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Tras un largo trabajo de marketing, creando expectativas y alimentando la curiosidad del público desde meses -años- atrás, por fin el nuevo modelo de Ducati se muestra tal cual es ante nuestros ojos. Al final incluso parece que no es para tanto, porque no tiene nada que no se hubiera visto ya de forma más o menos explícita, o mejor dicho lo que no se había visto todavía es lo menos “molón” de la moto… pero para eso están los expertos de marketing, ellos sabrán dónde querían llevarnos con tanta preparación para una moto que no sé yo cuánto veremos por ahí.

Lo mejor es que se trata de un concepto interesante desde dos puntos de vista: estético y práctico.Estéticamente la moda scrambler está desbancando entre los amantes del vintage a la en otro momento imperante corriente café-racer, por lo que esta moto no puede llegar en mejor momento. El viaje en el tiempo es inmediato y tanto la forma del depósito, de aluminio, como la elección de algunas combinaciones cromáticas recuerda a la añorada Ducati Scrambler que disfrutamos en España de la mano de Mototrans en los años 70 y sin duda uno de los modelos monocilíndricos más exitosos de la marca, desdoblado realmente variantes Road y Scrambler. 

Con esta Scrambler Ducati vuelve a tocar la fibra sensible a los amantes de lo "retro"

Pero también es una moto práctica, porque con su estrecha carrocería, asequible altura de asiento y ancho manillar puede ser perfecta para un uso cotidiano, en el que pone la guinda la perfecta estética general. Además tratándose de una Ducati se presupone un peso liviano: 176 kilos que no son muchos para callejear o adoptarla como primera moto grande.

El motor elegido es bien conocido: el bicilíndrico en L desmodrómico equipado por la Monster 796, con 75 CV a 8.250 rpm., dos válvulas por cilindro, refrigeración por aire y alimentación por inyección. Perfecto para su aplicación en esta moto, con vigorosa respuesta y potencia más que suficiente para aspiraciones hasta moderadamente deportivas.

En torno a él un nuevo chasis de tubería de acero que se apoya en el propulsor como parte integrante de la estructura ciclística y que parece reducido a la mínima expresión, incluso pintado de negro para que pase desapercibido lo mismo que el basculante en forma de banana, que si os digo lo que pienso no me parece precisamente bonito ni apropiado en conjunto con el resto de la moto, aunque eso es para gustos. Las suspensiones están fabricada por Kayaba y las llantas son de una medida poco habitual últimamente: 18 pulgadas, muy lógicas teniendo en cuenta el estilo de la moto, y de aleación con finos palos o los clásicos radios de toda la vida. De serie incorporará ABS y embrague anti-rebote.

El asiento, de apariencia gruesa y generosa en mullido, es otro de los detalles que rememoran al modelo original, y ciertamente tiene un estilo muy atractivo, mientras que para el tubo de escape se ofrecerán varias opciones, algunas realizadas por el especialista Termignoni. Tampoco la instrumentación ha quedado al azar, siendo moderna pero al mismo tiempo de lo más retro.