En positivo
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Herencia clásica
Da gusto llevar entre las piernas una moto tan especial. Y no lo decimos nosotros; durante el tiempo que la hemos tenido ha despertado mucha curiosidad e interés. Tanto viandantes como espectadores a lomos de otras motos o enlatados en sus coches, han admirado su lograda estampa deportiva de época. Su misión es tocar la fibra sensible, y lo hace a las mil maravillas.
Respecto al modelo del que procede, las diferencias más notables las encontramos en el manillar que ha dado paso a un semi-manillar, y el asiento que es “monoposto”. Pero Motoguzzi ofrece un doble asiento sin joroba y unas estriberas para poder circular a dúo. Su precio es de 174 € (IVA incluido). Los silenciosos discurren por los flancos en ambas V7 pero en nuestra protagonista se elevan un poco para contribuir a la sensación deportiva general. Y el color pistacho mate del depósito le va realmente bien.
Con un par...
Está claro: El planteamiento estético es el pilar sobre el que se asienta todo lo demás. Pero no hay que olvidar su motor. Temperamental para tener apenas 50 CV y bien dispuesto para agradar en cualquier situación. El bicilíndrico en V a 90º en posición transversal empuja desde muy abajo, con su par máximo a tan sólo 3.600 rpm. Para ciudad es un importante argumento. Pero no lo es menos para carretera o autovía, donde con reducir una o dos marchas, tenemos un empuje instantáneo y vigoroso para realizar las maniobras de adelantamiento con seguridad. La inyección electrónica le proporciona las ventajas de la técnica actual, posibilitando un buen arranque en frío y dotándola de una respuesta precisa y dulce al enroscar el acelerador. El cambio de marchas trabaja con suavidad pero no es del todo preciso a la hora buscar el punto muerto o engranar la primera. Y se echa en falta una regulación de la maneta para poder adaptarla completamente a nuestro gusto. No es mucho pedir para una moto de casi 9.000 €, aunque no deja de ser un detalle menor.
Ciudadana con solera
Su elegante clasicismo encuentra en la ciudad un entorno muy favorable. La moto se siente ligera y se mueve con soltura, incluso en los espacios más pequeños. La estrechez de la carrocería y los espejos bien integrados en el conjunto contribuyen de forma importante a estas buenas aptitudes urbanas. Y a pesar de que son pequeños, la visibilidad es suficiente. Los semi-manillares hacen que la posición sea un tanto particular y aparentemente incómoda. Pero no cargan tanto las muñecas como pueda parecer, aunque el confort no es el de un manillar plano. Aprueba con buena nota en ciudad, pues además las suspensiones reaccionan con suavidad ante cualquier bache. Los frenos aportan suficiente potencia, destacando el tacto del delantero para modular bien la frenada.
Tranquila rutera
Al abandonar la metrópoli para encarar trayectos por carretera o autovía, recibimos la paliza del viento de rigor a partir de 120 km/h. A ése ritmo la moto va completamente desahogada y se guarda genio en caso de necesidad. Y podemos tirar de él si tenemos ante nosotros algún tramo sinuoso. El par motor a tan bajas revoluciones brinda unas salidas de curva muy dignas y permite mantener un ritmo alto. Pero las cómodas suspensiones ponen coto a la euforia porque la horquilla resulta algo blanda en las retenciones fuertes y la moto pierde aplomo cuando circulamos a velocidades muy por encima de los límites legales. Aunque ir desquiciado por la vida en absoluto forma parte de la filosofía de esta Moto Guzzi, sino todo lo contrario. Su deportividad se queda en la estética y nos impone otro tipo de disfrutes, más tranquilos y no por ello aburridos.Estética Café Racer
Surgió en el Reino Unido en los años 50’. Fue un fenómeno espontáneo que protagonizaron los motoristas anglosajones que transformaban sus motos en busca de la máxima deportividad posible. Por ello dejaban sus motos con tan sólo una plaza y minimizaban el carenado para aligerar lo más posible la moto y lograr las mejores prestaciones. La velocidad era lo importante y los semi-manillares contribuían a una postura deportiva.
Conclusión
Con la V7 Café Racer, si sabes a lo que vas cuando la compras, no te equivocas y no te defrauda porque se defiende en todos los aspectos y es una preciosidad. Quizá un precio menor allanaría el camino pero cuando alguien se enamora de una moto, las cuestiones económicas pasan a un segundo plano. Y no creemos que sea un gran obstáculo los 8.920 € que cuesta, aunque alguno pueda pensar que es un precio algo elevado teniendo en cuenta que por ésa cantidad se puede adquirir una moto de última generación repleta de tecnología. Sí, de acuerdo, pero no es una Moto Guzzi…