Todo es tremendamente efectista en el mejor sentido de la palabra porque el estilo es muy peculiar a caballo, entre la moto de Akira y las streetfigter más vanguardistas. El colín hacia el cielo es para flipar ya del todo pero el frontal, con las lámparas de una R6, tiene su miga. Como lo es en general la carrocería, de líneas rectas y voluptuosas.
Lo cierto es que la colaboración entre el diseñador Dragon TT y MotoYE tiene una vez más un resultado cuya puesta en escena, casi intimida por la fuerza que transmite.
Todo se ha montado en torno a un motor Yamaha de 1.000 cc, procedente de una R1. Sus 160 CV aseguran las fuertes sensaciones que promete la Atila cuando la miramos. El chasis tiene cierta solera, pues pertenecía a una Yamaha GTS de los 90’, una moto un tanto revolucionaria que podía presumir de exhibir por primera vez una peculiar suspensión delantera de un solo brazo, ideada por James Parker, uno de los padres de la Misión R que os presentábamos hace poco. El subchasis tanto delantero como trasero ha sido realizado por Dragon TT. La suspensión delantera continúa siendo my poco convencional ya que está formada por un único brazo horizontal unido a un amortiguador Öhlins en una posición muy similar. Este componente es de la gama pata negra de la marca Suca, así como el monoamortiguador trasero cuya ubicación es vertical, con bieletas pogresivas; una solución totalmente estándar. Ambo son completamente regulables. Moriwaki también aporta elementos y el escape lo ha hecho Motote y está ubicado bajo gracias a su diseño corto.
Los frenos derivan de unos originales Yamaha que hace una importante aportación al espíritu de la Atila 1000R que lo remata con un estilo deportivo rompedor que abruma un poco. En la web de Dragon TT afirman que el precio sería de 39.000 € pero no se especifica si se puede hacer pedidos y cuáles serían los plazo de entrega. Su debut frente al público fue el pasado mes de noviembre durante el salón de Milán donde sorprendió por su arriesgado concepto estético y peculiaridades mecánicas.
