteniendo intacta la ciclÃstica, propulsor y paquete de baterÃas ofrecido por la Freeride E-XC, que se apoya en multitud de accesorios extraÃdos del interminable catálogo que brinda Purpose Built Moto (compañÃa afÃn a Grid Cycles y estrechos colaboradores del proyecto), ofreciéndonos un concepto realmente atractivo y acorde con las últimas tendencias.Â
Lo que no termina de convencernos son los 17.000 euros que hay que desembolsar para hacerse con una moto de estas caracterÃsticas (unos 5.700 € más que el precio de la Freeride E-XC 2022). Aunque quizás estén bien invertidos, si lo que queremos es salvar el planeta sobre una moto de lo más cool.
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