Sumario

La Speed Triple lleva explorando el concepto naked en su faceta más salvaje desde la década de los 90. Más concretamente desde el año 94, cuando se produjo el lanzamiento de la primera edición que tuvo su merecido homenaje en forma de una versión conmemorativa especial lanzada en 2015.

Y Triumph no se cansa de mimar la receta, sobre todo ahora que las maxinaked son las nuevas chicas malas de la carretera y han hecho que las RR's prácticamente solo se vean en los circuitos, por otro lado su hábitat natural.

Con esta nueva entrega y los 150 CV que ofrece ahora su mecánica de tres cilindros, la Speed Triple reclama su espacio en este competido segmento donde se da cita lo mejor del mercado, las máquinas más viscerales acompañadas de la mejor tecnología deportiva.  

Aprilia Tuono V4 1100, BMW S 1000 R, Ducati Monster 1200 S, Honda CB1000R, Kawasaki Z1000R, KTM 1290 Super Duke R, Suzuki GSX-S1000 y Yamaha MT-10 SP. Estas son unas durísimas rivales frente a las que la Speed Triple RS se planta con armas renovadas, pero sobre todo, con una personalidad arrolladora y un explosivo motor de tres cilindros de carácter único.

Dientes más afilados

Tenemos que nombrar en primer lugar la estética que viene marcada por su doble óptica delantera, un rasgo imprescindible en su identidad que Triumph ha logrado hacer evolucionar a lo largo de los años sin restarle esencia ni originalidad. Con la máscara del faro, el musculoso depósito y la parte trasera muy limpia, exhibe una estampa llena de fuerza y equilibrio.

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Como un ingrediente indispensable en esta nueva generación, presenta una plataforma inercial IMU encargada de gestionar todas las ayudas electrónicas de la Speed Triple RS: cinco mapas de conducción, ABS en curva y control de tracción con sensor de inclinación son las armas electrónicas para domar el impetuoso carácter de la Speed Triple RS. Y todo ello configurable hasta el más mínimo detalle desde su completa instrumentación para adaptar su comportamiento a nuestras necesidades con la máxima precisión.

Las suspensiones Öhlins completamente regulables son el otro elemento clave que la sitúa en una órbita para paladares exigentes y manos experimentadas que puedan exprimir todo su potencial.

Los silenciosos de la firma inglesa Arrow aseguran no solo un innegable impacto visual sino también un efecto acústico definitivo en su filosofía cañera.

Las manetas regulables Brembo, el asiento específico y piezas de carbono, son otros de los componentes que elevan tanto la calidad como las prestaciones del conjunto.  

Y para terminar, decir que también cuenta con sistema de llave de proximidad, lo que recalca todavía más su espíritu vanguardista y la apuesta por un equipamiento de calidad.

Más corazón

Arrancar su motor tricilíndrico es despertar el alma guerrera que lleva dentro de su espectacular bastidor tubular con estructura de doble viga fabricado en aluminio. Se trata de un importante elemento no solo estructural, sino que además contribuye a su carácter estético porque Triumph ha ido evolucionando este singular diseño desde hace años.

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105 nuevos componentes se han encargado elevar la potencia, situando la zona de corte de encendido 1.000 rpm`s más arriba para incrementar su rendimiento en toda la banda de revoluciones: se ha ganado compresión, par y potencia (7%) en buenas dosis. Por eso es un motor pletórico de empuje desde bien abajo aunque la respuesta del gas se transmite con linealidad, lo que permite dosificar bien los 150 CV, siempre y cuando no estemos en la zona de máximo rendimiento que es verdaderamente explosivo, puro heavy metal.

Y aquí entra en juego la electrónica para poder modular su carácter. El modo rain suaviza la entrega y ofrece menos potencia (100 CV), mientras que el road ya pone todo el empuje a nuestra disposición aunque desde un prisma civilizado. Si te gustan las sensaciones fuertes, entonces elige el sport y disfrutarás de un carácter verdaderamente irreverente, sobre todo cuando la aguja merodea las 6.000 rpm's y sigue escalando sin parar. A partir de la 8.000 vueltas el motor empuja con una mala leche tremenda mientras que los escapes aúllan como una pareja de lobos en plena cacería. Y el modo circuito es una auténtica patada en cada golpe de gas, poco recomendable para un uso en carretera abierta por su puntiaguda respuesta que hace la vía estrecha; necesitamos un circuito para poder exprimirlo mínimamente a gusto.  

Mejor zancada

El ritmo al que podemos circular es realmente vertiginoso y exige no solo ciertas dotes de conducción, sino también la máxima atención porque todo pasa muy, muy deprisa. La ligereza general (pesa 3 kg menos) hace que las reacciones sean auténticamente felinas en tramos de curvas, mientras que la estabilidad y linealidad del conjunto es difícilmente perturbable. Es muy llamativo que la Speed puede conjugar esa agilidad extrema con una precisión absoluta mientras que el motor empuja el conjunto con una fuerza casi desbordante. Si crees que soy un exagerado es que no has plantado el culo en su precioso asiento y has tratado de sacar una buena parte de todo lo que esconde este soberbio motor.

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Por cierto, el asiento es cómodo y amplio para poder moverse con mucha libertad a la hora de ir usando el cuerpo para gestionar los tramos de curvas. Es una moto más bien alta de asiento (825 mm) y con mi 1,65 m llego de puntillas, algo a lo que estoy acostumbrado pero efectivamente gustaría estar un poco más integrado en el conjunto, con sensación de centro de gravedad más bajo. Pero es una simple cuestión de gustos y hábitos. Debido a su concepto plantea con toda lógica una postura deportiva, cargando las muñecas ligeramente debido a la posición retrasada de las estriberas. Algo así como una postura de moto RR pero muy light, adaptada al concepto naked y que favorece cargar el peso delante para disfrutar de más confianza y precisión.

La sensación de galopar en un pura sangre desbocado es brutal, pero la Speed Triple es capaz de aportar una gran sensación de seguridad

Al ritmo frenético al que se puede imponer la Speed Triple RS contribuye su cambio rápido bidireccional que sirve para subir y bajar marchas sin usar la maneta de embrague ni soltar gas en aceleración. El funcionamiento es bueno, especialmente en las reducciones, que se gestionan con un leve golpe de gas que el propio sistema aplica para que no percibamos nada extraño en la rápida transición que realiza. Cuando mejor trabaja es a altas revoluciones, ya que a bajas notamos algún tirón. Es un elemento opcional pero para mí necesario si le queremos sacar el máximo partido a su faceta deportiva. Además el precio es de tan solo 200 €, una cifra que bien podría haberse repercutido a los más de 16 mil euros que cuesta la moto, ofreciendo así de serie este importante elemento.

El cambio es sonoro al engranar la primera o segunda marcha pero resulta a la vez muy suave en las operaciones desde la maneta regulable aunque es algo duro el accionamiento. Tampoco hubiese estado de más un embrague hidráulico en una moto de esta calidad pero Triumph no lo ha considerado necesario y podemos confirmar que aprueba sobradamente en este apartado. Además, cuenta con sistema antideslizamiento para poder bajar marchas a toda prisa sin miedo a bloquear en caso de apuro, algo que lógicamente podemos aprovechar a la perfección con el cambio rápido en reducciones, para hacer apuradas propias de circuito.

Apuntar que los espejos ofrecen un panorama muy bueno de lo que sucede detrás, algo de mérito teniendo en cuenta su pequeño tamaño y la ubicación en las puntas del manillar. Vibran y pierden nitidez a máxima régimen pero cuando vamos así es mejor no apartar la vista del túnel que se empieza a formar en nuestra visión. La sensación de galopar en un pura sangre desbocado es brutal, pero la Speed Triple es capaz de aportar una gran sensación de seguridad en todo momento, gracias a su manejo extremadamente preciso y a un excelente equipo de frenos.

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Dos pinzas Brembo de anclaje radial monobloque M4.34 junto a la bomba radial de freno se ponen a tu disposición para ejecutar la orden de frenada con una diligencia absoluta. Podemos regular la potencia de frenado hasta obtener la máxima presión con el mínimo esfuerzo, clavando la moto y con el ABS dispuesto por si nos hemos quedado cortos en el cálculo de la distancia. La entrada del sistema antibloqueo está muy bien calibrada pero además podemos regular su intervención desde los ajustes de la instrumentación.  

Con todas estas ayudas a la conducción, la Speed Triple “perdona” errores pero debemos ser siempre cautos con el gas en los modos más deportivos.

Depredadora

Con cabeza, es una moto apasionante que en curvas entra a la perfección por donde hemos puesto el ojo, ya que permite frenar muy tarde y lanzarse al ápice de la curva como un puma se abalanza sobre su presa. Es tan ágil, rápida de reacciones e intiutiva que puede sorprendernos entrando a la curva más cerrados de lo que queríamos porque nuestro cuerpo se ha anticipado a nuestra mente, y ella obedece.

Abrir gas para buscar la próxima curva despierta sus demonios a cada momento y es cuando físicamente notamos que es exigente a pesar de su ligereza y manejabilidad, debido al ritmo que somos capaces de llevar. El sonido incita a no soltar el gas para buscar la siguiente curva casi con ansia, abusando del instantáneo impulso y el rápido cambio para sentir todo su ímpetu porque está en su salsa. El tren delantero no se muestra nervioso a pesar del empuje y tampoco flaquea en los apoyos fuertes a la hora de frenar; suspensión y el bastidor aportan un tacto muy serio al conjunto, transmitiendo una gran rigidez cuando hace falta.

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Los neumáticos Pirelli Diablo Supercorsa SP resultan un complemento ideal, ya que en plena tumbada la moto se nota perfectamente “adherida” al asfalto.

En definitiva, es una moto adorable en conducción deportiva pero cuidado que muerde...

En ciudad se mueve muy dignamente aprovechando su agilidad y la suavidad con la que se expresa el motor. Se mueve bien entre coches pero no la van demasiado los espacios pequeños ni los giros a baja velocidad, ya que su radio de giro es escaso. Al hacer hacer pronto tope la horquilla, los movimientos en parado también resultan penalizados.  

En este entorno se impone el uso de marchas largas para tener el carácter bajo control y de paso ahorrar gasolina, ya que es una moto que con un consumo de casi 6l/100 km al alto ritmo que inevitablemente transcurrieron los días de la prueba, se visita con frecuencia la gasolinera.

Bien dotada

Mención especial merece la instrumentación, una pantalla TFT de 5 pulgadas a todo color. La información es tan completa que requiere un estudio previo para ver todo lo que ofrece, porque incluye hasta cronómetro para las hipotéticas incursiones en circuito. Todo se consulta y modifica muy cómodamente desde la piña izquierda, donde hay un pequeño joystick y el botón para cambiar los modos de conducción. Además se pueden elegir dos diseños diferentes principales para la pantalla, con seis estilos en total y las opciones de alto contraste. En total tenemos 12 diferentes opciones de visualización. Y por si fuera poco permite variar la inclinación para que podamos tener siempre la mejor visión.

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En general destaca por una calidad general indiscutible y un equipamiento muy completo en el que hay luz diurna DRL e incluso control de crucero. Alguien puede pensar que no encaja en su filosofía pero resulta útil tras una intensa jornada de curvas. La fibra de carbono en el guardabarros y en la aleta, así como los escapes Arrow, le aportan a su imagen mucha deportividad que continúa en detalles como el basculante monobrazo de aluminio que hace su estampa trasera especialmente bonita por ese costado.  

Opinión y valoración

Triumph ha vuelto a sacar brillo a un icono dentro de su gama que se merece un trato casi preferencial, no solo para seguir fiel a su radical espíritu streetfighter, sino también para ponérselo complicado a la competencia. Y es que aunque no sea de las que ostentan más potencia, sus 150 CV son más que suficientes para colmar las expectativas de cualquiera en busca de una maxinaked de corte 100% deportivo con la que dar rienda suelta a sus bajos instintos.

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No te faltarán emociones, emociones fuertes con la Speed Triple RS, la versión más exquisita ya que Triumph también ofrece la variante S que lógicamente cuenta con el mismo espíritu rebelde, pero está dotada de una electrónica más sencilla, sin plataforma IMU, y unas suspensiones de calidad (Showa) pero alejadas del rendimiento que pueden llegar a proporcionar las Öhlins "para negra" de la RS. Y eso supone que su precio sea más asequible: 14.150 €.

La clave la Speed Triple está en el motor, que con un carácter casi de carreras adaptado a un uso en ciudad, carretera y hasta circuito, es capaz de modificar su respuesta gracias no solo a su avanzada electrónica sino también a una respuesta lineal, refinada y dosificable, si no la llevamos al límite que es lo que realmente le gusta.  

El diseño general continúa siendo muy original y la calidad general está a un nivel alto, igual que el equipamiento, donde sí he echado en falta que el cambio rápido sea de serie en una moto de tan elevado estatus que requiere un desembolso acorde: 16.150 €. La Speed Triple RS es la sustituta perfecta a una RR para disfrutar de mayor comodidad en cualquier uso, sin privarse de un carácter salvajemente deportivo.

Equipamiento piloto

Galería Prueba Triumph Speed Triple RS 2018