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Es indudable que cuando en Polaris se plantearon esto de hacer motos custom tenía un espejo en el que mirarse, lo que a priori sirve para sacar ventaja de qué hacer y qué no, aunque no siempre la jugada sale así. En este caso diría que cuando la bola negra entró en el agujero el resto ya estaba dentro. Una buena jugada… pero contémosla como se merece.

Ficha técnica y precio Victory Vegas 8-Ball>

La Vegas 8-Ball es la versión más económica de la gama Victory >, fabricante que pertenece al grupo estadoinidense Polaris. Por cierto que Polaris recientemente ha adquirido la mítica marca Indian, que según nos han confirmado llegará a nuestro país en 2014 con una nueva Chief >, cuya orientación comercial será más elitista que las Victory. Esto puede afectar a la gama más alta de Victory, ya que compartirán concesionarios… pero los modelos más cruiser o chopper, como la Vegas, no deberían verse perjudicadas.

La Victory Vegas 8-Ball es

el modelo más asequible de la gama

Con su apellido está claro que la tienes en negro o en negra, esa es la elección posible en cuanto al color; y ya puestos -como marca la tendencia- de cromados poco hay que hablar.victory-vegas-8-ball-p1 No os necesita para llamar la atención, por una mezcla bastante lograda de carácter genuino y vocación individualista: El faro trapezoidal, las llantas de palos curvos o el basculante suspendido por un amortiguador central con sistema progresivo oculto de la vista sugieren, antes incluso de ser consciente de ello, que no es una Harley… pero tampoco la típica imitación japonesa sin gracia. Se ve de entrada que Victory ha querido parecerse pero lo justo, llegando al corazón del público entendido que quiere quitarse de encima mitos y leyendas para llevarse una moto con la que disfrutar, con una calidad de fabricación que nos ha parecido realmente buena y haciendo sangre en los puntos débiles del adversario.

En marcha
Al tomar asiento, la primera impresión es la del peso del metal y es que casi 300 kilos en vacío no son moco de pavo. La posición está marcada por las adelantadas estriberas, el bajo asiento individual y el manillar a media altura, ligeramente adelantado. Es perfecta tanto para pasear como un auténtico low rider como para afrontar un viaje delicioso por carretera; siempre y cuando las etapas no se alarguen por encima de 200 kilómetros, para dejar descansar el culo y los brazos que tras una hora de marcha empiezan a cargarse. Eso, o habrá que insistir en el gimnasio.

Introducimos la llave en la incómoda cerradura lateral, en medio de la V de los cilindros. Apretamos el botón de arranque y el V Twin de 106 pulgadas cúbicas (1.731 cc.) cobra vida con un rotundo concierto de pistonadas. El nivel sonoro, no obstante, es más comedido del habitual en la competencia y, sobretodo, las vibraciones se han dejado a un nivel mucho menos evidente.victory-vegas-8-ball-p2 Las Harley vibran más (adrede por supuesto) pero esta Victory conserva el característico borboteo que recorre tu cuerpo a lomos de una bicilíndrica con semejantes perolos bajo el depósito. El embrague es firme pero para mi gusto no excesivamente duro (a un compañero sí se lo pareció, pero va menos al gimnasio que yo…) y primera engrana con un sonoro “clonk” de timbre preciso y contundente; esto sí se nota que ha sido estudiado para sonar a “leyenda viva”. Más allá del evocador detalle del sonido a martillo pilón cada vez que cambias, especialmente en segunda, las marchas entran con precisión, suavidad y sin puntos muertos. Su cárter alberga seis relaciones, por cierto, la más larga denominada con razón overdrive por la propia marca.

Al comenzar la marcha el embrague desliza con progresividad y el equilibrio general de la moto se nota que promete. Es más ágil de lo que puede dar a entender su aspecto y sobretodo estable; condescendiente con cualquier veleidad deportiva del piloto, al que deja hacer sin protestar gracias a unas suspensiones más firmes de lo que acostumbramos a encontrar en la categoría y que en curva ni rebotan ni se acochinan lo más mínimo. El bastidor hace gala de una rigidez intachable. Basta mirar el diámetro de los tubos frontales del chasis para entender que estos estadounidenses copiones no se han andado con tonterías.

Sintiendo el poder de 1.700 cc.
Y lo mejor es que el empuje del motor es tremendo, respondiendo desde las catacumbas como un toro de rodeo con toda la fuerza que puedas esperar de un V-Twin de categoría especial. Su rango de funcionamiento puede llegar desde 1.400 hasta 3.500 revoluciones como margen razonable de uso, aunque si quieres ir de forajido verás la aguja superar los 200 km/h a poco más de 4.000 rpm.victory-vegas-8-ball-p3 A 120 km/h el motor sube y baja rítmicamente entre tus piernas a 2.400 rpm en sexta, según indica la instrumentación, un simple velocímetro con una pantalla de LCD que siempre informa de la hora, la marcha que y cuenta además con cuentakilómetros total, parcial y taquímetro a elegir con un botón situado en la piña izquierda… donde deberían ir las ráfagas, que no trae.
En el hipotético caso de que te hubieras picado con un amigo y su moto de Milwaukee, todo lo más podría ir parejo; él algo más apurado por motor, suspensiones y bastidor no obstante, pero tras una larga recta, cuando se acerque esa curva que obliga a aplicar el freno con fuerza se abrirá un abismo entre lo que tus frenos son capaces y lo que los suyos se conforman con hacer, salvo que seas una nenaza y tu colega un suicida. Basta con echar un ojo a las pinzas de cuatro pistones y los discos flotantes para comprenderlo. El freno delantero hace más de lo que puede con una estrecha goma 90/90 en llanta de 21 pulgadas, pero se porta muy bien y funciona con un tacto muy progresivo, algo importante al carecer nuestra 8-Ball de ABS; mientras que el freno de atrás tiene tacto y potencia plenamente aprovechables, como anuncia el fantástico aspecto de la dotación, gracias a un reparto de pesos que carga bastante sobre la rueda trasera de 180/55 en llanta de 18”.

La "competencia" no frena así ni en sus mejores sueños

Una vez más, al dar los golpes los chicos de Victory sabían dónde le duele más a su rival. Y eso que esta Vegas es lo más esencial y económico de la gama, porque sus hermanas con ruedas delanteras “lógicas” equipan horquilla invertida y doble freno de disco a cambio del algo más de pasta, por ejemplo la Victory Hammer 8-Ball >, con el mismo estilo y gama de colores a cambio de 2.000 “pavos” extra.

La verdad es que el límite dinámico no es fácil de encontrar y mucho antes de intuirlo siquiera los estribos estarán rozando sonoramente por el asfalto.victory-vegas-8-ball-p4 Una sensación cotidiana más del carácter de la Victory Vegas 8-Ball, la outsider iconoclasta que, de no ser por lo bien montado que lo tienen sus vecinos (hay que reconocer que Harley-Davidson hace las cosas muy bien en cuanto a acabados, diseño, calidad y marketing, al César lo que es del César) podría ponerles las cosas muy difíciles en una confrontación totalmente objetiva… aunque ya sabemos que la cosa no va de eso y que de objetividad en el mundo custom hay poco, seguramente por fortuna.

Un precio para poner las cosas fáciles
Porque aunque lo hayamos dejado para el final el precio es otro factor importante más. Por los 12.900 euros que pone la tarifa de esta moto, en el concesionario de al lado te llevarías una preciosa Sportster 1200 Seventy Two bien equipada >, por ejemplo, más ligera y manejable en ciudad y con la insignia que todo el mundo quiere leer en su depósito por las mañanas… pero con 500 cc. menos dentro de su V Twin, además de frenos, bastidor y tamaño claramente inferiores. Y eso que no hemos tenido en cuenta que en el concesionario donde recogimos la moto (Proeuropa) nos hablaron de interesantes ofertas para animar todavía más a quienes se lo estén pensado. No obstante, creo que lo mejor que puede hacer un indeciso que dude sobre lo que ofrece una Victory es darse una vuelta para curarse de complejos.