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La nueva High Ball destaca por su pureza de líneas y la posición de conducción que nos impone;  manos arriba y piernas estiradas para poder adaptarnos a su genuino planteamiento ergonómico custom Cruiser. Llama la atención la sencillez general y la ausencia de cromados y elementos que recarguen su figura. Es el espíritu bobber: todo reducido a la mínima expresión. El negro mate que domina la carrocería de cabo a rabo acrecienta esta sensación de sobriedad que transmite. Es el único color en el que se comercializará de momento.


Detalles como los neumáticos con el flanco blanco rematan su carácter que no sería completo sin el big twin reclamando el protagonismo que se merece o las dos salidas de escape, discretas por no ser cromadas pero con una clara función estética y acústica.

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El guardabarros delantero recortado es uno de los rasgos bobber de esta High Ball, cuya parte trasera, con el asiento a tan sólo 635 mm pone otro importante ingrediente a esta corriente de la vieja escuela. Hay que insistir en que para ser auténticamente bobber, el guardabarros delantero debería desaparecer y el trasero debería ser mucho más minimal porque es muy aparatoso. El depósito de combustible de 17 l. dibuja una forma suave y conserva una armonía total con el resto de la moto, cuyas líneas fluyen limpiamente. El blanco mate con el nuevo logo de Victory contrasta con la “oscuridad” general.


El motor en V, no sólo aporta una bella estampa a la imagen lateral sino que es el alma de la criatura. Con su buen par de cilindros que cubican 1.731 cc y son capaces de rendir 97 CV podemos encarar lo que se nos ponga por delante enganchados al “cuelgamonos”. Capaz de desarrollar de 153 Nm, cada golpe de gas es una muestra del ímpetu que un big twin puede ofrecer. Alimentado por inyección electrónica con cuerpo de mariposa de 45 mm, sus dos enormes cilindros seguro que son capaces de poner par y potencia en dosis generosas a cambio de un consumo muy razonable de combustible.


Quizás los 300 kg. de peso en seco que anuncia el fabricante sean un poco lastre, incluso para un poderoso big twin como el que lo mueve. Pero las prestaciones puras son más superfluas que la prestancia general de la High Ball. Y en eso no hay duda, está muy lograda porque la moto destila un espíritu auténtico y a la vez muy personal.

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