Sumario

Vivimos en la época de motos polivalentes, válidas para uso todos los días de la semana, como si no existiese el usuario que lo único que ansía es tener una moto “molona” con la que disfrutar en su día de descanso semanal, importándole poco si hay otras más cómodas para ir a trabajar de lunes a viernes. Menos mal que hay marcas que sí que piensa en ellos, como Indian, un fabricante que no tiene reparo en lanzar un modelo como la Scout Bobber, ideal para esos que buscan algo distinto.

Estética imponente

Ya sólo por apariencia, merece la pena tener o haber tenido en tu vida una moto así. Bajar al garaje y encontrarte una Indian Scout Bobber hace que la mañana comience de otra manera, incluso aunque sea lunes. Se trata de una moto especial, con una estética muy conseguida que toma como punto de partida la Indian Scout estándar, un modelo que ya de por sí es bastante original.

Para empezar, se le han recortado los guardabarros y se han montado unas llantas negras calzadas por unos neumáticos de tacos Kenda desarrollados específicamente para este modelo y que llevan grabados el logo de Indian en sus flancos.

Otros elementos diferenciales en la Bobber son el manillar plano y ancho, las estriberas retrasadas y las suspensiones recortadas, que además afectan al comportamiento de la moto y a la posición de conducción. No es ésta la moto más cómoda del mercado, sobre todo para los que somos bajitos, pues hay que alargar bastante los brazos para agarrar el manillar, lo que obliga a corvar la espalda bastante. Las piernas, en cambio, se acoplan bastante mejor, teniendo en cuenta siempre que las reposapiés van mucho más adelantados que en una moto convencional.  

El asiento es duro, con poco espumado, pero situado en una posición muy baja, con lo que es fácil apoyar los dos pies en el suelo y maniobrar en parado con suma facilidad. El acceso a los mandos es correcto y aunque las manetas no son regulables, son de cómodo accionamiento incluso teniendo las manos pequeñas. Por último, la instrumentación se lee bastante bien, pero resulta un poco parca en cuanto a la información ofrecida. He echado de menos un nivel de combustible, aunque sí que tiene testigo luminoso de entrada de la reserva. Es una moto minimalista, pensada en disfrutar con la conducción y no con los botones, entre los que destaco uno de ellos: el de puesta en marcha.

Rugiendo por la ciudad

Basta un ligero toque a ese pequeño botón para que se ponga en marcha el poderoso motor de dos cilindros de la Scout Bobber, comenzando así la melodía que sale por sus dos escapes laterales, pintados en negro en esta versión especial. Suena bien y bonito, pero sin llegar a resultar molesto. Tampoco vibra demasiado, lo justo para recordarte que estás sentado en una moto de verdad.

El embrague tiene un buen tacto, la primera entra suave y sin emitir ningún “clonc” extraño, y comenzamos a rodar para en primer lugar adaptarme a su posición de conducción. Unos primeros metros son suficientes para darse cuenta de varias cosas: cuesta encontrar la perfecta visibilidad en los espejos -por ser algo pequeños y por las vibraciones-, la postura de conducción es radical pero de fácil adaptación, y el motor es una delicia. Así es, y si hace falta lo escribo en mayúsculas: lo mejor de esta moto es su propulsor.

Y eso que he comenzado con ella por ciudad, el lugar que menos le gusta a la Scout Bobber. En ambiente urbano con mucho tráfico no se rueda cómodo, su posición tan baja sólo permite ver el coche que te precede y no lo que ocurre más adelante, y su longitud tampoco hacen de ella la moto más fácil para andar pasando entre los coches.   

Las suspensiones no son las ideales teniendo en cuenta el estado de algunas de nuestras calles y el gusto de los distintos ayuntamientos por llenar las ciudades de resaltos para regular la velocidad. El recorrido tan corto, especialmente detrás, provoca que la espalda termine sufriendo con la respuesta seca de los dos amortiguadores traseros, mientras que la horquilla solventa la situación con mejores resultados. A ritmo de urbe la frenada es suficiente, con un único disco que cada rueda ofreciendo un buen tacto al accionarse y con el ABS a la espera en caso de pérdida de adherencia.

Comienza la acción

Esas limitaciones en la parte ciclo propias de su diseño “bobber” quedan en el olvido mientras se abre y se cierra el acelerador. ¡Qué motor! Todo un prodigio a bajo y medio régimen, con pocas vibraciones circulando entre las 1.500 y las 3.000 rpm en cualquier marcha. Y es que la elasticidad de su propulsor hace que dé lo mismo la marcha utilizada. Sólo por debajo de 1.500 rpm hay un cierto traquetreo que obliga a utilizar una relación corta, pero una vez alcanzada las 2.200 rpm más o menos puedes optar por ir en segunda o tercera, o bien subir hasta la cuarta, quinta o incluso sexta, que siempre vas a encontrar suficiente par. Con tanta alegría poco a poco te olvidas de que vas saliendo de la ciudad, y sólo las continuas rozaduras con los avisadores de las estriberas en las rotondas te hacen volver al mundo real.

Abandono la ciudad en búsqueda de la autopista, un terreno nada hostil para la Bobber, que alcanza los 120 km/h a sólo 3.000 rpm y eso que ofrece su potencia máxima a ¡8.000 rpm! Lógicamente no hay nada de protección aerodinámica y todos irregularidades del asfalto hacen que la moto vaya botando si se quiere correr por encima de lo que marca la ley. Su asiento tampoco ayuda a querer apretar más de lo debido, y no es necesario que pase mucho tiempo para que el culo pida una paradita a descansar un rato. No pasa nada, siempre viene bien un café a mitad de ruta a no ser que te moleste hablar con desconocidos. Sí, la Indian es todo un imán de curiosos, cada día me ha preguntado sobre ella una media de tres o cuatro personas.

Arranco de nuevo y me meto en su lugar favorito, en las carreteras de curvas donde sacar exprimir todo su potencial. Además de por su motor elástico, la Scout Bobber brilla por su agilidad y facilidad de meter en las curvas, aunque siempre teniendo en cuenta que es muy fácil rozar con las estriberas, lo que obliga a anticipar las maniobras y procurar no forzar nada al encarar las curvas.

El corto recorrido de las suspensiones se convierten en un gran aliado para mantener suficiente firmeza en la entrada y a mitad de curva, aunque ahora sí que se aprecia algo más que en ciudad que la frenada precisa de un segundo disco delantero que garantice una mayor potencia. Menos mal que el trasero es muy dosificable y ayuda bastante para compensar esa falta de mordiente del otro.

Por otro lado, el motor vuelve a sobresalir por encima del resto en este tipo de trazado. Por debajo de las 4.000 rpm la Indian es toda una moto para pasear traquilo, enlazando una curva tras otra. Si se desea incrementar el ritmo, entonces no hay más que apurar cada marcha, y entonces encontramos otra moto, mucho más agresiva y con mucha alegría en su zona alta de las revoluciones. Le cambia hasta el sonido, que se vuelve más ronco, como si se enfadase. Pero tranquilo, que en ningún momento la moto, aunque no tiene control del tracción, pierde las maneras y sólo en algunas reducciones fuertes se echa de menos algún tipo ayuda, como el embrague antirrebote para que la rueda trasera no pierda adherencia.    

El tiempo pasa volando a su manillar y hay que volver a casa, a enfrentarme con la realidad pero con las pilas cargadas tras haber dado mi paseo semanal. Y el pensamiento será el mismo, hay otras motos más lógicas, pero difícilmente serán tan bonitas ni transmitirán las mismas sensaciones que la Scout Bobber.

Valoración y opinión

La Indian Scout Bobber es una gran moto marcada por su estética, que obliga a mantener una posición de conducción forzada en detrimento de cualquier concesión al confort. No se pasa desapercibido a sus mandos, centrando el foco de atención vayas donde vayas.

No es la mejor moto para disfrutar a diario, pero en cambio sí que permite romper con la monotonía el fin de semana, sacando lo mejor de sí misma en cuanto sale a carretera. Entonces luce con orgullo su mayor secreto, un motor impresionante, repleto de par a bajo y medio régimen, y con una gran pegada en la zona alta del cueltarrevoluciones. Hay pocas motos en el mercado que transmitan una sensación agradable en cualquiera de sus marchas gracias a la elasticidad del propulsor

Es mucho más ágil de lo que pueda parecer a simple vista, se mete muy bien en las curvas y pisa con mucho aplomo, con el único inconveniente es que las suspensiones, de corto recorrido, responden con brusquedad, mientras que en la frenada hay que poner toda la fe en un único disco delantero que requiere el apoyo del otro situado en tren trasero.    

Otro punto a su favor es la posibilidad de montar un asiento para el pasajero sobre su guardabarros trasero, siendo actualmente la única Bobber en estar homologada para ello. Por contra, entre todos los accesorios que ofrece Indian para esta moto no se incluyen unas alforjas de gran capacidad, aunque sí unas pequeñas bolsas laterales.

Equipamiento piloto

Galería de fotos