Fotos: Carolina F. Varela
- Equipajes
- En ciudad
- En carretera
- Suspensiones y frenos
- Iluminación
- Equipamiento tecnológico
- Conclusiones
- Fotos
En cuanto supe cuándo iba a tener la nueva Roadmaster a mi disposición lo primero que hice fue proponer un viaje a mi pareja. ¿Qué otra forma de probar esta moto en condiciones? Un fin de semana de carretera y manta es la mejor manera de ponerla a prueba en su ambiente y comprobar si las cualidades que desde la marca nos han insistido son realmente ciertas. Y es que lo primero que observas en esta Indian es una gran profusión de brillantes piezas de metal cromado y tres grandes maletas rodeando un enorme bicilíndrico de precioso y muy clásico aspecto sobre el cual sentarte sobre un asiento de cuero del bueno, elaborado con muchísimo detalle. Todo lo se ve es de máxima calidad, sin escatimar en costes y con gran lujo de detalles. Es una moto de turismo americana: lo que harían las marcas europeas de la categoría GT, pero mucho más llamativa, suntuosa y espectacular. La primera vez que tomas asiento impone de entrada, pero pronto compruebas lo fácil que es gobernarla.
Equipajes, no dejes nada atrás
Sus tres maletas son una invitación para que llevemos de todo en este viaje, incluso lo que no es estrictamente necesario, y aunque las laterales son más estrechas de lo que puede parecer a simple vista, su capacidad total alcanza 140 litros.
En ciudad, lástima del calor
Llega la hora de disfrutar de la Roadmaster y nos ponemos en marcha partiendo de la ciudad. En las fechas calurosas en las que hemos realizado la prueba lo primero que deseas es abandonar de inmediato el tráfico lento y en especial las paradas en los semáforos, porque el calor desprendido por los colectores de escape pega de lleno sobre tu pierna derecha sintiendo que te la va a achicharrar, especialmente cuando tienes que echar pie a tierra.
Una vez en marcha, cuando la velocidad empuja el aire caliente hacia atrás, te olvidas del problema. Por lo demás se mueve con facilidad y es hasta maniobrable teniendo en cuenta su envergadura y peso. Es fácil de manejar porque las masas están centradas y bajas. En cuanto le coges el aire no se callejea nada mal con ella.
En carretera, otra dimensión
Por fin dejamos atrás el último semáforo y por delante tenemos mucha carretera. Habrá que respostar en breve, porque el indicador de autonomía nos dice que hay caldo para 50 kilómetros y desde la pantalla nos ofrece buscar gasolineras cercanas así cómo la ruta para llegar a ellas. Le hacemos caso y enseguida estamos frente al surtidor de gasolina.

Si conoces a alguien que piense que para viajar en moto hay que tolerar algunas incomodidades, te aconsejo que le subas al asiento del pasajero de una Indian Roadmaster y le regales el viaje más largo que puedas. No habrá parte de su cuerpo que se sienta molesta, todo lo contrario: desde el respaldo integrado a las plataformas para los pies ajustables en altura pasando por a los apoyabrazos, ofrece todos los extras que puedas desear para un asiento de primera clase.
Por supuesto el conductor está igualmente bien tratado, con un mullido excepcionalmente agradable y un apoyo fabuloso para la parte baja de la espalda que favorece una relajada sujeción de la columna. Los pies descansan sobre amplias plataformas y cuenta con un estudiado carenado que aparta el viento y la lluvia de las piernas y el cuerpo, pero que permite si lo deseas recibir el aire fresco en la cara gracias a la regulación automática de su eficaz parabrisas. Y si el día se vuelve desapacible cuenta también con varios grados de calefacción en las empuñaduras y los asientos.
Tenemos ganas ya de salir de las aburridas vías rápidas y tomamos la salida que nos lleve a una carretera más sinuosa. Aquí el motor no requiere girar alto de vueltas para empujar con fuerza y agradece incluso girar a regímenes propios de un coche Diesel… pero sin humos y con un bonito sonido, discreto pero elegante, que deja entrever el tamaño de sus pistones sin molestar a los viandantes.
Suspensiones y frenos, ¿baches... donde?
Los baches no lo parecen por lo bien que trabajan la horquilla y el amortiguador neumático, ayudados por el generoso perfil de los Dunlop Elite específicos para grandes motos americanas, y si bien no es una moto que vayas a adquirir por sus cualidades en cuanto a agilidad en curva, se defiende bien en cualquier terreno con precisión y seguridad, sólo limitada como en todas en las cruiser de estilo yankee por el roce de los bajos contra el suelo en cuanto inclinamos más allá de lo sutil.
Por eso cobran especial importancia los frenos, que deben usarse muchas veces más de lo que crees que sería necesario para no armar escándalo como un coche de recién casados con latas atadas al parachoques por pecar de optimista. Hay que acostumbrarse a usar ambos, o mejor dicho a tirar del gran pedal del freno trasero con más decisión que en otros tipos de motos más ligeras, especialmente llevando las maletas repletas de equipaje –y puedes llevar hasta el secador de la señora- y pasajero. El doble disco delantero tiene un tacto demasiado suave y no es muy potente para los 400 kilos de la moto, pero si se actúa sobre el trasero se obtiene una capacidad de frenada correcta en conjunto... sin ser lo más destacable de la Roadmaster, mejor que en la competencia.
Iluminación, el indio que todo lo ve
Y así sin darnos cuenta se nos hizo de noche. El faro LED, bautizado Pathfinder por la marca, ofrece una excelente claridad y a ambos lados cuenta con sendos faros auxiliares que aumentan la anchura del haz luminoso en el entorno de la moto y son una maravilla en comparación con lo habitual en los vehículos de dos ruedas (si bien este aspecto ha mejorado mucho en general últimamente).
Además, sobre el envolvente guardabarros tradicional de la casa llevas la cabeza del jefe indio que sirve de emblema con una iluminación interior que le da un aspecto muy especial. Aunque no sirva para ver a través de sus ojos, va de maravilla para impresionar.
Primera clase intercontinental
Llega la hora de bajarse de la moto y la sensación es de que no hemos hecho tantos kilómetros. La comodidad ha sido total, y sólo le pondría un pero: si mides 1,73 como es mi caso tendrás la sensación de que ha sido diseñada para gente más alta por la posición de la palanca de cambio, del freno o la patacabra, demasiado adelantada e incómoda de accionar para mi altura. No hay posibilidad de regulación, lo mismo que en las manetas de freno y embrague. Por lo demás no hay problema e incluso gente bastante más baja que yo llegaba al suelo y manejaba nuestra Roadmaster sin problemas.
En definitiva una moto de turismo ideal para grandes viajeros que valoren su estilo y una comodidad espectacular. Tanto el motor como las suspensiones son perfectos para hacer cientos de millas sin descanso a ritmo relajado, lo que no quiere decir que tenga reservas de sobra para apretar el ritmo ocasionalmente si es preciso. Eso sí, desde el punto de vista de alguien que está acostumbrado a motos más dinámicas gustaría que frenase un poco más.
Su equipamiento tecnológico es de primera clase y gracias a él está a la vanguardia por conectividad. Todo un contrapunto sorprendente que dejará sin argumentos a quienes prejuzguen que sus líneas clásicas y tradicionales corresponden a una moto ruda y hecha sólo para deslumbrar. No pueden estar más equivocados: la Indian Roadmaster es una de las motos con mayor equipamiento electrónico del mercado.
Ficha técnica y precio Indian Roadmaster 2017 >
Equipamiento piloto