Sumario
- Originalidad y estilo: pasión por el diseño
- Alegre dinamismo
- Buena genética
- Opinión y valoración
- Galería de fotos
- Ficha técnica
Husqvarna ha regresado a las motos de calle con un producto claramente diferencial, destinado a los que están a la última, a los “cazatendencias”, y por supuesto, al público que suspira por algo realmente especial. Y para ello ha tirado de raíces, pero sobre todo de audacia, a la hora de dar forma a sus esculturales carrocerías repletas de detalles.
Porque realmente se trata de una doble propuesta. Por un lado está nuestra protagonista, la Svartpilen 401, la opción de estilo más scrambler que se diferencia fundamentalmente por los neumáticos mixtos y el manillar ancho y plano. También por su color negro.
En cambio, la Vitpilen 401 apuesta por un estilo café racer contemporáneo caracterizado por los semimanillares y los neumáticos de calle. Se presenta en tono blanco.
Sus nombre traducidos del sueco son “flecha negra” y “flecha blanca”. Son en realidad la misma moto, una KTM 390 Duke que ha sufrido una brutal metamorfosis de estilo. Y eso significa que tanto chasis, motor, frenos y suspensiones son los mismos, y de paso podemos avanzar que son de lo mejor de la categoría, por lo que estas Husqvarna vienen “con un pan debajo del brazo”.
Pero varía mucho un factor tan esencial como la posición de conducción, así como otros elementos importantes, como por ejemplo el escape. Esto modifica el sonido y además se adapta al estilo general de la moto con un diseño del silencioso negro y con el logo de Husqvarna grabado. Las preciosas llantas son otro elemento de indiscutible calidad y personalidad.
Originalidad y estilo
La marca de origen sueco, actualmente propiedad de KTM, representa la visión más futurista y elitista entre las motos naked específicamente adaptadas al carnet A2, ya que tiene 44 CV. Por eso tiene un precio de 6.545 €, una cifra a la altura de todo que Husqvarna justifica con un minucioso proceso de diseño que ha logrado una imagen tan original y pasional como llamativa.
Otro factor importante es que aunque la base sea la KTM 390 Duke, esta Husqvarna se fabrica en Austria y no en las fábricas que KTM usa en la India gracias a su principal accionista, Bajaj. La marca busca hacer menos motos pero de mayor calidad, para un público más exigente, justificando así el incremento de precio de 1.146 € respecto a su “igual” en KTM.
Por eso observar la Svartpilen 401 es ir descubriendo detalles que la hacen tan extrañamente atractiva. Es una moto compacta, estrecha, más bien pequeña que resulta perfecta para atravesar la ciudad de la lado a lado como una flecha...
Cuando te subes, ya percibes una diferencia muy importante con la 390 Duke y es la altura del asiento. Al estar situado a 835 mm, en lugar de 800, nos situamos en una posición bastante diferente, ya que las estriberas –altas y retrasadas- y el manillar –plano y elevado- plantean una forma singular de ubicarnos a los mandos.
Es novedoso plantear una moto de calle tan compacta y a la vez alta de sillín, y eso ya le hace especial. El asiento de cuero casi plano me parece precioso, acolchado en la parta central de ambas plazas, aunque la del pasajero es casi testimonial. Su diseño ayuda a simular un colín y recorta drásticamente la moto por detrás, dibujando una estampa muy limpia ya que el portamatrículas está ubicado sobre la rueda gracias a un soporte que va unido al basculante. No hay otra forma de homologar una moto con el asiento tan adelantado respecto a la rueda trasera.
El pequeño LED trasero rojo incrustado bajo la punta del asiento, que integra la luz de posición y de freno, remata una parte trasera de lo más llamativa. Sobre todo si la comparamos con la delantera donde un faro circular se encarga de observar el panorama con una iluminación totalmente LED.
Pero la palma se la lleva el panel lateral de su escueta carrocería que se extiende hasta el lateral del depósito y luce una prominente moldura con el logotipo de Husqvarna. Y para rematar, sobre el tanque de combustible hay una estructura que parece para poder acoplar una bolsa sobredepósito pero realmente es otro ingrediente más de la sorprendente Svartpilen 401. El depósito es pequeño, de tan solo 9, 5 litros y el tapón de gasolina una preciosidad.
El manillar es de inspiración totalmente off-road como demanda su filosofía scrambler. Cuenta con unas torretas que elevan su posición y además van ancladas a una bonita tija superior de aluminio forjado, donde se puede leer Svarpilen 401.
La instrumentación es otro detallazo aunque la ubicación me parece un poco plana y a veces los reflejos no favorecen la visión. Algo a lo que lo dígitos no ayudan porque su tamaño es más bien pequeño. Cuenta con abundante información, como por ejemplo la marcha engranada, la autonomía, la hora e incluso dispone de una luz de sobrerrégimen.
Alegre dinamismo
Su aspecto huesudo, extremadamente minimalista, expresa a la perfección la sensación de ligereza que no solo transmite a la retina sino que también se siente a los mandos.
Moverla en parado no es más complicado que hacerlo con cualquier 125, es ultra manejable; 140 kg se desplazan fácilmente, sobre todo en marcha. Para ello arrancamos su monocilíndrico que arranca discreto y con muy pocas vibraciones. El sonido que libera el escape le da personalidad y no es nada escandaloso.
Por eso el rodar de los primeros metros es suave y nos va adaptando a un peculiar postura de conducción. Te sientes alto y con todo bajo control gracias al manillar. Es cuando te empiezas a dar cuenta de que su conducción está a medio camino entre una moto de carretera y una de campo. Me cuesta llegar con los pies al suelo (mido 1,65 m) a pesar del pequeño tamaño general de la moto.
La maniobrabilidad es su fuerte, con un dirección ligera y un conjunto corto que se cuela casi por cualquier resquicio. Es una moto que se pilota con los brazos y la palanca que efectúan, muy diferente a la de cualquier naked deportiva. No hay que jugar con el cuerpo, nada descolgarse aunque vayamos rápido y encontremos una curva o una rotonda. Los brazos llevan la voz cantante y descubrimos una forma de conducción en ciudad muy poco habitual. Pero no por ello menos divertida.
Aprovechando la buena predisposición del motor para subir de vueltas y alegrarnos la vida con cada golpe de gas, la Svartpilen saca su lado más gamberro, moviéndose con gracia y rapidez. Es una mecánica con un rango de uso amplio, ya que fuera de la ciudad también se muestra muy competente. Incluso no es disparatado pasar un buen rato haciendo curvas aunque no ha sido ideada para ello. Primero porque su asiento y ergonomía no son las ideales para salir a carretera, pues la paliza de viento que se recibe es importante al ir tan altos. Y segundo porque contamos con unos neumáticos mixtos (Pirelli Scorpion) que en principio no son lo ideal para zurrarle a la Svartpilen en carretera, aunque puedo deciros que su agarre es fantástico en asfalto seco.
Genética KTM
Un apartado muy destacable que le da una innegable deportividad a su dinamismo es el chasis, las suspensiones y los frenos. El bastidor multitubular permite a la moto ser ágil pero siempre muy seria en cuanto a estabilidad a alta velocidad. Y eso a pesar de que la horquilla invertida WP con barras de 43 mm cuenta con 150 mm de recorrido frente a los 142 mm de la 390 Duke. Esto viene definido por su carácter scrambler y la posibilidad que ofrece de desconectar el ABS y hacer alguna excursión por caminos. Yo hice muy poco, apenas para comprobar como funcionan las gomas y sentir algunos divertidos deslizamientos de su rueda trasera al darle gas en una pista.
Pero creo que manchar esta moto de arena y barro no es lo suyo, la veo un lado coqueto y sofisticado al que no le encaja un verdadero uso off-road. Por eso volvimos rápidamente al asfalto, donde disfrutar de una conducción deportiva, segura y precisa. Y todo gracias a unas suspensiones con una puesta a punto muy acertada, con un tarado que filtra muy bien los baches e irregularidades, pero sin pecar de ser blandas.
El equipo de frenos ofrece un rendimiento bueno gracias la pinza delante radial Bybre. Al accionar la maneta muerde rápidamente el disco con potencia y permite dosificar muy bien la fuerza de frenado. Y si las cosas se complican, tiene un efectivo ABS que nos puede sacar de un apuro. Y para las reducciones más salvajes también cuenta con otra ayuda a la conducción, el embrague antirrbote. Por cierto, el funcionamiento de la caja de cambio es suave y preciso, colaborando en las buenas sensaciones a los mandos.
Opinión y valoración
La Husqvarna Svartpilen 401 es capaz de aunar un arrebatador estilo y una conducción deportiva, con un punto excitante cuando le sacas el máximo partido tanto a su motor como a la parte ciclo.
El propulsor de 44 CV tiene un medio régimen bastante explosivo, además de ser una mecánica que no consume mucho combustible. Está en torno a los 4 l/100 km, una cifra que con un depósito de combustible tan pequeño (9,5 litros) no ofrece mucho más de 200 km de autonomía. Pero no es mucho problema ya que su carácter es básicamente urbano y en ciudad esto cunde bastante.
Unos buenos frenos y una ciclística con el ADN de KTM garantizan buenas sensaciones de conducción. Ligereza, agilidad y precisión me vienen a la cabeza cuando pienso en su comportamiento.
La calidad del conjunto es innegable, tanto como su gran originalidad estética repleta de detalles que cautiva miradas allá por donde pasa. No puedo decir que sea única porque rivaliza con su hermana, la Virpilen 401, pero es una realidad que Husqvarna ha sido capaz de poner en la calle motos que parecían únicamente de muestra en salones. Eso tiene mucho mérito pero también tiene un precio y no es barato.