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En positivo

  • Buena ergonomía
  • Parte ciclo y motor
  • Selectos componentes

En negativo

  • Poco ángulo de dirección
  • Poca protección frontal
  • Asiento alto para los más bajos

 

La marca de Noale tiene varias cosas que la diferencian del resto. Una de ellas es su pasión por el diseño y otra son los motores bicilíndricos. La Shiver es un símbolo inequívoco de estas dos características y de un par de ellas más; la calidad de los componentes y el espíritu deportivo que impregna casi todo lo que sale de sus cadenas de montaje. Si a esto añadimos sofisticaciones técnicas como el acelerador "ride by wire" o el motor con tres mapas de inyección para optimizar su rendimiento, estamos ante una de las naked más seductoras del mercado. A nosotros nos engatusó y puede que a ti también cuando acabes de leer esta prueba.


Diferente pero igual

Estamos ante una moto que a simple vista llama la atención por sus rasgos afilados y un atrevido diseño minimalista. Precisamente ahí reside parte de la novedad pues la estética ha cambiado y ahora presenta una estampa mucho más ligera aunque igualmente vanguardista. Aparte del faro, el depósito de combustible y las pequeñas aletas delanteras, lo que más denota el cambio es la ausencia de ésa especie de quilla que lucía el modelo precedente. El chasis continúa con su estructura tubular pero presenta un diferente acabado, ya que ahora es de color rojo, salvo en el modelo blanco que tiene el bastidor pintado en el mismo color.

Por lo demás, la parte ciclo se mantiene inalterada, con las mismas geometrías de dirección que hacen de esta moto ágil y estable. Lo que sí ha variado es la altura del asiento que se ha rebajado en 10 mm respecto al modelo anterior así como la anchura y se han reubicado las estriberas, todo en busca de una posición más “al ataque” que se complementa con el manillar algo más adelantado. Esto redefine la Shiver pues ahora se presenta como una naked de carácter más deportivo, aportando una mayor refinamiento general.

 

 

Kilómetros de placer

Es lo que siempre tiene reservado la Shiver para ti. Es una moto que siempre apetece conducir porque propone una postura de conducción cómoda para todo lo que hagamos y un motor dispuesto a todo lo que le pidas, siempre sabiendo que su configuración bicilíndrica condiciona su carácter. Las salidas son fulgurantes pero te obligan a ir empalmando marchas para no encontrar el corte de encendido. Esto hace que casi sin darnos cuenta vayamos deprisa en cualquier desplazamiento aunque admite el ritmo tranquilo estirando las marchas con sosiego y sin tener que recurrir al constante cambio de relación. Es un motor dócil pero con genio, no olvidemos que 95 CV y la respuesta bicilíndrica es un cóctel explosivo si decidimos que así sea. Transmite pocas vibraciones y un ruido muy comedido emana de la doble salida de escape. Nada que ver con un escandaloso sonido procedente de una Ducati Monster, por poner un ejemplo sonado.

La respuesta del acelerador “ride by wire”, controlado por un sistema electrónico en lugar de por un cable, está muy lograda por la precisión que observamos en cada golpe de gas. Además el consumo no es para nada disparatado, muy al contrario sorprende gratamente que arroje 5,5 l. en ciclo combinado, una cifra muy razonable. Y para hacer más eficiente su rendimiento, no debemos olvidar que contamos con tres mapas de inyección seleccionables desde la piña izquierda. Podemos elegir entre el modo deportivo, urbano y de lluvia para adaptar el carácter bicilíndrico a las condiciones imperantes en cada momento. Todo un lujo que Aprilia ha popularizado en su gama.

El cambio acompaña bastante bien al motor porque resulta suave en su accionamiento y bastante preciso, pues no plantea problema poner el punto muerto y cuenta con unas relaciones acertadas porque posibilita un buen rendimiento en marchas cortas pero reserva una buena estirada final para ponernos a velocidades muy por encima de las que el fisioterapeuta recomienda para no castigar el cuello. De todos modos, la ausencia casi total de protección a la altura del pecho y el cuello pone coto rápidamente a nuestras ansias de velocidad y eso a pesar de la nueva cúpula más envolvente.

 

 

 

Entre curvas anda el juego

Ahí es donde mejor se comporta la Shiver pues permite que explotemos a fondo una parte ciclo que brilla a gran altura cuando demandamos estabilidad, agilidad y buena frenada. Nos pone estos tres ingredientes en bandeja para gozar de verdad en los tramos revirados. La geometrías de dirección resultan muy apropiadas porque la moto se muestra neutra, acompañando bien en los cambios de dirección y demostrando un buen asentamiento del tren delantero. Esta solidez permite precisión a la hora de trazar y el equipo de frenos invita a apurar porque los dos discos delanteros mordidos por pinza de anclaje radial ponen en la maneta derecha tacto y potencia. Las curvas se suceden y el tacto deportivo de la Shiver encandila, pues el motor también hace disfrutar de aceleraciones fulgurantes al salir de cada giro y mantener ritmos fuertes aprovechando la parte ciclo a su servicio.

Otra de las novedades es que la llanta trasera ha reducido la medida de la garganta de 6.0” a 5.5” aunque sigue montada sobre un diámetro de 17”. Dinámicamente es algo que a duras penas se puede apreciar aunque lo que sí se agradece son los buenos neumáticos que monta – Pirelli Diablo Corsa III – y que son los responsables de un efectivo agarre en seco, pues en mojado no pudimos probarlos ya que el verano no nos brindó la ocasión.

 

 

 

Matices urbanos


En ciudad es una moto que desempeña su trabajo con desenfado y suficiencia, de forma divertida porque se mueve realmente bien aunque tiene algún que otro condicionante, como por ejemplo la altura del asiento; un pelín alta para los más bajos y eso a pesar de presentarse con un asiento rebajado respecto al modelo anterior. Y hay un aspecto que la penaliza y es su escasa capacidad de giro en parado o a muy baja velocidad. La horquilla con barras de 43 mm de diámetro limitan el giro y en la urbe eso se nota con frecuencia. Pero son dos matices nada definitivos a la hora de apreciar de forma global la excitante propuesta de Aprilia para el segmento naked de media cilindrada. Es una moto diferente que se desmarca del resto de forma muy positiva y que además ofrece un precio muy pero que muy competitivo, pues si a los 7.214 € del modelo sin ABS le sumas en plan Moto-E, pues hacerte con esta preciosidad por poco más de 6.000 €. Una verdadera tentación, ¿no crees?