Fotos: Carolina F. Varela

La famosa y transgresora película de alto contenido erótico japonesa, ha inspirado con su título el de nuestra protagonista, una auténtica viciosa de las sensaciones fuertes. La Yamaha MT-10 ha evolucionado ligeramente en 2017 para incorporar como elemento de serie el cambio rápido para subir marchas y de paso retocar la configuración del mapa de su motor, tratando de dulcificar un poco la respuesta del acelerador pero sin restarle potencia alguna.

En la práctica, poco se puede suavizar un motor de semejante carácter con 160 CV, salvo teniendo un exquisito tacto en la mano derecha. Pero Yamaha ha escuchado las demandas de sus clientes y ha querido hacer más progresiva su entrega.

Ofrece tres mapas seleccionables por el usuario, Standard, A y B. El primero es el más recomendable porque cuenta con toda la caballería pero la respuesta es bastante civilizada. Para situaciones de baja adherencia está el modo B y para las de extrema urgencia el modo A, porque el tacto del acelerador es tan directo que irás con prisa aunque no quieras. Realmente el A es un modo que requiere tacto y experiencia porque la respuesta es instantánea y furibunda aunque es cierto que se nota el trabajo hecho por Yamaha para tratar de dulcificarlo, especialmente en este modo.   

Motor Yamaha MT-10: carácter V4 "en línea" 

Estamos ante una moto con mucho genio, no solo por los 160 CV sino también por el especial carácter de su motor tetracilíndrico crossplane. ¿Y qué significa realmente eso desde un punto de vista práctico? Yo lo resumiría en más tracción y capacidad de aceleración, además de un sonido de los que te calientan el organismo. Es una solución técnica desarrollada por Yamaha y derivada de sus prototipos de MotoGP cuyo secreto reside en el cigüeñal; básicamente consiste en un calado en el que las explosiones que habitualmete se espacian de 180º en 180º de giro del cigüeñal, pasan a ser 270º-180º-90º y 180º, dando dos vueltas por giro y logrando así un carácter similar a un motor V4 pero con una configuración en línea. Por eso cambia radicalmente de carácter en la zona baja y alta del vuenta vueltas, ofreciendo una respuesta siempre directa y muy dosificable desde el acelerador.

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Pero la MT-10 no es solo un motor derivado de la Yamaha YZF-R1, sino también una parte ciclo que se inspira en su hermana aunque las especificaciones son lógicamente menos radicales, con componentes más económicos y adaptadas a un uso eminentemente de carretera. Aunque en circuito no creo que estuviese disgusto, de hecho las suspensiones son multirregulables, y aunque para esto yo usaría a su hermana la MT-10 SP, nuestra protagonista puede dar mucha guerra en cualquiera de los dos escenarios.

Su corta distancia entre ejes (1.400 mm), el basculante de aluminio que pivota muy cerca centro de la moto gracias a una mayor longitud y el bastidor también de aluminio, forman un conjunto compacto capaz de aportar un dinamismo marcado tanto por la extrema agilidad como la intachable estabilidad, tanto a altas velocidades como en tramos virados, su hábitat favorito.   

Personalidad adictiva

En un primer momento es una moto que puede parecer incluso desequilibrada y condicionada por su motorazo, pero cuando coges el tacto a sus geometrías y la parte ciclo, es capaz de proporcionarte mucha diversión sin necesidad de buscarla únicamente en el gas sino en el pilotaje que es capaz de ofrecerte como conjunto.

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De hecho, resulta tan adictivo su rollo que cuando te quieres dar cuenta hasta te duele el trasero de la kilometrada de disfrute que llevas encima, algo a lo que también contribuye el asiento, un poco duro. Ergonómicamente es una moto de postura muy confortable pero no es para abusar de ella haciendo grandes tiradas, al menos sin una pantalla opcional que proteja un poco el pecho y no te haga forzar tanto las cervicales. Por eso Yamaha también ofrece la variante MT-10 Tourer, precisamente dotada de un asiento denominado comfort, una pantalla y un par de maletas muy bien integradas.

Si eres un renegado de las RR’s todavía con el gusanillo en el cuerpo y la espalda para pocos trotes, apreciarás su comodidad y tacto de furiosa deportiva japonesa

De todos modos, tampoco es posible cubrir largas distancias debido al depósito de combustible de 17 litros combinado con el consumo: si la llevas en modo canalla el consumo se puede disparar tranquilamente por encima de los 8 litros/100 km hasta casi los 9. Pero en uso lógico que incluye los desplazamientos diarios, podemos estar en unos 7 l./100 km, e incluso menos. Por eso su depósito cunde más bien poco aunque no es dramático.

Por cierto, como compañera cotidiana nunca será la pareja perfecta en ciudad pero gracias a sus dimensiones compactas, la facilidad para driblar y la capacidad del motor para rodar con cierta suavidad a bajas revoluciones, se desenvuelve con soltura aunque no deja de ser un tigre enjaulado. Le va la marcha y a ti te tiene que ir mucho para tener en el garaje esta espectacular Yamaha MT-10. Como mínimo tienes que ser un renegado de las RR’s todavía con el gusanillo en el cuerpo y la espalda para pocos trotes.prueba yamaha mt 10 2017 accion texto 2

Si es así, apreciarás su tacto de furiosa deportiva japonesa, con un cambio de marchas sonoro sobre el que es muy fácil actuar desde la maneta gracias al sistema asistido que también integra el embrague antirrebote. Su funcionamiento es una gran ayuda en las reducciones más apuradas y a la salida de las curvas contamos con el quiskshifter o cambio rápido que podría tener un funcionamiento más preciso cuando no cambiamos a altos regímenes, cuando resulta impecable.

Pero desde luego el quickshifter ayuda a ir subiendo de marchas sin preocuparnos de la maneta, solo de agarrarnos fuerte al manillar mientras disfrutamos de la brutal aceleración que nos proporciona la apertura del gas que permite dosificar con precisión milimétrica el empuje en cada momento. El acelerador electrónico funciona realmente bien, al igual que el control de tracción discretísimo en las pocas apariciones que hizo durante nuestra prueba.   

Furia nipona

La barrera de las 7.000 rpm es la que marca el límite entre el bien y el mal, a partir de ahí todo es aceleración salvaje, y la parte ciclo tiene mucho trabajo para mantener todo bajo control pero la MT-10 está bien preparada en este aspecto, eres más bien tu el que debe poner cordura a los mandos. En cuanto a electrónica es una moto bastante esencial, pues como hemos comentado, solo tiene control de tracción (desconectable) con tres niveles de intervención y también tres mapas de motor. Y para los desplazamientos por autovía también ofrece un control de velocidad de crucero, un gadget que no nos cuadra con su espíritu guerrero pero del que podemos hacer uso en determinados momentos para dar descanso a la mano derecha.

En lo referente a bastidor y suspensión, no admite crítica alguna aunque obviamente no cuenta con lo mejorcito del panorama; monta unas eficientes KYB delante y detrás multirregulables. Aguanta a la perfección un uso un despiadado en el que quizás sí echamos un poco en falta mayor tacto en la frenada. La pinza monobloque de anclaje radial tiene potencia de sobra cuando nos empleamos a fondo pero podría mejorar en cuanto a la dosificación.

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La precisión en la entrada de las curvas es absoluta, con una rueda delantera que inspira confianza para tirar la moto y seguir la trayectoria de forma milimétrica hasta la salida, donde a poco que nos apliquemos bien con el gas la rueda tenderá a levitar irremediablemente. La moto va siempre muy bien asentada pero permite hacer cambios de dirección con mucha facilidad, aprovechando su manillar plano para ayudarnos en las tareas. En este sentido no parece que llevamos una "mil" entre las piernas.   

Conclusión

El escenario donde mejor se desenvuelve son los tramos de curvas de cualquier velocidad con buen asfalto para que la suspensión trabaje de forma efectiva y podamos aprovechar una buena parte del potencial que tiene su soberbio propulsor, un bloque que despierta tus mas bajos instintos a cada momento y es el complemento esencial en el carácter radical de la MT-10.

En cuanto al diseño, es una moto musculosa de esas que amarás u odiarás por su personalísimo aspecto frontal, pero si te has subido encima ya no tendrás motivo para mirarla mal porque te habrá conquistado por su carácter rebelde pero controlable y muy aprovechable, sobre todo por manos con experiencia. Nada de novatos, sería mucho arroz para tan poco pollo.

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La instrumentación está a la altura de una moto a la última con una pantalla de cristal plana que cuenta con todo lo necesario en cuanto a información, ordenador de abordo incluido, y que además se ve de forma bastante clara.

El precio está condicionando mucho la vida de este modelo ya que se acerca demasiado a la barrera de los 16.000 €, concretamente 15.799 €, pero si te gusta debería animarte la promoción que tiene vigente Yamaha que regala el escape Akrapovic, una de las golosinas más deseadas para un modelo así.

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Galería prueba Yamaha MT-10 2017