El germen de toda la familia X-Max se renueva por completo, presentándose como un producto que apuesta por el mismo planteamiento en cuanto a versatilidad de uso, sentido práctico y carácter deportivo.

Habiendo sido propietario del primer Yamaha X-Max 250 de carburación allá por 2006, estaba impaciente por subirme a esta nueva generación, la evolución más profunda desde su lanzamiento. Es un scooter al que recuerdo bien por su magnífica capacidad de carga bajo el asiento- a pesar de ser estrecho-, las buenas prestaciones de su motor así como por tener un logrado equilibrio entre agilidad y estabilidad; un transporte exprés para ciudad y alrededores. ¿Mantendría estas cualidades el X-Max 300?

X-Max: ADN inconfundible

La respuesta no iba a tardar en llegar porque es algo que se percibe desde los primeros metros; rotundamente sí y evidentemente todo muy mejorado. De hecho, ahora cuenta con un aire bastante más selecto pero sin ceder ni un milímetro de su filosofía original, presentándose comedido de dimensiones pero confortable casi como un GT. Además, la fabricación de un nuevo chasis ha permitido rebajar el peso total en 3 kg.

El diseño se ha trabajado en la línea de la familia X-Max actual pero cuenta con una identidad propia, algo que notamos tanto en la parte delantera como en la trasera. La imagen es sofisticada a rabiar con líneas muy marcadas que le dan ese toque fresco y deportivo que además no atenta contra el buen gusto. La iluminación full LED con luz de guía no puede faltar en un producto de esta categoría y no falta en el X-Max 300 que además consigue transmitir una gran sensación de calidad, tanto a la vista como al tacto gracias a los materiales y al ajuste de todo.

Yamaha X-MAX 300: carácter premium

Detalles como el arranque sin llave, evidencian la intención de Yamaha acerca del posicionamiento de su producto que también ofrece control de tracción TCS desconectable. Estos destellos lo sitúan como una elección de evidente carácter Premium que cuenta con muchas otras aportaciones para hacer más cómoda la vida al usuario.

La posibilidad de ajustar tanto el parabrisas como el manillar van encaminadas a su adaptación lo más precisa posible a las características de su propietario. En el caso de la pantalla es manual y requiere desmontar los anclajes para subirlo 50 mm. Y para el manillar debemos contar con la ayuda del mecánico para poder variar la posición en 20 mm.

El asiento con el logo “X-Max” en el respaldo también merece comentario porque cuenta con un buen acabado, un mullido consistente y un tamaño más que suficiente para cualquier trasero. Y al abrirlo encontramos un espacio de 45 litros, un 18% más grande que el modelo precedente, convirtiendo al X-Max 300 en un auténtico portento de carga.

La instrumentación está formada por sus clásicas dos esferas y la pantalla central, pero esta ha ganado tamaño tanto para desplegar más información como para ofrecerla de una forma más clara. Se maneja desde un gatillo en la piña derecha que tiene dos sentidos, uno para consultar todos los parámetros del ordenador de a bordo y en el otro para manejar los varios odómetros que ofrece.

Merece especial atención el conjunto donde se manejan todas las funcionalidades del vehículo y que está formado por una rueda central de mando, con dos pulsadores en la parte inferior para abrir el asiento y la guantera izquierda, donde está la toma USB. En la parte derecha hay otra guantera, también de buen tamaño pero no cuenta con seguridad y abre/cierra por presión.

Todo se activa por proximidad cuando estamos junto al scooter con nuestra “llave inteligente” en el bolsillo. Es la única forma de poder girarla para activar todas sus funciones que van desde abrir el tapón de la gasolina, bloquear la dirección y por supuesto apagar y encender el motor. Es un sistema cómodo y de fácil manejo.

Lo que sí echamos de menos es algo tan útil como el bloqueo de freno trasero e incluso puestos a reclamar a un vehículo de alta gama, regulación para las manetas de freno.

Yamaha X-Max 300: motor “Blue Core” de 28 CV

Es uno de los ingredientes definitivos en el carácter y las posibilidades que ofrece el nuevo X-Max 300. Yamaha ha creado un bloque completamente nuevo con la presencia de elementos como el pistón o el cigüeñal forjados, este último dotado de un eje contrarrotante, para reducir las vibraciones y obtener unas prestaciones de primer nivel. Y todo adaptándose a la normativa Euro 4 que necesariamente exige un menor consumo para contaminar menos.

Yamaha ha logrado un motor de tacto muy sedoso, discreto en cuanto a rumorosidad, cuya respuesta es lineal pero vigorosa

En la práctica, Yamaha ha logrado un motor de tacto muy sedoso, discreto en cuanto a rumorosidad y cuyos golpes de gas se administran con mucha precisión, algo muy de agradecer en conducción urbana. La respuesta del motor al acelerador es lineal pero vigorosa ya que sube de vueltas con bastante facilidad para alcanzar la zona óptima de rendimiento, donde el X-Max se defiende muy bien hasta la zona alta de su cuentavueltas. Esto significa que aparte de ser un vehículo muy rápido en ciudad, es capaz de llanear a 130-140 km con desahogo.

Y tras una ruta mixta que hicimos de bastante kilometraje, lo más sorprendente es que al revisar las cifras de consumo estaban en los 3,8 litros a los 100 km.

Por el monumental corazón de Florencia  

Baches, adoquines, suelo mojado y mucho tráfico, ese fue el menú para la primera parte de la ruta preparada para el X-Max 300 por Yamaha. Se nota que confiaban en su producto porque con semejante “empedrado” hay que contar con una buena suspensión. Por no hablar de la capacidad de maniobra para sortear todo tipo de coches por angostos huecos.

Y desde el primer momento, el nuevo X-Max 300 puso sobre la mesa una facilidad de manejo tremenda para zigzaguear en el congestionado tráfico florentino. No solo gira bien sino que además es capaz de hacerlo en poco espacio, revelándose como un buen arma urbana.

En este escenario también se ponen a prueba los frenos, sobre todo porque la conducción de los italianos te da sorpresas a cada momento. Y la respuesta -con un solo disco delantero- fue más que satisfactoria, contando con el apoyo de un ABS ideal para ir más confiados sobre un piso que inspiraba poca confianza. Esto ponía a prueba constantemente el nuevo equipo de suspensiones, compuesto por una horquilla delantera con barras de 33 mm y un monoamortiguador regulable en cinco posiciones de precarga.

Lo cierto es que su capacidad de absorción en unas calles con tantos baches y grietas es notable, aunque denotaba un tarado un poco duro, más bien de tacto deportivo diría yo. Que las sacudidas en la espalda eran culpa del empedrado, eso por descontado, pero con un hidráulico un poco más suave en extensión, quizás el confort se vería mejorado incluso en situaciones tan adversas.

120 km por la Toscana: diversión inesperada   

Cuando comenzamos a dejar atrás Florencia rumbo a carreteras secundarias con algún tramo de autovía, el Yamaha X-Max 300 destapó otra faceta más dinámica, la que iba a demostrar las capacidades máximas de su mecánica y parte ciclo.

Al abandonar la ciudad, sus cualidades urbanas pasan a un segundo plano y por ejemplo notamos que la protección aerodinámica se resiente, no es la de un GT; aún así es efectivo en este aspecto y eso que no tuvimos la oportunidad de poder subir el parabrisas, pues no es una operación para hacerla a diario.

Sin embargo, tanto la posición de conducción como el asiento se encargan de proporcionar una constante sensación de confort. Además podemos plantar los pies en la plataforma, al uso, o bien estirar las piernas gracias a la prolongación de la misma.

Las suspensiones y el chasis son capaces de proporcionar una sensación de estabilidad difícilmente perturbable, incluso marchando a ritmos verdaderamente altos para un scooter así. De hecho, gran parte del recorrido transcurrió en tramos de curvas enlazadas donde pudimos disfrutar de lo lindo de todo el conjunto. Aquí las suspensiones que nos habían parecido un poco duras, se revelaron perfectas para aguntar frenadas y apoyos fuertes.

La facilidad para moverlo de una curva a otra es notable y acompaña nuestros deseos con bastante precisión, permitiendo rectificar incluso en plena curva. Y todo aprovechando un motor muy versátil, capaz de permitirnos mantener en todo momento un ritmo divertido y con el suficiente empuje como para salir de las curvas más cerradas con dignidad.

Desde luego, no es un vehículo para practicar este tipo de conducción pero encajó con mucha soltura esta ruta ideal para una naked deportiva de media cilindrada. Incluso los frenos de los que fuimos abusando constantemente porque lógicamente el motor no cuenta con apenas retención, tampoco desfallecieron en ningún momento.

Conclusión   

El Yamaha X-Max 300 nos ha parecido un más que digno sucesor de un modelo que ha venido más de 150.000 unidades en la cilindrada de 250 desde su lanzamiento en 2005. Este modelo recoge todo lo bueno pero pone mucha más calidad y equipamiento en juego. Y esto se paga, pues su precio es de 5.699 €.

Con un motor realmente refinado en todos los aspectos y potente, cubre un espectro de uso muy amplio, desde el mismo centro histórico de una gran ciudad hasta cualquier ciudad dormitorio por lejos que esté, el X-.Max 300 puede ser un compañero perfecto. Su extraordinario volumen de carga bajo el asiento rematan las buenas cualidades generales.

› Datos técnicos, información y equipamiento Yamaha X-Max 300

Rivales Yamaha X-Max 300   

El posicionamiento por precio del nuevo X-Max 300 lo sitúa en la parte más alta del escalafón de 300-350 cc. Vamos a hacer un repaso a los rivales más importantes que van a rivalizar con nuestro protagonista. Todos ellos son aptos para el carnet A-2.

Equipamiento piloto

Galería presentación Yamaha X-MAx 300