Prueba BMW R nineT Pure: pureza roadster

Muchas veces menos es más, y este es un caso claro de cómo cuando se prescinde de los adornos llegamos a la esencia y encontramos el auténtico carácter de una moto. La BMW R nineT nació como un producto de inspiración retro, llena de detalles sofisticados y caros en busca de un lugar en la cima de los productos comparables que se pueden encontrar en el mercado. Un alarde de los que a los grandes fabricantes les gusta hacer para sacar pecho, y una fantástica moto en definitiva. Pero en mi opinión el modelo Pure es la versión más interesante de la gama Heritage, y no sólo por ser la más económica, ni mucho menos.

Con su horquilla de configuración convencional sin regulaciones y unos buenos frenos sin pinzas radiales, la Pure es más lógica tan eficaz y de paso más barata. A esto también contribuye el depósito de acero en vez de aluminio, el subchasis trasero simplificado, las llantas de aleación en lugar de radios, el escape de un solo silenciador y una instrumentación reducida al reloj del velocímetro y cuentakilómetros. En definitiva casi 3.200 euros menos que la R nineT 2017, que se dice pronto, por una moto que en esencia ofrece unas cualidades dinámicas muy similares –sólo ligeramente inferiores en un uso muy deportivo- y algunas mejoras desde el punto de vista práctico.

El manillar, montado sobre unos elevadores algo más altos sobre la tija, y las estriberas más bajas y adelantadas configuran una posición de conducción más cómoda y mejor tanto en ciudad como en carretera a ritmo de turismo. En la misma línea las suspensiones aportan más comodidad, no son tan duras como en el modelo estrella de la gama si bien la R nineT 2017 añade un completo “set” de regulaciones externas en su gruesa horquilla invertida que ahora permitirán suavizar el comportamiento para quienes no quieran sufrir más de la cuenta en cada bache. Además, aunque podría parecer que hacerla menos sofisticada conllevaría un ligero aumento de peso no es así, todo lo contrario: la Pure se permite ser 3 kilos más ligera.

Nada más sentarnos en el asiento ya percibimos que la posición, aun siendo dinámica y con la espalda ligeramente inclinada hacia delante, es relajada. El ancho manillar está a mejor altura para un uso cotidiano que en la comentada R nineT –no digamos en la Racer- y las estriberas caen a una altura mucho más natural que en cualquiera de las otras dos.

Al poner en marcha el motor sentiremos la característica oscilación del bicilíndrico bóxer, con el que a bajas vueltas puedes notar qué pistón es el que está en fase de explosión, algo que una vez alcanzado un mínimo régimen se elimina… es algo que me llama la atención en las BMW bóxer y Moto Guzzi cuando llevo tiempo sin montar en ellas. Como en el resto de la gama R nineT, BMW apuesta por el motor refrigerado por aire/ aceite (puedes ver el pequeño radiador del lubricante detrás de la horquilla) en lugar de la más moderna versión de agua, una elección seguramente basada en la estética. En definitiva 110CV poderosos, impetuosos a cualquier ritmo y siempre dispuestos a impulsar la moto con decisión y en cualquiera de las seis marchas al menor golpe de gas. 

Los frenos son potentes y modulables (me han parecido más progresivos incluso que en la R nineT) y las suspensiones tienen un tarado firme y equilibrado, que no seco ni duro, tanto en la horquilla como en el amortiguador trasero (regulable en precarga y rebote) con Paralever y no se producen cabeceos ni oscilaciones y además cuentan con un amortiguador de dirección para evitar cualquier atisbo de shimmie.

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Fotos prueba BMW R nineT Pure