Sumario

El segmento de las trail medias es uno de los más competidos, con muchas modelos novedosos que han aparecido este mismo año y a la espera de los que llegarán en los próximos meses. Dentro del primer grupo se encuentra nuestra protagonista, la Tiger 800, que en 2018 vuelve a desdoblarse en dos versiones, XR -asfalto- y XC -off-road-, que a su vez se subdividen en otras variantes dependiendo de su nivel de equipamiento y acabados.

La que ha pasado por nuestras manos ha sido la XRt, la más completa de las asfálticas, una montura de orientación viajera que por dimensiones y peso se desenvuelve a la perfección por la ciudad en el día a día y que incluso permite transitar por pistas que no revistan demasiada complicación.

Cambios estéticos     

La renovación del modelo en 2018 ha comenzado por lo que se aprecia simple vista, que es el apartado estético. Mantiene la Tiger 800 su doble óptica delantera, pero ahora con un diseño más elegante y, en el caso de la XRt, con sistema de iluminación de conducción diurna con tecnología LED -DRL-.

La Tiger 800 2018 parece una moto de más cilindrada, pero es una impresión visual que no se refleja cuando se analizan sus medidas y pesos de forma detenida. Esto puede deberse al diseño de los nuevos plásticos laterales y a la pantalla, que ha crecido de tamaño respecto a la versión anterior, pero sobre todo al haberse montado en la unidad de pruebas las maletas de aluminio Expedition (749,99 € + 270 € de los anclajes) y el baúl de aluminio Expedition (353,50 € + 148,50 € de la parrilla de fijación), con los que esta trail se asemeja totalmente a una maxitrail.

Pero no hay que asustarse, incluso con toda esta parafernalia subir y bajar de la Tiger 800 XRt es una tarea fácil para alguien incluso de baja estatura -yo mido 165 cm-. En todo momento me he sentido seguro encima de su asiento calefactado de serie -tiene dos posiciones y además se ofrece opcionalmente uno más bajo aunque sin posibilidad de calentarlo-. Llego al suelo con los dos pies, aunque sin apoyarlos totalmente, y las maniobras en parado se realizan de manera sencilla pues su peso no es demasiado elevado. Lógicamente, sin maletas todo se simplifica más, y además se supone que éstas se guardan en casa hasta que toque salir de viaje.

La posición de conducción es muy cómoda, con el cuerpor erguido tal y como mandan los cánones de las motos trail, con el culo bien apoyado en el asiento y los brazos en una posición elevada y recta. Aunque una de las novedades en 2018 ha sido retrasar la posición del manillar 10 mm, para mí, que soy de pequeña estatura, sigue siendo insuficiente, pues tenía que llevar los brazos muy alargados o bien sentarme en la parte delantera del asiento para descargar los antebrazos. Triumph vende unas torretas elevadas -para pilotos altos-, pero no unas que retrasen más la posición del manillar.

El asiento ofrece un mullido sensacional, firme que no duro, y que garantiza su confort incluso en largas jornadas seguidas encima de él. La calefacción la apreciarán especialmente quienes pasen muchas horas seguidas con temperaturas muy bajas, ya que calienta de verdad, incluso de manera excesiva en la posición más baja -tiene dos niveles-. Con una temperatura ambiente de 2º por la carretera tenía ir encendiendo y apagando, mientras que en ciudad apenas lo ponía en marcha por la mañana nada más coger la moto y lo apagaba a los pocos minutos.

También hay que destacar la facilidad en el manejo de las botoneras, que en el modelo 2018 están retroiluminadas para evitar confusiones en situaciones de poca iluminación. Sólo pediría para otorgarle un 10 el que el botón del claxon tuviera un mayor tamaño, el del warning más accesible y el no haber juntado tanto el de los intermitentes al joystick de acceso a los menús, pues a veces llegué a accionar el que no quería. Puede parecer que tiene demasiados botones -calefacción del asiento, luces auxiliares, cambio de luces entre las de cruce o DRL, control de velocidad crucero, acceso a la instrumentación TFT...-, pero prefiero así que andar buscando por la pantalla.

Ya que hablo de la intrumentación, decir que también se estrena en el modelo 2018 y que es como la ya vista en la Street Triple, compuesta por un panel TFT de 5 pulgadas de ángulo ajustable para lograr una perfecta visión independientemente de la incidencia de la luz del sol y que ofrece hasta seis estilos de pantalla. Aunque la cantidad de datos que aparecen son muchos, basta un simple vistazo para retener los más importantes -velocidad, marcha engranada, autonomía instantánea, temperatura ambiente...-, saltando mensajes importantes como por ejemplo la de la posibilidad de que aparezca hielo en la carretera cuando se baja de 4º. Todas estas configuraciones y consulta de datos se pueden realizar en marcha de manera sencilla con su joystick colocado en la piña izquierda, pero lo recomendable es hacerlo en parado, que es cuestión de segundos, para estar totalmente concentrados cuando se circula.

La pantalla regulable obliga a detener la marcha para situarla en cualquiera de sus cinco posiciones, pero es una tarea que no requiere de herramientas y para la que basta empujar un poco y tirar de ella hacia arriba o hacia abajo, dependiendo del gusto de cada uno.

No cuenta con la Tiger 800 con una llave de proximidad, pero al menos su llave es única para maletas y para el contacto. Las maletas se montan y desmontan con mucha facilidad, bastan unos 30 segundos para quitarlas o ponerlas. Tienen mucha capacidad: en el baúl -42 litros- cabe un casco integral más un ordenador de 14”, unos guantes y un chubasquero, y en las laterales -37 litros- entran una mochila y otros objetos de pequeño tamaño.

Apuntar que los puños calefactados son de serie y no son mucho más gruesos que unos normales y que el botón de encendido, de pequeño tamaño, se encuentra colocado en el mismo puño, con lo que es muy intuitiva su manipulación, incluso para subir o bajar la intensidad -tres niveles-. A diferencia del asiento, éstos no emiten un calor desmedido evitando así deformaciones en el compuesto como ocurre con algunos otros.

Motor: suavidad como filosofía     

Con todo a nuestro gusto comenzamos la marcha, arrancando el motor de tres cilindros cuya potencia es de 95 CV -disponible una versión limitada para el carnet A-2-. De su nuevo escape, más ligero, emana un sonido más ronco que el de la anterior versión, algo ruidoso para mi gusto en parado, pero muy atractivo y estimulante en marcha. El motor, por otro lado, ha perdido un poco el silbido característico de las tricilíndricas británicas, pero mantiene la suavidad de antaño, con una entrega muy lineal desde muy abajo -por debajo de 2.000 rpm incluso- sin presencia alguna de tirones y traquetreos. En este sentido se nota uno de los cambios más importantes realizados en su interior, el de acortar la primera marcha, todo un acierto con el que se facilitan las arrancadas en parado y la circulación a baja velocidad.

Tampoco se aprecia vibración alguna, ni en los puños ni en el asiento, con lo que no hay hormigueo alguno aunque se esté toda una mañana subido en ella. En cambio, las vibraciones sí que llegan a los espejos, que también son nuevos este año, perdiéndose algo de nitidez en los cuando se superan los 100 km/h.

A la Tiger 800 XRt lo que más le gusta son las carreteras nacionales y comarcales, en donde rodar aprovechando su generosa curva de par
En ciudad se agradece especialmente esta respuesta de su tricilíndrico, ya que permite centrarse únicamente en la circulación y en calcular si las maletas pasan entre los coches que te preceden. De esa suavidad se contagian también sus mandos, con un embrague casi de mantequilla y con un recorrido dosificable, un acelerador electrónico de agradable tacto y un cambio preciso, suave y silencioso cuyo funcionamiento es exactamente el mismo con el motor frío y caliente.

Cierto es que la Tiger 800 se maneja de fábula en la urbe, pero sin duda le gustan más las carreteras nacionales y comarcales, en donde se puede rodar con tranquilidad, aprovechando su generosa curva de par, o en modo deportivo apurando el cuentarrevoluciones por encima de las 6.000 rpm y hasta llegar a las 10.000 rpm, que es donde tiene el límite. Hay que tener buenas manos para mantenerse de continuo en esa franja, aunque es una trail muy noble y con una buena electrónica que ayuda a corregir errores en la conducción. Sin maletas ni cofre trasero, la moto es todavía más ágil, más ligera y con menos inercias en curvas y frenadas.

En la autopista, la Tiger 800 XRt permite alcanzar medias elevadas sin que el consumo se dispare -la media obtenida en uso mixto y a velocidades legales se quedó en 4,9 litros a los 100 km-, girando su motor a 5.000 rpm a 120/130 km/h. Con la pantalla alzada al máximo apenas se nota el viento en el casco y en el pecho -monta unos deflectores transparantes en el lateral de la pantalla-, como tampoco en las piernas gracias al diseño de los plásticos del cubrerradiador. Sólo se producen ciertas turbulencias en la parte trasera por culpa del baúl, y eso que el anclaje tiene cierta oscilación para minimizar esta sensación.

Electrónica para todos los niveles     

La electrónica de la Tiger 800 XRt permite modular la entrega de la potencia, adaptando el comportamiento de su propulsor al estado del firme o a la necesidad del piloto gracias a sus cinco modos de conducción : Road, Off-Road, Rain, Sport y Rider, que es programable. La tónica general en cada uno de estos modos es la misma: suavidad y linealidad, con facilidad de uso y sin sobresaltos aunque te pases con el acelerador.

La respuesta del acelerador electrónico, del ABS y del control de tracción varía dependiendo del modo de conducción seleccionado, y la elección de uno u otro se realiza en marcha o en parado -Rain, Road y Sport- o exclusivamente en parado -Rider y Off-Road- mediante el joystick situado en la piña izquierda. Al apagar el motor con la llave, el modo “Off-Road” se desconecta por seguridad, pero no lo hace si se detiene con el botón rojo de pare sin quitar el contacto.

Con el control de velocidad de serie aumenta el confort en marcha, un sistema que permite descansar el acelerador y que se maneja con un botón colocado en la piña izquierda. Basta un ligero toque en el acelerador o en el freno para desconectarlo, siendo la autovía el lugar ideal para ponerlo en funcionamiento, que es cuando se está más tiempo rodando a velocidades fijas. Es otra de esas ayudas que tiene sus defensores y detractores, aunque en carretera y con cambios de ritmos es complicado sacar partido.

Enlazando curvas con firmeza     

El motor de la Tiger 800 XRt permite disfrutar de las carreteras reviradas sobre todo porque le acompaña una parte ciclo que ha recibido importantes mejoras en esta versión 2018. Mantiene su chasis tubular, algo ancho en su parte central para poder alojar los tres cilindros en su interior, pero añade una horquilla Showa multirregulable que permite unas frenadas más agresivas y un mejor apoyo del tren delantero en las curvas. La horquilla de 180 mm de recorrido otorga un tarado idóneo para asfalto y va acompañada de un amortiguador de la misma marca japonesa regulable en precarga. Tanto en asfalto en buen estado como en uno roto tras el paso de un duro invierno su respuesta supera el notable. Y ésa es para mí su mayor virtud, que logra un rendimiento muy alto independientemente del nivel de exigencia al que se le someta o del estado de la carretera, ofreciendo siempre las mismas sensaciones. Y lo mismo en ciudad, con un primer recorrido más blando pero que enseguida se vuelve firme sin que llegue a parecer seco.

Otro elemento digno de mención es el equipo de frenada. Triumph ha sustituido el material Nissin de la XR estándar por uno Brembo en su tren delantero cuya eficacia en seco y en mojado resulta excepcional. Destacan sus nuevos frenos por el tacto y por su mordiente sin necesidad de apretar con fuerza, actuando el ABS de manera natural incluso en el tren trasero, en donde se sigue usando Nissin, invitando a ser utilizado para ayudar en situaciones más extremas. 

Sorprendente es también el agarre ofrecido por sus neumáticos Metzeler Tourance, con medida de 19” delante, y que garantizan plegadas sin sobresaltos hasta tocar con los avisadores de las estriberas en las curvas más cerradas.

Uso off-road con limitaciones    

La Tiger 800 XRt permite salirse del asfalto, el recorrido de las suspensiones invita a ello, pero si bien los neumáticos brillan en suelo firme, su comportamiento en tierra pierde muchos enteros, sobre todo si encima aparece el barro.

El tarado firme de las suspensiones tampoco es una gran aliado, pues su amortiguación responde con sequedad en los baches y sólo su cómoda posición de conducción de pie permite mitigar sus limitaciones hasta cierto punto.

Ayuda en este ambiente la selección del modo Off-Road, con el que se desconecta el ABS y el control de tracción queda bajo mínimos, pero está claro que quien requiera de más emociones aventureras tendrá que recurrir a la gama XC, más preparada para estos menesteres.

Opinión y valoración    

La Triumph Tiger 800 XRt es una excelente trail de media cilindrada que ha sido renovada justo en los aspectos que necesitaba para mantenerse en lo más alto dentro de su segmento. Brilla por su motor, un tres cilindros de suave respuesta, que apenas vibra independientemente del régimen al que circulemos y que garantiza diversión para todos los públicos, más o menos experimentados -poseedores del carnet A o del A-2-.

A pesar de su apariencia, es una moto baja, que permite llegar bien al suelo y que se encuentra muy bien en la ciudad, con lo que puede convertirse perfectamente en una trail para el día a día. Pero bastan unos pocos accesorios para sufrir esas metamorfosis con la que hacer de ella una montura con la que dar la vuelta al mundo, casi siempre por asfalto, eso sí, pues se encuentra un tanto limitada en el “off-road”.

Unos frenos y unas suspensiones de primer nivel, así como una electrónica avanzada sin llegar a ser excesivamente sofisticada, la convierten en una moto segura y fácil de manejar, tanto en carreteras de montaña como en la autopista. Su capacidad de adaptación al piloto y a cada situación -modos de conducción y suspensiones multirregulables- la sitúan al nivel de algunas maxitrail, además de montar una instrumentación TFT y unos mandos para manejar los menús de manera sencilla e intuitiva.

Rivales Triumph Tiger 800   

La nueva Triumph Tiger 800 tiene en la también novedosa BMW F 850 GS su principal rival, una montura con la que coincide en potencia y que tiene un espíritu off-road más marcado. No hay más que ver el recorrido de las suspensiones, que en el caso de la BMW superan los 200 mm, y la medida de la rueda delantera, de 21" en la germana, que además calza neumáticos más endureros. Esta inclinación hacia la tierra implica una mayor altura del asiento de la germana, que también se ve penalizada en el peso, pero la hace mejor elección por su versatilidad en todos los terrenos. Posiblemente, el enfrentamiento más igualado con la F 850 GS tendría que ser con la Tiger 800 XC.

Si la idea es no salir del asfalto, entonces otra posible rival es la BMW F 750 GS, la versión "light" del fabricante germano y que rivaliza con la británica en lo que se refiere a facilidad de conducción y altura. En cambio, esta BMW no alcanza el nivel de suspensiones y frenada de la otra.

Otra moto que podría considerarse rival de la Tiger 800 XRt es la Yamaha Tracer 900, que en 2018 se desdobla con una versión GT enfocada a los viajes. La Yamaha sí que es prácticamente una moto de asfalto y que comparte filosofía con la Triumph al estar dotada de un tres cilindros en línea de respuesta contundente. 

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