Al megascooter deportivo por excelencia ya le tocaba presentar algo nuevo, y por fin Yamaha ha tocado lo que todos esperábamos, el motor. Hace años que muchos aficionados al mundo del megascooter reclaman más potencia pero Yamaha no estaba, ni está, dispuesta a romper el logrado equilibrio de este vehículo. Y lo ha dejado bien claro al haber aumentado ligerísimamente las cifras de potencia y par: 2 CV más hasta los 45 y 52 Nm que suponen 10% más. Quizás esto sea lo más

Muchísimas modificaciones que actualizan totalmente el motor y por eso nos preguntamos porqué no se ha buscado más potencia, pues en carretera, a la hora de afrontar viajes se queda un poco justo. Sus razones tendrán...
El equipo de frenos mantiene sus estupendos componentes como la pinza delantera monobloque pero con una leve mejora, y es que el disco posterior aumenta el diámetro hasta los 282 mm. Mantiene el sistema ABS como opción para una mayor seguridad activa.

Ergonómicamente lo que más destaca es la nueva pantalla parabrisas, más pequeña pero regulable manualmente en dos posiciones. Yamaha dice que el menor no incide en una menor protección. De todas formas, es de muy agradecer que se pueda variar la altura. Bajo el asiento sólo acoge un casco integral pero sí han variado las guanteras pues dispone de dos y una tiene 20 cm de profundidad y cuenta con cerradura.
La nueva instrumentación, las nuevas llantas de cinco palos, las nuevas ópticas y los colores rematan un renacido T-Max que da un pasito hacia delante para mantenerse como referencia aunque perdiendo estilo y presentándose un tanto “macarra”.