Fotos: Carolina F. Varela

La actual Suzuki V-Strom 650 es la tercera evolución de este modelo, una moto que nació en 2004, fue renovada en 2012 y que en 2017, con la llegada de la Euro4, recibía las mejoras necesarias para cumplir con todos los requisitos de esta normativa. Lógicamente, los japoneses aprovechaban para trabajar la estética, siendo ahora similar a la de la 1000.

Esta imagen más moderna llama la atención nada más verla, con su pico de pato más logrado que el de la anterior XT, la que se puso a la venta en 2014 y con la sensación de ser una moto más pequeña de lo que realmente es. La única pega en este sentido es el hecho de que el modelo en amarillo sólo esté disponible para la nueva V-Strom 650 XT, la versión con ruedas de radios y más enfocada al off-road. Suzuki sólo comercializa en España las variantes en negro y en blanco.

Tan a gusto como en casa   

Lo que no varía en absoluto es la confortabilidad de su asiento, situado a 830 mm del suelo, una cifra más que aceptable para una trail y que permite sujetar la moto con relativa seguridad incluso a personas de baja estatura como yo, logrando apoyar un pie completamente o los dos de puntillas. Maniobrar ya es otra cosa, especialmente al intentar desplazar sus 213 kg en una superficie con desnivel.

Las dimensiones de su asiento son generosas, lo que pasa es que los que somos cortos de brazos no podemos disfrutarlo por completo al tener que acercarnos demasiado al depósito. Se agradecerían unas tijas que colocaran el manillar más cerca del cuerpo para no tener que estirar tanto los brazos.

Sí que me ha gustado el disponer de una botonera específica para navegar por los menús del display digital. Con ella se accede a los parciales –dos- cada uno con kilómetros recorridos, consumo actual, consumo medio y estado de la batería, además de permitir elegir entre los dos niveles del control de tracción o desconectarlo.

La pena es que el panel digital es muy pequeño para toda la información ofrecida, ocupando la mayor parte de la instrumentación el cuentarrevoluciones analógico y dejando en un segundo plano el velocímetro, temperatura del motor, nivel de gasolina, marcha engranada, temperatura ambiente, información del ordenador de a bordo o el control de tracción… Demasiados datos para tan poco espacio teniendo en cuenta que el tacómetro no es seguramente la información más importante para el uso al que está destinada la V-Strom 650.

A la izquierda del panel se ha instalado con buen criterio una toma de mechero de 12V, un “gadget” esencial para alimentar un navegador o cualquier dispositivo electrónico. En este sentido sí que los japoneses han pensado en el usuario de esta trail. Todo ello queda bien protegido tras la pantalla, regulable manualmente en tres posiciones y que se antoja un tanto insuficiente para personas de más talla.

Suavidad en la respuesta y en los mandos        

El silencioso de la V-Strom 650 2017 es otra de las novedades, un acierto para la vista y para el oído. El sonido que emana de él es realmente atractivo y para nada molesto, lo que se exige hoy en día en una montura del siglo XXI.

Con el ronroneo de sus dos cilindros en V me pongo en marcha. El tacto del embrague es algo duro, pero muy fácil de dosificar. Además, la Suzuki dispone de un asistente para la circulación a pocas revoluciones –y también para cuando se acciona el propio embrague- que hace que el motor suba de vueltas, facilitando las maniobras y los giros cerrados, haciendo más difícil que la moto se pare.

Este asistente permite ir cogiendo confianza en la ciudad, proporciona ese plus de tranquilidad de saber que el motor no se va a calar al abrirse el semáforo como ocurre a veces la primera vez que se coge una moto ajena.

La primera sensación con la V-Strom es realmente satisfactoria, no traquetea por muy despacio que vayas y sin apenas hacer uso del embrague. Se puede incluso circular muy despacio con marchas largas que el propulsor siempre te saca del apuro. Pero hay más, cuando hace falta abrir gas lo hace sin pereza pero sin asustar. Pasa de las 2.000 rpm a las 6.000 rpm de manera lineal y progresiva, siendo posiblemente un poco sosa para los amantes de las sensaciones fuertes, pero más que suficiente para una gran mayoría de los usuarios. 

La V-Strom es todo un prodigio de suavidad, tanto en lo que se refiere a la ausencia de vibraciones como al accionamiento del cambio, con las marchas entrando de manera efectiva y sin ruido alguno.

En ciudad y vías urbanas de circunvalación la V-Strom es todo un prodigio de suavidad, tanto en lo que se refiere a la ausencia de vibraciones como al accionamiento del cambio, con las marchas entrando de manera efectiva y sin ruido alguno. Sólo a partir de 5.500 rpm se empiezan a notar ciertas vibraciones en los extremos del manillar. De hecho, la primera vez que pasé con ella de 110 km/h me parecieron incluso molestas. Pero es una sensación lógica tras pasar de no sentir nada a recibir esas vibraciones en los puños, pero a los pocos minutos rodando en autopista ya vuelven a ser imperceptibles.

En estas vías rápidas, la V-Strom se desenvuelve como si tuviera más potencia de los 69 CV que marca su ficha técnica, especialmente por lo mucho que estira y por lo que corre. Sólo el viento en el casco resulta algo molesto, aunque el pecho sí queda bien protegido. Al contrario que las manos, pues carece de cualquier tipo de protección para éstas, un accesorio casi obligado en cualquier trail de esta categoría.

A la V-Strom le gusta la montaña    

Esa linealidad, progresividad y suavidad sobresalen más todavía en carreteras de montaña, su terreno favorito. Es aquí donde mejor se pone a prueba ese empuje desde lo más debajo de su motor, en giros de 180º para que el asistente al embrague muestre sus virtudes. Insisto en que quien busque salir de manera fulgurante se equivoca de moto, pero haciendo turismo de lo que se trata es de rodar sin estrés, con comodidad y disfrutando de la conducción y del entorno.

Lo mejor es que la V-Strom siempre responde a la perfección independientemente del estado de ánimo de quien la conduce. Permite ese doble juego, tanto si se quiere apurar cada una de sus seis velocidades como si se quiere mirar el paisaje sin usar el cambio o el embrague. Es su mayor secreto, que sirve para todo y para todos, y con la suavidad como apartado destacado.

Ayuda en este sentido su parte ciclo, en especial sus suspensiones, que con su confortable tarado hace que no “existan” irregularidades en el asfalto, pero con la suficiente firmeza como para tener que detener la moto con seguridad de manera brusca. Un buen equipo de frenada se encarga de este cometido, con un sistema ABS nada intrusivo y que deja jugar lo suficiente antes de entrar en funcionamiento. Tiene poca electrónica la V-Strom 650, la necesaria para abrir gas con confianza en terrenos complicados, que es cuando el control de tracción en dos niveles hace su aparición y el ya comentado ABS.

Su chasis, un doble viga de aluminio, apenas ha cambiado desde el nacimiento de este modelo y aunque algo voluminoso su rendimiento sigue siendo notable, permitiendo una conducción muy fluida por muy retorcida que sea la carretera.

Los neumáticos ayudan a afrontar con seguridad las curvas, y eso que nuestra unidad de pruebas montaba unos Bridgestone Trail Wing, con medidas de 19” delante y de 17” detrás, con un dibujo más bien enfocado al fuera de pista.

Salimos al campo    

Animado por calzar unas ruedas con algo de taco no me quedó más remedio que probar su comportamiento en barro y nieve. No hace falta decir que en estas circunstancias todo lo que no sea poner una rueda de tacos es sinónimo de sudar un poquito, sobre todo por la ausencia de agarre delante. Con barro, en cambio, circulando sin hacer locuras y con tacto se puede llegar muy lejos.

No es la V-Strom una moto para salir demasiado del asfalto, pero llegada la necesidad te acompañará mejor de lo que piensas a llegar a tu destino. Permite conducirla de pie con comodidad, agradeciendo, ahora sí, que la pantalla no suba demasiado para tener una mejor visión de dónde colocar la rueda delantera. El asistente al embrague permite bajar el ritmo sin que el embrague llegue a fatigarse y lo único que hay que recordar es que el ABS no es desconectable, aunque sí el control de tracción.

También hay que pensar en lo expuestos que quedan los colectores y el filtro del aceite, por lo que quien quiera la V-Strom para la aventura tendrá que invertir en protegerla.
Las suspensiones en este terreno responden siempre que la exigencia sea la justa, teniendo en cuenta que se circula con una trail de casi 215 kg, con llantas de palos y con un recorrido de 150 mm en cada eje, mientras que los frenos, a pesar del ABS, ofrecen un rendimiento mejor de lo esperado.

Lo más increíble es que ni sufriendo en la nieve y en el barro la V-Strom intenta descabalgarte. Mantiene su nobleza, su facilidad de conducción y esa confortabilidad con la que disfrutar de una gran jornada de ruta a sus mandos.

Opinión y valoración Suzuki V-Strom 650 2017   

La V-Strom es una trail que sorprende, una moto que brilla por la suavidad de su motor de 70 CV, sin apenas vibraciones y con una estirada propia de una montura de mayor cilindrada. Se desenvuelve de manera notable en ciudad, sin traquetreos del motor a baja velocidad y con una buena agilidad entre los coches. Pero donde mejor se comporta es en carretera, sobre todo si hay curvas cerradas en los que sacar a relucir su capacidad para rodar en bajos y en medios, la franja de revoluciones más habitual cuando se hace turismo.

La parte ciclo acompaña en ese objetivo de ofrecer un confort máximo, con unas suspensiones efectivas aún en firmes irregulares y con unos frenos que se comportan a buen nivel, todo ello ayudado por una electrónica no demasiado avanzada pero sí suficiente para no volverse loco con los ajustes.

Sólo le falta una mayor protección aerodinámica -cubremanos y pantalla más alta- para hacer de ellar una viajera inseparable, pudiendo incluso aventurarse en el off-road con cierta alegría, teniendo el principal límite en los neumáticos más que en la moto en sí.

La V-Strom 650 es una de las pocas trail de media cilindrada que quedan en un mercado orientado cada vez más a las grandes maxitrail asfálticas y a 800-900 que rondan los 100 CV, una paradoja en mi opinión pues son muchos los usuarios, con carnet A y A-2, que buscan una moto económica y fiable.

Rivales Suzuki V-Strom 650 2017    

Aunque la tendencia de las marcas es el de lanzar motos trail muy sofisticadas y potentes, sí que es posible encontrar modelos concebidos para un uso diario, con grandes capacidades ruteras y disponibles para el carnet A-2. Dentro de este grupo encontramos la Kawasaki Versys 650, con el mismo precio e idéntica potencia que la de su rival, aunque con rueda de 17” delante, lo que implica una orientación más asfáltica por parte de la “verde”, horquilla invertida y una estética más de moto de carretera.

La BMW F 750 GS, sustituta de la F 700 GS y novedad 2018, es una importante rival para la V-Strom. Sus principales virtudes se encuentran en su novedoso motor de 853 cc con 77 CV de potencia y su baja altura del asiento, que opcionalmente puede incluso reducirse más todavía.

Otro modelo a destacar como rival es la Honda NC750X, también con ruedas de 17”, mismo recorrido de las suspensiones y mayor peso que la V-Strom 650. La NC en 2018 estrena control de tracción y mantiene su versión de cambio automático con doble embrague. Su motor es menos el menos potente de los tres, 54 CV, pero realmente efectivo en bajos y en medios.

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