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La segunda edición de la maxitrail de Kawasaki rompe con su antecesora y nos presenta grandes cambios tanto a nivel estético, como de motor y chasis.

A primera vista, llama la atención sus líneas agresivas, con un frontal muy afilado, con claras reminiscencias a los modelos deportivos de la marca, pero que permite una clara ganancia en la protección aerodinámica. Destaca su nueva cúpula, que ahora es regulable en diferentes alturas sin necesidad de utilizar herramientas. Lo que agradecerán los más ruteros.

Los cambios internos, afectan a los nuevos soportes del motor al chasis (heredado de la Z-1000 2014) con unos “silent blocks” que ayudan a reducir las vibraciones del tetracilíndrico. Sigue contando con varios modelos de gestión y control de tracción. Las novedades continúan con un nuevo embrague servoasistido y sistema anti-rebote.

Los cambios también llegan también a la parte de ciclo. La nueva horquilla de 43 mm cuenta ahora con regulación hidráulica y unos reglajes más suaves. La amortiguación trasera cuenta con un nuevo muelle (colocado de forma horizontal) que mejorará la comodidad en marcha. Otros elementos como los discos de freno (con un nuevo ABS), las llantas, el caballete central (ahora de serie), la parrilla portabultos, o la nueva instrumentación ponen el listón muy alto de cara a la competencia.