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Royal Enfield no hace motos normales, podrán gustar más o menos, pero lo que sí es cierto es que todas sus monturas tienen personalidad, son inconfundibles. Ponerse a diseñar una trail, la primera de su catálogo, no ha debido ser una tarea sencilla. Necesitaban mantener la esencia de la marca india pero manteniendo la funcionalidad y versatilidad que se requiere a una moto de este segmento.

Teniendo en cuenta que más del 90% de la producción de Royal Enfield se queda en la India, país en donde las infraestructura se alejan de las que disfrutamos en Europa, está claro que una trail cobra sentido, pero no una de las asfálticas que se llevan ahora. Tiene que ser una sencilla, manejable y robusta. En definitiva, una moto trail de las de antes, como las que había en los años 80 y 90, auténticas 50% -50% off-road-carretera.

El planteamiento inicial tiene sentido, ¿pero tiene recorrido en un mercado como el nuestro? Vamos a verlo.

Una trail de las que no quedan    

En los últimos años, las motos de cilindrada media y media-baja de carácter aventurero para el carnet A-2 se han ido hacia los extremos. Por un lado, tenemos las enduro 100% o las trialeras convertidas, como la Montesa 4Ride o las más dóciles Beta Alp 200 y Alp 4.0, a las que se le atragantan las vías asfaltadas, y, por otro, tenemos las trail más ruteras, como la BMW G 310 GS, la Benelli TRK 502, la Suzuki V-Strom 250 o la Kawasaki Versys-X 300, a las que les ocurre lo contrario, que cuando se entra en la tierra su comportamiento baja muchos enteros.

De ahí que Royal Enfield haya querido ocupar ese amplio terreno intermedio, el de las motos que se defiendan correctamente en vías de todo tipo, incluso en ciudad, pero que en los caminos los límites sean alcanzados antes por el piloto que por la propia moto. Es una tarea complicada esta del equilibrio, pues las necesidades de cada usuario son totalmente distintas.

Una moto pensada para circular buena parte de su vida por tierra tiene que ser robusta y con pocas cosas que romper en caso de caída. La Himalayan cuenta con lo básico, prescinde de carenados, picos de pato y de plásticos que puedan quebrarse al mínimo impacto y resuelve el apartado estético con un gran faro delantero, una pequeña cúpula y un guardabarros alto que protege de lo que el guardabarros bajo no llegue a salvar. Llaman la atención los soportes laterales a la altura del depósito para colocar más equipaje o incluso bidones de gasolina. Estos soportes, junto con la parrilla trasera y el caballete vienen de serie. No así las maletas traseras de aluminio.

Al huir de modas estéticas la Himalayan se convierte en una moto completamente atemporal, que es también lo que busca la marca, que sus clientes la conserven por muchos años. Para ello, debe soportar bien el paso del tiempo desde el punto de vista mecánico. Para conseguir esta fiabilidad se ha contado con la empresa Harris Performance, que ha sido la encargada de diseñar el chasis. Por otro lado, el motor es de nueva factura, es sencillo, de bajo mantenimiento y con potencia suficiente para lanzarse a la aventura o para el día a día.Subirse en la Himalayan no supone esfuerzo alguno, se llega bien al suelo con los dos pies y al manillar con las manos sin que haya que estirar demasiado los brazos. Sólo los pilotos que superen los 185 cm de altura puede que se encuentren un tanto encogidos, pero el resto se sentirá especialmente cómodo en ella.

El asiento tiene un mullido blando, demasiado en mi opinión si se quieren realizar grandes jornadas seguidas sin parar, y como el del pasajero queda en otra altura acaba sirviendo de respaldo para el conductor. El embrague es un pelín duro, pero se dosifica realmente bien. Lo que sí es una gozada es la cantidad de información ofrecida por la instrumentación, de fácil lectura y que combina unos relojes analógicos con un panel digital.

Le gusta la carretera     

Qué ganas de poner su motor en marcha, una tarea que se realiza de manera inmediata al pulsar su interruptor situado en la piña derecha. El sonido que emite el precioso silencioso que discurre por el lateral derecho es bastante agradable, parece incluso de un motor de mayor cilindrada, pero sin llegar a ser estridente.

Evidentemente, con 25 CV y 180 kg de peso no podemos esperar grandes aceleraciones, pero basta recorrer unos metros para apreciar lo fácil que es circular con ella a bajo y medio régimen. Apenas hay rastro de las vibraciones gracias a haber montado un eje de equilibrado.

A la Himalayan no le gustan los cambios de ritmo, hay que dejarla correr, manteniendo siempre la inercia de ahí que donde más se disfrute sea en carreteras llanas de curvas enlazadas, con el acelerador abierto a medio gas y anticipándose a los repechos para no quedarse clavados.

El cambio está muy logrado, tanto desde el punto de vista de su suavidad de funcionamiento como en lo que se refiere al escalonamiento. La primera es muy corta, ideal para salir de cualquier apuro en campo aprovechando toda la potencia, mientras que la quinta es muy larga para desahogar el propulsor en vías más rápidas, en donde llegué a ver un 140 km/h en el marcador en algún momento. La pantalla a esa velocidad quita el viento del pecho, lo que se agradece en los días más fríos.

En carreteras de montaña lo normal es ir jugando con el cambio constantemente, conduciendo con suavidad y disfrutando de la nobleza de su parte ciclo. Las suspensiones son muy equilibradas, la horquilla un poco blanda en suelo muy firme pero se agradece en terrenos más rugosos. El amortiguador trasero, regulable en precarga, absorbe muy bien las irregularidades y mantiene la rueda pegada al suelo en todo momento. Montar un sistema de bieletas ha sido un acierto por parte de la marca india.

Se echa de menos un freno delantero con algo más de mordiente, mientras que el trasero funciona bien aunque el ABS salta demasiado pronto. Lo que sí es un acierto es el montaje de los neumáticos Pirelli MT-60, cuyo agarre es muy bueno aun siendo de dibujo mixto.

DIsfrutando de un día de campo     

Lo bueno de los MT-60 es que sin casi pensarlo puedes salir del asfalto para entrar en un camino de tierra con tranquilidad. El agarre es excelente, y sólo si hay mucho barro o el suelo está excesivamente seco vas a encontrar dificultades.

Después de rodar en off-road, tengo claro que la Himalayan ha nacido para moverse por la montaña. Para empezar, es muy cómoda de conducir de pie, con las piernas bien apoyadas sobre los estribos y con las rodillas haciendo fuerza sobre su depósito de 15 litros.

Aquí no se echan tanto de menos los caballos y es donde mejor se aprovecha esa circulación en medios y en bajos. La dulzura del motor y su progresividad permiten tener el control de la situación en todo momento y cada toque de gas se convierte en tracción, sin que apenas derrape la rueda trasera.

Las suspensiones ofrecen su mejor versión en este terreno, en donde se agradece ese tacto blando de la horquilla para absorber todos los baches, y con el monoamortiguador respondiendo con solvencia.

La frenada vuelve a protagonizar el punto negativo, pues para prescindir del ABS es necesario desconectar un fusible situado bajo el asiento. Una moto con este enfoque debería permitir quitar el ABS mediante un botón situado en la piña o en el cuadro de mandos.

En cambio, la baja altura del asiento se convierte de nuevo en un punto a destacar, pues maniobrar en puntos delicados o “remar” en zonas muy abruptas es pan comido.

Valoración y opinión de la Royal Enfield Himalayan    

He disfrutado mucho de la Royal Enfield Himalayan, una moto que me ha recordado a mi antigua Yamaha XT350. Se trata de una trail de corte clásico, una moto que permite desplazarse por la ciudad sin complicaciones por altura, que en carretera se mueve bien siempre que se ruede a ritmo tranquilo y para la que el off-road no plantea problema alguno. Es realmente una 50% On-50% Off, una montura sencilla, sin apenas mantenimiento y que no dé miedo de que se caiga porque salvo una maneta no hay nada que romper. Por poco más de 4.000 euros que cuesta, casi me atrevo a decir que va a ser todo un éxito de ventas. Ahora bien, la pregunta entonces sería por qué las trail de los 80' y 90' desaparecieron.

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