De aquella etapa sólo queda el logotipo pero la nueva andadura nace bajo esa misma imagen corporativa y ofrece un producto con la misma filosofía trialera de la marca: Su nombre es TR 280i. Todo está preparado para que a partir de junio comience su fabricación en cadena.
El motor dotado de inyección electrónica es el elemento en torno al que se ha dado vida a una moto que llega para competir con las mejores. Y eso sólo se puede hacer con un producto de alta calidad y su aspecto en este sentido no puede ser mejor. Es tremendamente compacta, ligera (67 kg.) y con las masas muy centradas gracias la ubicación del filtro del aire, el depósito de gasolina (3 l.) y el radiador. Se han distribuido de una forma innovadora que el equipo de trabajo ha considerado más eficaz e igualmente válida.
Ver la inscripción Ossa en las tapas del motor es un dardo envenenado al corazón de los nostálgicos. El propulsor es pequeño y con el cilindro inclinado hacia atrás para una mejor ubicación del sistema de inyección y la caja del filtro. Llama la atención también la salida de escape, corta y discretamente ubicada bajo el asiento.
La calidad de componentes y los buenos acabados son evidentes. El depósito, fabricado en aluminio y acero al cromo molibdeno, forma parte de la estructura de la moto que cuenta con piezas de aluminio forjado para reducir al mínimo las soldaduras, y por lo tanto, el peso. Las suspensiones han sido desarrolladas junto a Marzocchi y Öhlins para garantizar que funcionan conforme a las necesidades de la TR 280i.
Dos años se lleva gestando este interesante y ambicioso proyecto que se ha creado a través de Ossa Factory que pretende lanzar otros modelos en lo que sería su regreso al mercado. Marc Colomer ha sido el piloto elegido para el desarrollo de la TR 280i. Y los responsables principales de la aventura han sido un grupo de apasionados profesionales e inversores: Jordi Cuxart, Joan Gurt, Alejandro Laplaza y Joan Roma, junto al alma técnica del proyecto, Josep Serra.