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Y así llega a los concesionarios esta roadster “neo-retro”, en la que los técnicos de BMW no han querido renunciar ni a la alta tecnología que caracteriza a la marca ni a las prestaciones de la mecánica moderna, pero dotando a la nueva R-NineT de un innegable extra de imagen y detalles que ya no estamos acostumbrados a ver en las motocicletas habitualmente.


Por dar ejemplos, el gran faro circular tiene el escudo de la marca en el centro de la parábola, la chapa identificativa del modelo remachada en la tija reproduce fielmente la que incorporaban las R 90 de los 70 (pese a que el auténtico número de chasis con valor legal esté grabado con láser en un lugar menos visible) y el asiento biplaza está realizado con pieles de calidad, menos prácticas a la larga que el eskay, pero sin duda mil veces más atractivas tanto a la vista como al tacto. Otro elemento muy cuidado es el depósito de combustible realizado en aluminio, metal que podemos admirar al natural en los laterales cepillados, lo mismo que el manillar ancho y plano.

Otra parte importante del pliego de condiciones bajo el que se acometió el proyecto R-NineT era que pudiera ser fácilmente personalizable. Estamos hablando de una moto que va dirigida a un público bastante individualista, que desea plasmar su personalidad en la moto y que esta no sea idéntica a cualquier otra que se pueda cruzar por la carretera. Todo está muy pensado en este sentido, hasta el punto de que para satisfacer a quienes deseen convertirla en monoplaza no sólo podrán aligerar la estética con un colín ad hoc, sino que además podrán desmontar toda la estructura trasera, no sólo las estriberas del pasajero, gracias a que está pensada como un subchasis completo que elimina el triángulo formado por los tubos que soportan la plaza del acompañante.

En otros casos la intención de hacer una moto pensada para ser personalizada tiene a mi juicio una parte demasiado cicatera para tratarse de un producto tan exclusivo -y caro- como este: elementos como los espejos, la instrumentación, las piñas de los manillares y los acabados en negro del sistema de admisión de aire o los propios cuerpos de inyección están directamente tomados sin más de lo que había en el almacén de recambios… mucho plástico, funcional pero fuera de lugar, para que hasta los propietarios menos creativos tengan claro por dónde empezar a personalizar su particular interpretación de la R NineT.

Los amantes de las café-racers podrán hacer de la BMW R NineT una moto a su antojo

Los más avezados amantes de las café-racers lo tendrán fácil para ir más lejos en las preparaciones. BMW ha pensado en ellos creando un sistema eléctrico preparado para separar funciones (en vez de un cableado único integrado como se estila actualmente, para por ejemplo instalar una instrumentación al gusto del usuario), anclajes estándar para estriberas “after-market” o posibles modificaciones de carrocería y suspensión al contar con una estructura de bastidor de acero y horquilla sin Telelever.

Pero subámonos a la moto, no vaya a ser que con tanto detalle se hayan olvidado de hacerla andar… Tranquilo, no va a ser el caso. Nada más colocarme sobre ella percibí la sensación de estar montado en una moto de postura deportiva, con un manillar bajo pero sin excesos y lo suficientemente ancho para permitir una excelente sensación de control sobre la moto. Si bajas de otra BMW bóxer te parecerá que la R NineT es realmente ligera… pero si vienes de una naked deportiva tipo Ducati Monster o Triumph Street Triple –no muy lejanas en ciertos aspectos- te parecerá que a la alemana le sobran algunos kilos y no pocos si nos fiamos de las cifras oficiales: 222 kilos sobre la báscula cuando todo lo que sea más de 200 es mucho en motos de carácter deportivo.

Al poner en marcha el bicilíndrico bóxer refrigerado por aire (la estética justifica esta vuelta atrás técnica) el sonido es tan estimulante como rotundo y poderoso; sin superar los límites de la convivencia, eso sí. La doble salida firmada por Akrapovic es uno más de los diseños con los que se puede configurar la R NineT a gusto del afortunado propietario. Empecé el movimiento y lo primero que me llamó la atención fueron las suspensiones, firmes y algo secas, acentuado por el escaso mullido del asiento. No obstante, como me gusta la carretera emprendí directamente un viajecito de 400 kilómetros, a ver qué tal. Y no fue mal; el asiento es duro pero no incómodo, la postura no machaca brazos ni muñecas y los flujos de aire frontales generan menos presión en el pecho y la cabeza de la que cabría esperar.

En el puño derecho se tiene la excelente respuesta del archiconocido motor bóxer, siempre a tu servicio para empujar con suavidad o con rotundidad y alevosía según el caso. Lo cierto es que pese a que nos hayamos retrotraído a una generación pasada del propulsor alemán sobre la carretera sus 110 caballos son una maravilla, lo mismo que el generosísimo par. La inyección es fea a la  vista del resto del conjunto (el que diseñe unas carcasas imitación de los carburadores Bing de los 70 puede hacer caja… ahí lo dejo), pero su eficacia resulta incuestionable. Pasan unos cientos de kilómetros de aburrida autopista sin demasiadas incomodidades. Mi única contrariedad es no haber podido colocar la bolsa de siempre en el depósito… como es de aluminio los imanes no funcionan, y tras el asiento es muy difícil colocar bien los pulpos si bien al final conseguí apañarme.

Por fin llegaron las curvas y con ellas la hora de mover el esqueleto, algo siempre agradecido al viajar en moto. Por componentes y estilo es un ambiente en el que la R NineT se siente muy a gusto. Frena muy bien, carga el suficiente peso sobre el tren delantero para entrar con confianza en la trazada y hace gala de una precisión incuestionable, pero… hay cositas. Por ejemplo la posición de las estriberas, demasiado adelantada para aprovechar las posibilidades de la moto. Si estuvieran algo más altas y retrasadas mejoraría la posición no sólo en conducción deportiva, yo creo que también en cualquier circunstancia. No hace falta que sea un cambio demasiado radical, un modelo moderado sería suficiente. Y con las maravillas que hace la industria auxiliar yo creo que sería lo primero que modificaría a la moto si fuera mía.

Otro aspecto mejorable es la horquilla. Deriva de la que emplea la superbike S1000RR, pero tengo la impresión que de ella sólo tiene los elementos que se ven: barras y botellas, de estimulante aspecto en ambos casos; pero a la hora de la verdad el taraje no tiene nada que ver. La suspensión delantera es como ya hemos comentado seca en baches circulando a ritmo moderado, pero curiosamente se vuelve blanda y sin carácter cuando llega la hora de “darlo todo”. Se hunde de más al frenar para mi gusto y no cuenta con ningún tipo de regulación. Todo tiene remedio y más en una moto pensada como punto de partida para adaptarla a los gustos particulares, y sin duda cambiar los muelles de la horquilla por otros más efectivos sería una buena opción, uno de esos detalles que no se ven pero se sienten. En cualquier caso es un detalle más dentro de un conjunto excelente en muchos aspectos, empezando por el estético.

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La fama cuesta...
No sé cuántas veces, a lo largo de la semana que la R NineT estuvo conmigo, paré a observarla ensimismado. Pero fueron menos de las que pillé a algún transeúnte escudriñando sus detalles; y no pocos se pararon a preguntarme por ella. Sin duda llama la atención y tiene la tecnología y el funcionamiento mecánico que se espera de BMW, lo mismo que el precio.

Por casi 16.000 euros se podrían haber cuidado más algunos pequeños detalles no tan costosos, como los que hemos comentado. Y si no se ha cuidado quizá podrían haber aquilatado un poco la tarifa… ya que está expresamente pensada para invertir en su personalización y la propia BMW Motorrad ha preparado una extensa gama de accesorios a tal efecto.

En cualquier caso tiene el valor de lo exclusivo, de lo diferente e incluso de lo que probablemente no sufra una depreciación pareja a la de otros modelos más convencionales. No sé si para BMW la R NineT será un éxito o no; seguramente en el departamento de marketing ya estén sacando sus conclusiones, pero es una especie de "extravagancia" dentro de la marca de las motos serias por excelencia, y eso queda ahí. Me recuerda salvando las distancias a la extinta BMW R 1150 / 1200 C, esa moto cruiser realizada hace más de una década sobre la base de este mismo motor bóxer y con la que los alemanes querían llamar la atención de una parte determinada del público custom. No ha tenido continuidad y eso puede considerarse una espantada de la marca al no obtener los resultados esperados; pero hoy en día es un modelo valorado en el mercado de ocasión y que no ha perdido un ápice de su encanto. Ese creo que puede ser el valor extra de la R NineT, y una razón para justificar el importante desembolso que supone,
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