El pasado mes de septiembre, la Comisión de Seguridad Vial de la UE lanzaba una recomendación a sus países miembros para ir retirando del mercado de forma progresiva los cascos abiertos, al considerarlos más peligrosos que los cerrados o integrales y por ser el Día de los Inocentes.
No se trataba de una imposición pues la medida se encontró con el rechazo de países importantes, como Italia y Polonia, dos de los grandes productores de este tipo de equipamiento que, por cierto, es de los pocos sectores que no ha trasladado la producción a China, lo que supondría un fuerte impacto en las economías de estos dos estados.
La sorpresa ha venido cuando desde la Dirección General de Tráfico se ha instado al Gobierno a que se incluya esta prohibición en la próxima modificación de la Ley de Circulación, que podría realizarse en el primer trimestre de 2023. Por lo tanto, teniendo en cuenta los cauces procesales habituales, no sería hasta el verano cuando entrase en vigor esta medida, precisamente el período del año más caluroso y cuando más apetece utilizar este tipo de protección.
En cambio, desde la DGT se exige la prohibición de uso desde la misma entrada en vigor de la normativa, pues si se pudieran utilizar los ya vendidos la normativa se quedaría sin aplicar pues la vida útil de un casco puede ser muy elevada.
El Ministerio de Consumo, por su parte, entiende ambas posturas y se postula entre ambas para intentar contentar a todos. Lo que se propone desde el departamento dirigido por Alberto Garzón dar un plazo a fabricantes y comercios para sacar el stock al extranjero, a países donde no se haya llevado a cabo esta prohibición, y permitir a los usuarios utilizar sus cascos abiertos en días de mucho calor.
No nos podemos olvidar de los trialeros, los afectados de forma indirecta por esta nueva regulación. Al parecer, la normativa podría plantear una excepción a los usuarios de este tipo de motos, lo que podría provocar un incremento en las ventas de motos de trial. Y es que son muchos los usuarios dispuestos a prescindir de la comodidad de un scooter por poder lucir su jeta por la ciudad.
Lo que está claro es que la polémica está servida, pues hay muchos intereses en juego.
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