Es una moto con un perfecto equilibrio que enamora por su facilidad de conducción, tal y como pudimos comprobar durante la
prueba del anterior modelo, idéntico a este nuevo en lo concerniente a motor y parte ciclo. El precio es otro de sus atractivos puesto que a pesar de ser económica es capaz de ofrecer buenas sensaciones y brindarnos suficiente potencia para disfrutarla casi en cualquier tipo de carretera, siendo una perfecta compañera para el día a día gracias a su dulce motor de cuatro cilindros en línea. Así que pocas pegas se le podían poner y por eso Yamaha ha hecho lo que tenía que hacer, poco:
Destaca sobre todo el faro delantero retocado y mejor integrado en el diseño general gracias a que la pequeña careta que lo envuelve va pintada en el mismo color del depósito y su pequeña carrocería. En cambio, el guardabarros pasa a ser negro mate en la versión blanca y se mantiene para la negra.
Un nuevo tapizado del asiento así como unas asideras para el pasajero de diferente diseño para facilitar fijar la posición del acompañante son las otras mejoras más visibles y acertadas. Otras menos importantes son los intermitentes transparentes que sustituyen a los naranjas o la sencilla instrumentación ahora dispone de una retroiluminación gracias a los LED.
Los precios variarán poco o nada respecto a la moto actual y sólo se presentará en dos colores; blanco y negro. Y como en el modelo precedente, aparte de la versión naked, habrá también disponibles una versión carenada (F) y otra semicarenada (S), todas ellas con sistema ABS opcional.