Fotos: Carolina F. Varela

Benelli se ha metido de lleno en el segmento de las motos naked para el carnet A2 con dos motos muy interesantes: la BN 302, con motor bicilíndrico, y la BN 251, que es la que hemos probado. Igual te parece raro que una marca tenga dos motos “parecidas” rivalizando entre sí, pero es algo que empieza a ser frecuente y tiene sentido pues así ofrecen productos diferenciados en cuanto a calidad y, lógicamente, precio. Estamos hablando de una diferencia de 1.000 euros entre un modelo y otro, un 25%, que se dice pronto. Kawasaki ha hecho algo parecido con su su Z300 y su Z250SL.

El precio de esta Benelli BN 251 es de 2.999 euros, una cifra muy competitiva por lo que la marca italiana ofrece a cambio. Basta un primer vistazo para apreciar detalles que no se ven en otros modelos más caros, como los neumáticos Metzeler, una batería Yuasa, el nombre de Benelli en relieve en la parte trasera del asiento, o su llavero retráctil para que no te moleste la llave cuando la guardas en un bolsillo. Pero lo más sorprendente es cuando te subes en ella y comienzas a andar. 

Un motor que corre mucho 

Tras haber observado la moto en parado un buen rato, nos subimos en ella para tener las primeras sensaciones. Se nota que es una moto ligera, 143 kg, con lo que moverla en parado es muy sencillo, con un asiento un pelín alto para los que no llegamos al 1,70, aunque como es estrecha se llega correctamente al suelo. Su pata de cabra es algo larga y la moto se inclina poco cuando la aparcas. El asiento tiene un mullido correcto, firme, pero sin que resulte duro.

Basta un ligero toque al botón de arranque para que el motor cobre vida y emita un sonido bastante característico. Es un sonido más grave que el de otras motos de pequeña cilindrada pero que no molesta en absoluto, de hecho, me parece que es bastante silenciosa, lo que yo agradezco mucho. El embrague es blando aunque su tacto no me convence demasiado, pero es preciso y las marchas entran bien. El selector del cambio es suave, pero conviene realizar el cambio de primera a segunda con decisión para no caer en el punto muerto.

En sólo unos metros ya se aprecian algunas de las virtudes de su motor, el cual te permite callejear despacio, a pocas revoluciones, sin necesidad de tocar el embrague. Es un motor monocilíndrico de 250 cc, pero que no se muere incluso circulando a 2.000 rpm, ni siquiera vibra ni se producen traqueteos. Está claro que no puede ser suave como un bicilíndrico, pero entre las 4.000 rpm y las 7.000 apenas se sienten vibraciones, un régimen en el que acabarás circulando el 90% del tiempo. El motor corta a las 10.000 rpm, pero a 7.000 rpm la velocidad que alcanza es de unos 110 km/h, más que suficientes para casi todos los días.

Con estas prestaciones me atrevo a recomendar esta moto tanto para alguien que sólo quiere moverse por la ciudad como para cualquier otro usuario que la utilice igualmente por vías rápidas de entrada y salida e, incluso, para darse su vueltecita el fin de semana sin ir sufriendo. La BN 251 corre mucho, puede alcanzar los 150 km/h de marcador “tranquilamente”, y lo ponemos entre comillas porque el viento te molestará bastante, su cúpula es casi un elemento decorativo. Sólo se nota la carencia de caballos en algunos repechos o cuando pierdes la velocidad y quieres volver a rodar con alegría, pero basta con bajar una marcha y asunto arreglado.

Ya una vez en la ciudad, la dulzura de su motor y la ligereza del conjunto hacen el resto. Resulta muy fácil moverse en el tráfico urbano y llegar pasando entre los coches hasta el primer puesto del semáforo. Los espejos, que ofrecen muy buena visibilidad, no molestan en estas circunstancias. Ya que hablamos de ver y ser vistos, qué bien se ven las luces de los intermitentes, de LED, que brillan muchísimo y se ven perfectamente incluso con la luz del sol incidiendo directamente sobre ellos. Igual que el cuadro de mandos, muy completo, y que se lee perfectamente tanto de día como de noche.

Otro dato que me fascina es el de su consumo, que ronda los 4 litros a los 100 kms, con lo que su autonomía es de unos 400 kilómetros gracias a su gran depósito de 17 litros. Y no veas qué gustazo es llegar a la gasolinera y abrir su tapón de gasolina con bisagra, un elemento que muchas motos más caras no tienen.

Suspensiones, perfectas; frenos, su punto débil

Para lograr esta gran maniobrabilidad en marcha es necesaria una parte ciclo que acompañe. Su chasis tubular de acero, además de bonito, permite realizar los cambios de dirección con mucha seguridad. La moto apoya muy bien de delante, ofreciendo sus neumáticos Metzeler Sportec M5 Interact un agarre bastante bueno, mientras que las suspensiones realizan su trabajo con corrección. La horquilla ofrece muy buen tacto y funciona de manera extraordinaria en prácticamente cualquier circunstancia. El amortiguador trasero, con regulación de precarga, sí que transmite más las irregularidades del asfalto por su tacto algo más seco.

Lo que menos me ha gustado de la Benelli BN 251 son sus frenos. El delantero, de un solo disco, tiene buen tacto pero le falta mordiente, mientras que el trasero tiene un tacto excesivamente esponjoso. Se echa de menos también el sistema ABS, especialmente para los pilotos con menos experiencia.

Buen equipamiento y menos de 3.000 euros

Después de haber disfrutado de la Benelli BN 251 durante un par de semanas se me ha planteado una duda: ¿es necesaria una moto más grande si sólo te vas a mover por ciudad y vías de acceso? Esta cuestión tiene una respuesta complicada y más si lo llevas al terreno económico. Esta moto no llega a los 3.000 euros, se puede conducir con el carnet A2 y su mantenimiento es reducido. Pero no hay que quedarse con la sensación de que se trata simplemente de una moto barata, como ya te he comentado, es una buena moto que si la pruebas antes de saber lo que cuesta te quedarás alucinado cuando te lo digan.

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