En torno a un poderoso motor de cuatro cilindros en línea ha construido una moto de impactante personalidad y con un rendimiento realmente eficaz en circuito.

Y poco ha tardado en aparecer una versión, digamos más terrenal, que permite ofrecerla a un precio menor y de éste modo facilita llegar a un mayor número de aficionados a las superbikes de calle. Pero en absoluto debemos pensar que por ello es una RSV4 descafeinada. Mantiene todo su genio porque el motor es el mismo y vamos sentados sobre 180 CV y un conjunto que demanda pilotos con cierta experiencia y buenas manos. La decoración varía entre las versiones Factory y R, así como algunos componentes de la parte ciclo: bien equipada la R, pero no con el arsenal tan exclusivo que monta la Factory. Por ejemplo, las suspensiones Öhlins multirregulables de esta última han sido sustituidas por una horquilla Showa y un monoamortiguador Sachs. También se ha sustituido el amortiguador de dirección Óhlins regulable por un Sachs. Se han suprimido las partes en carbono de la carrocería y el chasis ya no ofrece la posibilidad de modificar sus cotas. Las llantas son de aleación de aluminio.

La tecnología como el acelerador “Ride by Wire” que prescinde del cable tradicional y es controlado por una centralita, o las posibilidad de activar tres mapas de inyección (T (Track), S (Sport), R (Road), también la disfruta la versión R. El conjunto compacto montado sobre un chasis de aluminio y un precioso basculante del mismo material, se mantienen como elementos estelares de una parte ciclo preparada para las altas exigencias de los circuitos. Es decir, quizás estamos ante una moto más lógica de cara al gran público porque los más de 20.000 € que cuesta la Factory la convierten en una moto para unos pocos. No se ha confirmado el precio pero en torno a los 16.000 €, estaría bien posicionada frente a rivales como la Yamaha YZF R1 (16.799 €) o la Suzuki GSX-R1000 (14.799 €).