Sumario

La nueva 790 Duke estrena motor, quizás el elemento más importante en la filosofía de una naked que llevando el emblema KTM, ya intuíamos como sería en cuanto a su filosofía y comportamiento.

Y es que la marca austríaca tiene una personalidad muy definida que empieza por el diseño, continúa con la parte ciclo y remata con el motor. Y en el caso de la familia Duke eso solo puede significar una cosa: deportividad y diversión.

Partiendo de cero, KTM ha invertido unos cuantos años de trabajo en desarrollar su apuesta para un segmento tan pujante como es el de las naked de media cilindrada con verdadero espíritu deportivo.

Superar las capacidades de la revoltosa 690 Duke era cosa relativamente sencilla, pero plantear una moto competente en todos los aspectos respecto a los rivales, incluyendo el precio, es una tarea bastante más compleja porque se trata de un nicho de mercado extremadamente competido que podéis consultar en el siguiente reportaje: Las mejores naded limitables para el carnet A

Revolución en la familia

Por eso estamos ante una moto que impacta por su estética inequívocamente KTM, repleta de tecnología en forma de electrónica y con un equipamiento muy completo. Y todo por un precio de 9.689 € para la versión “full power” y 9.339 € para la de 95 CV limitable para la licencia A2.

Es decir, KTM ha tratado de ofrecer un producto sin fisuras con el que atraer a los usuarios más dinámicos que apuestan por máquinas de concepción radical pero perfectamente válidas para el día día.

Por eso la 790 Duke tiene dos caras bien diferenciadas que se muestran dependiendo del piloto, de su estado anímico, del escenario e incluso las condiciones climatológicas.

Porque en cuanto a electrónica, estamos ante el modelo más completo teniendo en cuenta su precio: cuatro modos de conducción, control de tracción con sensor de inclinación, ABS en curva (incluyendo modo Supermoto) e incluso control de salida o launch control. Además también ofrece cambio rápido bidireccional para subir y bajar marchas.  

Con estos mimbres electrónicos, tenemos una moto que ofrece gran versatilidad, amén de ingentes dosis de seguridad activa gracias a todas estas ayudas a la conducción.

La vida en paralelo

En cuanto al motor, denominado LC8c, se trata de la primera vez que KTM acomete un proyecto impulsado por un motor de dos cilindros en disposición paralela, ya que hasta ahora había usado siempre los dos cilindros pero en configuración de V a 75º en mecánicas de mayor cilindrada.

Los 105 CV para los 799 cc de la KTM 790 Duke parecen una cifra muy razonable, equilibrada desde el punto de vista de poder abarcar así un gran espectro de uso.

Pero quizás la cifra más interesante de este motor es el par de 87 Nm a 8.000 rpm. Esto hace que sea un motor explosivo a medio régimen ya que el corte de encendido está a 9.000 rpm.

Pero esto son solo los datos y estaba ansioso de comenzar la prueba para comprobar tanto la respuesta como la musicalidad de esta nueva plataforma que también impulsará la 790 Adventure R que todavía está en proceso de gestación aunque muy avanzado.

Al pulsar el botón se arranque, el sonido y las vibraciones son comedidas con el motor respirando al ralentí. Los dos ejes contrarrotantes empleados para tratar hacer más refinado el motor son efectivos aunque no milagrosos; uno está en la parte delantera del cigüeñal y el otro entre los dos árboles de levas, y no pueden evitar que aparezcan algunas vibraciones poco antes de alcanzar las 3.000 rpm's.

El tacto del acelerador electrónico es preciso y el cambio verdaderamente suave, por lo que la conducción a baja velocidad no plantea pega alguna, aunque no es su rollo en absoluto. Además, contamos con un quickshifter o cambio rápido que funciona a la perfección, independientemente de la velocidad a la que circulemos.

Hay tres modos de funcionamiento de motor más uno configurable denominado “Track” que permite ajustar tanto el control de tracción como el funcionamiento del ABS y las demás ayudas electrónicas. Su respuesta es tan directa que cuidado porque los 105 CV son verdaderamente temperamentales. Por eso el modo "Sport" es el más apropiado para disponer continuamente de la mala leche pero sin poner tan al límite los tuyos propios ni los de la parte ciclo. El "Street" suaviza demasiado para mi la respuesta y el "Rain" es para condiciones de baja adherencia.

Y es que a partir de las 6.000 vueltas, que alcanza con mucha facilidad porque al motor le encanta subir de vueltas, el empuje parece ilimitado por momentos, ya que al emplear el cambio rápido no damos tiempo a llegar al corte de encendido. Cuanto más escala la aguja del tacómetro, más nos pone a prueba una aceleración que en carretera es más que suficiente por muy quemado que seas de la vida.    

Menudo cambio

Mención especial merece el quickshifter para reducir marchas; con un cambio así no querrás volver a usar la maneta de embrague bajo ningún concepto. Ya lo pudimos probar cuando se desarrolló tanto para la 1290 Super Duke GT como para la 1290 Super Adventure S, y es una bicoca poder disfrutar de algo así en una moto que no supera los 10.000 euros. 

Aprovechar la explosividad del motor mientras apuramos cada marcha sin soltar gas, te introduce en un ambiente donde todo pasa verdaderamente rápido

Se trata de un ingrediente definitivo en el carácter radical de la 790 Duke porque a altos regímenes funciona todavía mejor que a bajas vueltas, cuando realmente no tiene tanto sentido usarlo. Aprovechar la explosividad del motor mientras apuramos cada marcha sin soltar gas, te introduce en un ambiente donde todo pasa verdaderamente rápido y tus pupilas van abiertas al máximo por la excitación.

En reducciones, el sistema supone también una gran ayuda por la rapidez con la que podemos gestionar la aproximación a las curvas, ya que además el motor apenas retiene. Las transiciones son muy limpias, con un golpe de gas imperceptible que sustituye al que haríamos en vacío pero debemos tener muy presente no hacerlo, porque entonces el sistema puede mostrar algún tirón que en realidad hemos provocado nosotros.  

Con un consumo merodeando entre los 5-5,5 l/100 km, no estamos ante un motor tragón aunque con un depósito de 14 litros visitaremos con frecuencia la gasolinera, sobre todo si la llevamos en plan canalla que es lo que demanda en todo momento.

Furia controlada

Es una moto que destaca por su estabilidad a cualquier velocidad pero su hábitat natural está en las carreteras secundarias, especialmente cuando hay curvas. Con un peso anunciado de 169 kg, tenemos entre las piernas un conjunto ligero, compacto, reactivo pero nunca más nervioso de la cuenta. Y eso que al no contar con regulación en la horquilla WP, podemos pensar que puede pecar de algo; es decir, o muy blanda para una conducción al límite o muy dura cuando vamos tranquilos. Pero no, los ingenieros han logrado un tarado bien equilibrado que la hace eficaz a alta velocidad y agradable ritmos más tranquilos.

Con el modo "Sport" y un puerto de montaña por delante, la KTM se revela como el armamento perfecto, ya que a todo lo que te he contado debes añadir que sus geometrías de dirección son endiabladamente perfectas. No tiene querencias sino que va donde tu quieras de forma instantánea y sin poner condiciones severas, porque es una moto que permite corregir en plena trazada siempre que no la hayamos hipotecado totalmente porque contamos con muchas ayudas. El reparto de pesos también se revela definitivo en estas buenas sensaciones.

Con unos soberbios frenos a tu disposición dotados de ABS en curva, un embrague antirrebote y un chasis que solo aporta firmeza y capacidad de reacción al conjunto, la 790 Duke es una depredadora de curvas insaciable, enfermiza. No se cansa de apoyar con total confianza para dejarte guiarla con suavidad pero decisión por la línea elegida, aprovechando su manillar plano para gozar de una gran sensación de control y de una conducción que apenas fatiga a pesar del atracón de curvas. Es lo que tienen la naked que por contra te castigan el cuello en terreno abierto, especialmente cuando tienen el faro tan abajo como nuestra protagonista.

Y en plena trazada la sentimos perfectamente asentada, con unos neumáticos Maxxis de los que solo se pueden hablar elogios, evidenciando que aunque KTM ha optado por una marca un tanto extraña para una moto así, ha acertado de pleno.

El sentirte plenamente integrado en la moto también habla bien del planteamiento ergonómico, pues manillar, asiento y estriberas esbozan una posición bastante natural y con clara predisposición al ataque que acompaña siempre a la firmeza y precisión del tren delantero. Con mi 1,66 m y los 825 mm del asiento, se llega al suelo bien pero con ambas puntas de los pies.

Algo en lo que destaca especialmente es en el radio de giro, pues no esperas que una moto así, con una horquilla de 43 mm, tenga esa capacidad de maniobra a baja velocidad. Esto para ciudad es clave, pues se une a su ligereza y manejabilidad, incluso en parado.  

La completa instrumentación (con buena visibilidad) y se maneja de forma sencilla, pues la botonera izquierda es idéntica a sus hermanas pequeñas, la 125 Duke y la 390 Duke. Es un detalle que resta calidad a la moto que en general no destaca por sus acabados y materiales finos aunque a la vez cuenta con interesantes destellos de diseño y calidad, como por ejemplo el asiento.

Opinión y valoración

KTM ha apostado claramente por las sensaciones de conducción en una moto que ha entrado en su catálogo como la nueva estrella que tanto echaban en falta los incondicionales de la marca. Una moto capaz de emocionar sin asustar, con una dotación electrónica tan completa que no parece de su segmento.

El desarrollo de un motor tan competente y con un rango de uso tan amplio, es un imán para los amantes de las naked deportivas, independientemente de su nivel. La mala leche está ahí pero no hay porque usarla.

La apuesta parece todo un acierto por su equilibrio general, ya que incluso el precio está a un nivel perfecto para encarar la dura competencia que tiene. Frente a ella exhibe un diseño único de esos que te gustan o seguramente te disgusten, pero lleva el inconfundible marchamo de Kiska concentrado en numerosos detalles como las ópticas LED, sus prominentes aletas o el original escape que libera un sonido muy estimulante cuando el motor está a plena rendimiento.  

En ciudad, su manejabilidad es clave pero en carretera sencillamente cautiva por su explosividad de reacciones y una precisión absoluta que la hacen muy adictiva.

Equipamiento piloto

Galería prueba KTM 790 Duke