En positivo

  • Estilo
  • Componentes y acabados
  • Estabilidad a alta velocidad

En negativo

  • Falta mordiente a la frenada
  • Dirección con poco giro
  • Peso elevado


Claves del modelo

-    Motor bicilíndrico en V a 90º con 105 CV de potencia máxima.
-    Transmisión secundaria mediante cardan.
-    Depósito de combustible de 23 l.
-    ABS opcional.
-    Suspensión trasera regulable con pomo ergonómico para ajustar la precarga.
-    Basculante monobrazo con sistema progresivo.



En un panorama muy variado y ciertamente espectacular de motos, puede parecer paradójico, pero encontrar modelos que transmitan realmente algo especial por su esencia,  y no por su tecnología, no resulta tan sencillo. Pero hay marcas que tienen un sello tan personal que no se parecen a nada más, y ésa es la principal de razón de que tengan un hueco en el mercado y el corazón de muchos aficionados. Una de ellas es Moto Guzzi y su catálogo desprende carácter de antaño pero conveniente actualizado y un buen ejemplo lo encarna nuestra protagonista.

La 1200 Sport sorprende desde el primer momento por su estética de innegable sabor retro pero con evidentes muestras de vanguardismo. Y es que el colín contrasta con el frontal pero encajan bien en el conjunto. Quizás los más puristas no lo vean pero para la gran mayoría de la gente que ha visto esta moto, se trata de una imponente belleza italiana. El pequeño cupolino frontal juega un papel esencial en su estilo, proporcionándole un toque clásico y de paso brindando una necesaria protección aerodinámica que se agradece.

Estamos ante una señora moto con unas dimensiones más bien grandes y una postura de conducción que es una de sus peculiares señas de identidad. Me explico; el manillar está un tanto adelantado, es bastante ancho, plano y algo elevado para lo que es un concepto deportivo. Esto quiere decir que vamos un poco tirados hacia delante sobre el enorme depósito de combustible y contamos con mucha palanca de manillar para hacer los giros. Esto hace que la conducción sea un tanto física pero la verdad, agradable. Aunque carga lo antebrazos después de un buen rato a los mandos.

La vida en V

La otra peculiaridad, la más importante, es el propulsor bicilíndrico en V 90º en posición transversal al sentido de la marcha. Nuestra unidad de pruebas no era la última versión que adopta un diferente configuración de la distribución gracias a sus cuatro válvulas. La nuestra era de la de dos, y a falta de haber probado el último propulsor, la impresión es de que se trata de un motor tranquilo pero con genio si lo buscamos. Muy agradable de llevar y con los movimientos de los cilindros, como un latido vital, señal de que aquí hay vida, a diferencia de los ya casi eléctricos pero sosos motores tetracilíndricos. De esto también se encargan las detonaciones al cortar gas cuyo petardeo resulta muy genuino y estimulante.

Los 105 CV de potencia máxima que anuncia la marca son discretos para lo que podría pensarse de una configuración bicilíndrica. Las aceleraciones no son brutales, sino más bien progresivas, constantes y vigorosas si nos empeñamos en mantener el puño cada vez más enroscado. La verdad es que cuando más se disfruta de esta moto es en curvas rápidas, donde galopa con decisión empujada por toda su caballería y apoyada en una gran distancia entre ejes y unas suspensiones que cumplen bien su cometido a pesar de ser un tanto turísticas más que deportivas.

Lo que más rabia le da

Sin embargo, esta criatura italiana no es amiga de las carreteras muy reviradas y de los puertos de montaña, donde se queda casi sin argumentos, mostrándose reacia a entrar rápido en las curvas. Su peso, tamaño y geometrías de dirección la penalizan. Tampoco los constantes acelerones y retenciones le van bien porque de frenos va un tanto justa a pesar de su grandes discos delanteros (320 mm) lobulados Braking (un poco macarras, no crees?). Quizá una bomba más potente podría mejorar las frenadas apuradas porque para un uso normal los frenos responden con eficacia gracias a los cuatro pistones contrapuestos que muerden cada disco.

Cuando llegamos a la ciudad, tampoco está en su terreno ideal pues el ángulo de la dirección es muy amplio y el giro, en parado o a baja velocidad, está limitado y no facilita estas maniobras. Una vez en marcha todo fluye mucho mejor aunque el ancho del manillar hace que tomemos precauciones al pasar entre coches. Para la “city” tenemos algo más de utilidad que en la mayoría de las motos. Su hueco es generoso y el asiento se abre y cierra a la perfección, no como en otras motos que requieren un cursillo. Aquí se aprovecha muy bien el carácter dócil del motor y la precisa conexión con el puño acelerador gracias a la inyección Marelli. Además no tenemos que ir cambiando de marcha constantemente porque las relaciones son largas más bien destinadas a desahogados paseos con metros por delante. El punto muerto es la única pega, pues a veces se resistía no y lo encontrábamos a la primera. La transmisión por cardan es un lujo de cara al mantenimiento pero se mostraba un poco brusco al ir engranando marchas.

 

Conclusión

La Motoguzzi 1200 Sport aúna tradición y vanguardia para aquellos que quieren lo de ayer sin renunciar a lo de hoy. Destaca la buena presencia de sus acabados y aporta materiales y componentes de calidad. Resulta ser una indiscreta compañera porque despierta interés y curiosidad allá por donde pasa. No es una naked urbana, tampoco es una rutera ni tampoco una deportiva para sacarle los higadillos. Es un producto con un atractivo halo de exclusividad con el que podemos hacer de todo pero bajo un prisma diferente porque no todas las motos tienen esa gracia y garbo aunque sean más efectivas y útiles.