COMPARATIVA DE LOS DATOS TÉCNICOS >

La personalidad de estos dos megascooters deportivos es tan fuerte que tienen fanáticos y detractores, casi a partes iguales. El T-Max 500 siempre cuenta con la ventaja de su experiencia como modelo, y es que ha ido perfeccionándose durante una década para seguir en lo más alto. El Gilera cuenta con la valentía de su concepto, asentado sobre una potencia desmesurada de 75 CV (frente a los 43 del japonés) en un intento muy acertado de proporcionar unas sensaciones lo más parecidas posible a una moto. Su transmisión por cadena a la vista de todos es la prueba más evidente de estas intenciones.

Haciendo un símil entre dos motos deportivas, podría ser casi como comparar una Yamaha R6 con una Suzuki Hayabusa 1300. Una es pequeña, compacta y utilizable en diferentes escenarios frente a un auténtico pepino que necesita muchos metros para intentar aprovechar algo del glorioso motor que la impulsa. Pero hay muchísimos matices que posicionan a uno y otro como mejores o peores, dependiendo del terreno que pisemos.

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Motor: el GP800 impone su caballería

Es uno de los puntos débiles del T-Max cuando lo enfrentamos al Gilera GP800. Y eso que el bicilíndrico en paralelo japonés rinde de forma excepcional pero 32 CV menos se notan mucho cuando cambiamos de un scooter a otro. Para viajar esto resulta definitivo, pues mientras que el japonés tiene que forzar el motor para ir a buen ritmo, el italiano va siempre desahogado. Esto tiene una lectura muy clara cuando viajamos, con el GP800 podemos hacer muchos más kilómetros porque tiene un depósito de combustible más grande y consume menos a altas velocidades porque la mecánica no va tan forzada. Los bueno es que a pesar de la diferencia tan grande de potencia, se puede administrar muy bien porque goza de muy buen tacto al acelerador, aunque claro está que debemos administrar con cuidado el gas porque el GP800 sale catapultado cada vez que enroscamos más de medio puño. Es una delicia disponer de tanta potencia y aquí no tiene rival.

 

La postura de conducción es muy cómoda, y la carrocería, a pesar de no ser muy grande protege bien. Igual que la pantalla pequeña pero tremendamente efectiva y regulable en altura de forma eléctrica. Dos traseras que definen muy bien a cada uno estéticamente. Son dos megascooters deportivos pero poco o nada tienen que ver cuando observamos cada detalle de su carrocería. El GP800 tiene un toque más elegante y el T-Max, algo más macarra pero sin exagerarlo. El T-Max resulta cómodo y tanto la carrocería como la pantalla protegen muy bien. En general, es una delicia de scooter con un carácter muy polivalente.

Ergonomía: empate técnico

En este apartado los dos scooters aprueban con buena nota, no se le puede reprochar la posición de conducción a ninguno. Quizás encontramos un pelín más cómodo el Gilera pero juega en su contra la pantalla que al ser más pequeña protege menos y esto pasa factura en autovía o carretera. Pero aún así es sorprendente lo bien diseñada que está porque con ése tamaño nadie apostaría sin haberse subido en él a que protege de forma tan eficiente. Y además es regulable pero no tiene mucho sentido llevarla en la posición más baja. En el aspecto de la protección, el T-Max va mejor armado gracias a una pantalla más alta y una carrocería que protege mejor. Si hablamos del pasajero, tampoco hay grandes diferencias en cuanto a la comodidad que disfruta en uno y otro. Ambos disponen de asideras para que puedan ir con más seguridad y ninguno lo posicione demasiado alto con la consiguiente paliza del aire. Los espejos retrovisores son vitales para circular con la máxima seguridad posible. Los del T-Max son más grandes y está bien posicionados por lo que ofrece más visibilidad pero llama la atención que los pequeños y más elaborados desde el punto de vista del diseño del GP800, no tienen mucho que envidiar a pesar de su tamaño.

Volumen de carga: escasos pero favorable al T-Max

En T-Max saca algún cuerpo que otro de ventaja aunque a priori estén empatados porque en los dos scooters podemos alojar un casco integral. Pero lo cierto es que el hueco bajo el asiento es más aprovechable en el caso del japonés porque es un poco más grande, da más juego! Y además tiene dos guanteras, sin llave, que vienen muy bien para guardar pequeños objetos. Es una lástima que el GP800 no tenga ni una pequeña guantera ni nada para depositar algunos de los enseres. La verdad es que ninguno es un primor en este sentido porque los dos están muy condicionados por el concepto deportivo que encarnan y han tenido que sacrificar algunos aspectos como este.

 

El italiano es un peso pesado que se mueve muy bien pero demanda más esfuerzos al piloto, por las inercias y por el pesado tren delantero, muy estable a gran velocidad pero poco ágil de movimientos cuando los espacios son reducidos. Son dos vehículos con una tremenda personalidad unidos por motores bicilíndricos, uno en V (GP800) y el otro en paralelo (T-Max), y por la actitud deportivas innata pero entendida de diferente forma: el GP800 es muy pasional, casi ilogico por su potencia pero va muy bien y opone su concepto al T-Max, todo equilibrio y polivalencia. El japonés se mueve de maravilla, resulta tremendamente ágil y a la vez estable. Su efectividad dinámica es indiscutible.

Parte ciclo: domina el depurado equilibrio japonés

El equilibrio del T-Max sale a relucir para mostrar un comportamiento muy satisfactorio siempre, da igual que estemos en ciudad, carretera, autovía, viajando o paseando. Siempre se mueve fácil, con soltura y precisión. El aplomo es total y los frenos responden con una suficiencia que nos da mucha seguridad, tanto para ir deprisa como para ir tranquilos. En cambio el GP800 es un scooter al que tenemos que adaptarnos, y esto no es malo es simplemente diferente. A pesar de ser bastante pesados por naturaleza estos dos portentos, el italiano parece más, sobre todo de delante. Y para moverlo requiere “pegarse” un poco con él, que nos impliquemos físicamente para hacerlo ir por donde queremos. No es tan ágil como el T-Max, porque además es algo más largo entre ejes, pero no se mueve nada mal y es una delicia viajar con él por carreteras despejadas o autovía galopando y guiándolo con suavidad por donde queremos, como si de una moto turística se tratase, sin mostrar inestabilidad gracias a la llanta delantera de 16”. No se percibe la solidez de suspensiones que transmite el T-Max porque el GP800 es más blandito en este aspecto. En el apartado de frenos el rendimiento del italiano no es malo ni mucho menos pero no es tan satisfactorio como en el japonés que por tacto y potencia infunde mucha confianza a la hora de accionar las manetas. El problema del GP800 es que tiene mucho trabajo con las inercias que provoca tanto empuje. Sin duda la frenada se podría mejorar y ofrecer una versión con ABS tampoco estaría de más.

 

El equipamiento es bastante completo pero en esta vista de toda la parte delantera, echamos en falta alguna guantera. Los espejos son pequeños pero se ve muy bien. La sensación de calidad es total. En los dos podemos meter un casco integral bajo el asiento pero el hueco es más grande en el caso del T-Max que oermite guardar más cosas. La peciliaridad es que se abren al revés. Lo único que se puede comentar en clave negativa es que las guanteras son de un plástico que parece endeble y además no tienen llave, con lo que pierden batante utilidad. La instrumentación es muy completa y los acabados son de primera categoría.

Conclusión: la decisión es tuya

Aunque es importante, el precio para decidirse por uno u otro no tiene demasiada importancia porque están muy parejos, siempre y cuando elijamos la versión del T-Max sin ABS. En caso de querer elegir el modelo con sistema antibloqueo la tarifa del T-Max se dispara hasta casi los 10.500 €, mientras que el GP800 supera por muy poco los 9.000. La única verdad de ese duelo es que no hay ganador ni perdedor sino dos scooters que lo único que comparten es ser bicilíndricos, aunque de muy diferente configuración que por cierto influye en las sensaciones que transmite cada uno; porque mientras que los dos paralelos del T-Max permiten centrar mejor las masas y contribuyen a ése sensación de equilibrio y control, los dos en V a 90º del italiano hacen que el centro de gravedad sea más alto y la sensación diferente, menos fácil e intuitivo. La diferencia de potencia es tan brutal que en autovía no se pueden comparar, siempre gana el GP800. Pero lo cierto es que en carreteras reviradas y ciudad, el T-Max es más solvente gracias a una parte ciclo cuya puesta a punto es difícilmente superable. Son dos productos de enorme calidad que no te defraudarán, así que el ganador de este enfrentamiento lo elijes tú porque ya te hemos dados todos los elementos de juicio para poder hacerlo.

 

La transmisión por cadena, como si de una moto se tratase le de un toque exclusivo. Pero es ruidosa y requiere un mantenimiento diferente al de un scooter. El GP 800 luce una llanta de 16 El sistema de transmisión del T-Max está formado por una doble cadena y un variador. Es un sistema también peculiar y resulta más fino de funcionamiento que la cadena del GP800.