Prácticamente un año después se hizo real la V7 Clubman para presentarse bajo otra denominación, V7 Racer; un nombre más apropiado si nos atenemos al estilo racing vintage que luce la última creación de Moto Guzzi. Es una auténtica deportiva de la vieja escuela italiana fabricada en el siglo XXI marcada, no sólo por la estética sino también por elementos como los semimanillares que predisponen al piloto a una postura más bien deportiva.
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Partiendo de la V7 Classic y Café se han añadido mucho elementos para operar la espectacular metamorfosis que supone la V7 Racer. A
primera vista destaca el rojo que tiñe la estructura del chasis, el basculante y el buje de las ruedas, imponiendo un toque muy especial acompañado por otros elementos como la careta con el número 7 - un detalle indispensable, presente en el frontal y los costados del colín - o la inscripción Racer con un número de serie en la tija superior.

Luce unos amortiguadores con botella de gas separada y las salidas de escape varían su posición, más vertical en otro claro guiño a su espíritu deportivo. Pero hay algo que no casa del todo con todas este despliegue “racing vintage” y es la potencia de su motor. Pues son llega a los 50 CV y se antoja algo escaso para poder decir que estamos ante una deportiva, aunque sea de época. Y ése seguramente es su punto más débil para atraer a los entusiastas de la motos deportivas con sabor clásico.

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