Fotos: Carolina F. Varela
- Renovación estética
- Motor divertido y sin vibraciones
- Agilidad y precisión en curvas
- Valoración y opinión
- Rivales
- Fotos de la prueba
En 2013, Honda lanzaba su primera CB500F, una naked sencilla con motor bicilíndrico de 47 CV ideal para los usuarios del carnet de moto A2 por su tamaño y facilidad de uso, y que resultaba igualmente eficaz en los desplazamientos por la ciudad como en las escapadas por carretera los fines de semana. Para muchos, todo un acierto el de desarrollar una moto expresamente para ese tipo de conductor, pues son muchos los que entienden que un motor con esa potencia de origen funciona mejor que uno más potente limitado para poderse conducir con ese carnet específico, por mucho que después se vaya a poder deslimitar.
Menos acertado en esta CB500F, aunque esto es subjetivo, fue su diseño, pero esto lo solucionó Honda dos años más tarde al presentar una nueva versión, mucho más moderna y acorde a los gustos del mercado, la CB500F 2016. Y pasados unos meses, llegó una tercera entrega de la CB500F, idéntica externamente pero con modificaciones en su interior para cumplir con la Euro4, y que protagoniza esta prueba.
Renovación estética
Esa mayor capacidad no altera a la posición de conducción, que sigue siendo muy cómoda, con el cuerpo lo suficientemente erguido para evitar dolores de espalda incluso tras una larga jornada a sus mandos. Su cómodo asiento y su ancho manillar permiten una conducción relajada tanto en carretera como en ciudad, en donde el amplio radio de giro permite circular entre los coches con soltura. Se agradece también su baja altura del asiento -785 mm- así como la corta distancia entre ejes -1410 mm- para que los pilotos de cuaquier talla mantengan el dominio de la moto en cuaquier situación. La única pega se encuentra en el peso, 190 kg en lleno, lo que se antoja un poco alto para las dimensiones de la moto.
La ubicación de la instrumentación permite leer con facilidad toda la información ofrecida, y sólo cuando el sol proyecta de lleno su luz sobre ella se producen reflejos que dificultan su lectura. A pesar de su compacto tamaño se ofrece una gran cantidad de datos, aunque se echa de menos un indicador de marcha engranada, así como un botón remoto en la piña izquierda para poder cambiar la visión de la información en vez de los clásicos botones ubicados sobre el propio panel y que obliga a soltar la mano izquierda del manillar.
Motor divertido y sin vibraciones
Una vez en marcha y conforme se va aumentando el ritmo sale a relucir otra gran virtud: la ausencia de vibraciones. Da lo mismo el régimen al que gire el motor, dejándolo morir o llevándolo hasta la línea roja, que ni a los puños ni a las estriberas llega hormigueo alguno. Bueno, si se sube por encima de las 8.000 rpm -el límite se encuentra a 8.500 rpm- sí que aparecerán algunas vibraciones, pero siempre dentro de niveles de tolerancia aceptables.
Otra cosa es cuando uno quiere disfrutar de una jornada de curvas en una carretera de montaña, entonces sí que hay que aplicarse de lleno para sacar provecho de la caballería al completo. En ese momento hay que cambiar el chip y ponerse las pilas para mantener el motor por encima de las 5.000 rpm, sin permitir que caiga de ahí. Pero tranquilo, ni apurando al máximo a sus dos cilindros en línea es fácil perder la tracción en la rueda trasera. No nos olvidemos que la mano derecha gestiona menos de 50 CV, que si bien son válidos para hacernos felices en un tramo revirado, no son suficientes para desbocarnos de buenas a primeras. Y, eso siempre, sin vibraciones.
Donde sí se nota lo pequeño de su motor es al entrar en la autopista, y aunque es posible rodar por encima de límites legales sin sentir sufrimiento en su interior, sí que es cierto que el consumo se dispara, pasando de los 4,2 litros a los cien kilómetros logrados en ciudad y carretera a los 4,8 km/100 km registrados en autovía. Siguen siendo unos buenos números y más teniendo en cuenta que no serán muchos los que adquieran esta moto pensando en largos viajes por vías rápidas.
Agilidad y precisión en curvas
El motor de la CB500F nos ha convencido y lo mismo podemos decir de su parte ciclo. Se trata de una moto que se inclina con mucha naturalidad, disimulando esos kilos de más que arroja en la báscula y mostrando esa nobleza que se espera de una moto-escuela. Cuenta con un buen apoyo en el tren delantero, siendo la medida de su rueda anterior -120/70 17”- el secreto de su buen funcionamiento en curvas. Se pierde algo de agilidad con “tanto neumático”, pero se gana en agarre y seguridad, algo lógico pensando en quién va dirigida la moto. Ese aumento en la confianza permite finalmente tumbar como si se llevara una montura más liviana y ágil, por lo que me parece acertada la elección de las ruedas.
La frenada sí que cumple perfectamente con su función, y eso que delante encontramos un único disco -320 mm de diámetro- acompañado de otro trasero de 240 mm. El tacto ofrecido, como en el resto de mandos, es algo destacable, además de contar con un ABS que permite apurar las frenadas sin interferir, al menos de manera perceptible, en la conducción. Desgraciadamente no he podido conducir la moto en mojado, por lo que no puedo concluir su funcionamiento en superficie deslizante. Es lo malo de probar una moto en verano, que se complica el disfrutar de todas las condiciones. Al menos, su nula protección aerodinámica, propia de una naked, me ha ayudado a refrigerar pecho y casco en estos días de más calor.
Valoración y opinión
La estética es otro de los apartados en los que han trabajado en Japón, realizando un evidente esfuerzo en su departamento de diseño. El resultado es el que se ve en las imágenes, todo un éxito, a lo que hay que añadir la amplia variedad cromática disponible para este modelo, con hasta cinco colores distintos: negro mate, rojo brillante, blanco perla, amarillo limón y naranja.
Su funcionamiento refinado, con ausencia casi total de vibraciones, un motor alegre y una parte ciclo que otorga confianza son sus principales argumentos, pues permite disfrutar de ella de lunes a domingo en cualquier circunstancia y lugar.
Rivales Honda CB500F
No hay otra moto como la CB500F actualmente, algo que puede resultar sorprendente. El resto de marcas ha apostado por otras estrategias de cara al posicionamiento en el segmento de motos naked para el carnet A2. Algunos fabricantes se han decantado por modelos de superior cilindrada limitables y otros han optado por modelos de 47 CV pero de inferior cilindrada. Dentro del primer grupo destacan la BMW F 800 R, la Kawasaki Z650 y la Yamaha MT-07, aunque hay otros muchos más modelos destacados y que puedes consultar en este artículo de las mejores naked limitables para el A2. En cuanto a los modelos de 48 CV, los más destacados son la BMW G 310 R, la KTM 390 Duke y la Yamaha MT-03, pero hay otros muchos más que hemos incluido en este otro reportaje sobre las pequeñas motos naked del A2. Se podría decir que dos de las mayores rivales de la CB500F las tiene en casa, en las dos Honda de la familia CB con las que comparte motor: la CB500X y la CBR500R, pero ninguna de ellas cumplen la premisa de ser naked.
Equipamiento piloto
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