Sumario

La F 700 GS siempre se ha presentado como la versión light de F 800 GS, una moto con menos prestaciones y enfocada a un público menos exigente o de menor talla, por lo que siempre ha estado un poco a la sombra de su hermana mayor. Con la llegada de las nuevas F 750 GS y F 850 GS, BMW ha realizado un esfuerzo bastante importante para que la F 750 GS se vea como una moto con una personalidad propia y no tanto como una versión descafeinada de la F 850 GS. Que se convierta en una montura con la que rivalizar con otras trail asfálticas del mercado, en especial con la Triumph Tiger 800 XR.

Más GS que nunca

Como una imagen vale más que mil palabras, lo primero en lo que han trabajado en BMW es en su apartado estético, haciendo de la nueva 750 una auténtica GS, algo que no ocurria con la 700 que difería tanto del resto de la gama, incluida la pequeña G 310 GS. Es más, hasta que no te fijas en la horquilla resulta fácil confundirla con la 850, que utiliza una invertida con barras de mayor diámetro.

El secreto para conseguir esta nueva estética se encuentra en la nueva ubicación del depósito de combustible, que antes estaba bajo el asiento y ahora se ha colocado en una posición más tradicional, y el conjunto que forma éste con el carenado lateral más el ya característico pico de pato. Con estos cambios, las dos hermanas de la familia F son iguales salvo por la pantalla, de menor altura en la 750. Por otro lado, este cambio de colocación del depósito hace que la parte trasera de la moto sea más estrecha y deje al descubierto el subchasis, dando una mayor sensación de ligereza y permitiendo que el escape, que ahora sale por el lado derecho, luzca más todavía.

Entre tantas modificaciones no podía faltar la del faro delantero, que sigue conservando la asimetría propia de las BMW, pero con un diseño más moderno. En la unidad probada además se montaba el nuevo con tecnología “full-LED” con luz diurna en forma de horquilla o de diapasón. Los LED de la luz trasera y de los intermitentes son de serie.

Compacta y cómoda

Ya había probado la F 750 GS en la presentación a la prensa, pero fue durante una única jornada y bajo bastante lluvia, por lo que tenía ganas de rodar más días con ella. Las sensaciones sobre ella son las mismas que tuve en su día, es una moto muy cómoda, con un asiento amplio y con un espumado a pruebas de horas de ruta.

Se llega muy bien al suelo, y eso que yo apenas mido 165 cm, pudiendo maniobrar en parado con facilidad, aunque a veces la pierna derecha toca con la estribera del pasajero. Eso sí, se nota que no es una moto ligera y si hay cierta inclinación no conviene descuidarse.

Las manetas regulables ayudan a encontrar la posición ideal para las manos, mientras que los botones esenciales de las piñas son de fácil acceso, dejando más escondidos los menos necesarios, como los de los puños calefactados o el control de velocidad, entre otros. Las estriberas quedan a una altura ideal para no tener que flexionar demasiado las piernas y la espalda queda bastante erguida, sin que el manillar se aleje excesivamente.   

La instrumentación se lee de manera clara, independientemente de la posición del sol, al menos en la que monta nuestra 750, la nueva pantalla TFT de 6,5” que es opcional y que incluye el sistema de comunicación que se conecta con el smartphone y el casco mediante bluetooth. Otro elemento adicional que incorpora es el sistema de navegación de BMW, el Navigator VI, que por su colocación sobre las abrazaderas del manillar obliga a bajar un poco la vista para poder visualizarlo de manera correcta.

Connected Ride y Navigator VI

Es la primera vez que pongo a prueba el nuevo sistema Connected Ride que conecta el casco, el smartphone y la moto mediante bluetooth. Se trata de un sistema bastante intuitivo con el que se logra integrar todos ellos a través de una app gratuita de BMW. El navegador permite de forma sencilla ir de un punto a otro pero no se pueden planificar rutas u otras opciones más complejas. La sincronización con la agenda del teléfono es perfecta y su manejo es cómodo, igual que la operación de escuchar música, todo a través de la ruleta situada en el manillar izquierdo incluso en marcha, aunque yo recomiendo detenerse para evitar descuidos.

También he podido probar el Navigator VI, un navegador con pantalla de 5" que sí que es un navegador puro y duro, con planificador de rutas, guía de viajes e igualmente capaz de reproducir música y atender llamadas entrantes del teléfono. Está fabricado por Garmin y ofrece múltiples posibilidades de gestionar las rutas, pudiendo además optar por carreteras de curvas o evitar nacionales y, de manera opcional, estar informado de estado del tráfico y de la situación atmosférica. 

El problema es que ambos sistemas no son complementarios y la sincronización de ambos a la vez no está bien resuelta por lo que para hacer funcionar bien uno hay que deshabilitar el otro. En todo caso, si el uso principal que se va a hacer de la moto es por ciudad y paseos de fin de semana basta con el Connected Ride, pero si se va a viajar y hacer rutas habituales, entonces las posibilidades del Navigator son mucho mayores y es totalmente recomendable.

Su lado más amable

Con todos los mandos en su sitio me pongo en camino para en primer lugar probar la moto por la ciudad, un entorno propicio para ella. El motor suena de manera diferente al del modelo anterior, menos característico pero más de moto grande, sobre todo cuando se le exige por encima de las 4.000 rpm. Destaca el suave y preciso accionamiento del embrague, al que acompaña un cambio delicioso que encima está dotado de la tecnología “quick shift” para subir y bajar de marchas sin tener que usar el embrague. A ritmo lento prefiero el método tradicional, dosificando el gas y siempre con una dedo en la maneta izquierda para gestionar mejor la conducción.

Se mueve bien entre los coches gracias a la baja altura de su asiento y a la situación del manillar, que siempre queda por encima de los espejos de aquéllos, salvo de los cada vez más frecuentes SUV. El motor traquetrea un poco por debajo de las 2.000 revoluciones, sin que llegue a ser molesto y se evita de forma sencilla subiendo un poco por encima de ese régimen. Tiene un propulsor muy agradable para ciudad, con buenas aceleraciones y recuperaciones, pero sí que es cierto que te obliga a conducir en marchas más bien cortas. De los cuatro modos de conducción -dos de serie (Rain y Road) y dos opcionales (Dynamic y Enduro)- no hay ninguno Urban y estuve probándolos todos y en estas circunstancias con el que más cómodo me sentí fue con el Road.

Las suspensiones también responden con buena nota en este ambiente. El tarado blando de la horquilla resulta muy cómodo para afrontar las bacheadas calles de la capital, mientras que el amortiguador trasero muestra igualmente una respuesta algo suave, pero muy agradable cuando se va sin prisas. El sistema de regulación electrónico ESA es opcional y permite cambiar en dos modos, Road y Dynamic, pero hasta que no sales a carretera no es tan fácil sacar conclusiones.

Sí que se puede valorar mejor la frenada, puntuando con buena nota el equipo Brembo montado en ambas ruedas. El ABS salta cuando tiene que hacerlo, sin resultar demasiado intrusivo. El doble disco delantero no requiere de mucho esfuerzo para detener la moto, mientras que el trasero peca únicamente de tener demasiado recorrido.

En modo dinámico

Si en el entorno urbano la F 750 GS, en carretera es donde más se disfruta. Para empezar, aquí ya se aprecia mejor lo que cada uno de los modos es capaz de dar. El Road es el más equilibrado, el que se desenvuelve bien en cualquier situación, ofreciendo una estirada más que suficiente para adelantar a otros vehículos más lentos y para salir de las curvas más cerradas con alegría. El Rain, por su parte, también rinde con firmeza, pero la entrega es todavía más lineal y con el control del tracción (de serie) a la espectativa por lo que pudiera pasar. Del modo Enduro no he podido sacar conclusiones al no haber conducido por pistas, quedando a la espera de probar a fondo la F 850 GS.

El Dynamic ofrece el mayor índice de diversión. La moto acelera de manera fulgurante, pero sin llegar a asustar, pues no obstante estamos hablando de 77 CV. Emociona la moto en esta situación, que es cuando además el cambio rápido tiene sentido. Pensaba que con la suavidad del embrague y del cambio no iba a hacer mucho uso del “quick shift” pero es que cuando ruedas por encima de las 3.500 rpm subir marchas es una gozada, vas empalmando una tras otra con total suavidad. Con menor giro del motor la situación es distinta y cuesta un poco subir de marchas y da la sensación de forzar el cambio.

Con las reducciones, tres cuartos de lo mismo, el sistema permite apurar teniendo que preocuparte únicamente de sujetar con firmenza el manillar pues el sistema funciona a la perfección y las reacciones son similares a la de llevar un dedo en el embrague. El mayor grado de comodidad se consigue usando embrague en las tres primeras marchas y el cambio pro para las siguientes tres, especialmente con el modo “ataque” en mente, es decir, llevando el motor de manera alegre.

Apurando una marcha tras otra te das cuenta de lo que es capaz la F 750 GS, resultando muy eficaz en las carreteras de curvas, abiertas y cerradas, llegando a rozar con los avisadores de las estriberas en cuanto has cogido cierta soltura.

Sí que hay que tener cierto cuidado con las suspensiones cuando se rueda a mayor ritmo, pues ese tarado blando tan cómodo para disfrutar de la largas jornadas de ruta se vuelven en su contra yendo más rápido. El amortiguador lo acusa menos, sobre todo si le pones la posición Dynamic, pero a la horquilla le vendría bien unas barras de mayor grosor o un ajuste más rígido. Está claro que el equilibrio entre confort y prestaciones a veces está reñido, y creo que en BMW han optado por contentar a la mayoría de los usuarios que van a adquirir esta moto.

Los frenos, en cambio, mantienen ese buen funcionamiento que se percibe en la ciudad, respondiendo con firmeza incluso en las apuradas más fuertes, apoyado siempre con el trasero cuando la situación se vuelve algo más tensa, aunque siempre atentos a la respuesta de la horquilla, que hará que el tren delantero se hunda bastante. La configuración del ABS me parece sobresaliente, incluso deja apurar bastante la rueda trasera en el límite justo de empezar a bloquear.

Mención aparte merece el chasis, que también es nuevo en este modelo. Pensaba que el haber colocado más arriba el depósito iba a penalizar su estabilidad, pero nada más lejos de la realidad. La F 750 GS es muy ágil y la moto siempre va por donde tú quieres que lo haga, sin que se aprecien reacciones extrañas. El cuerpo queda plenamente fundido con la moto, con las rodillas apoyando firmemente en el depósito y resultando muy fácil moverse sobre su asiento.

De todas formas, y en esto no veo diferencia con la 700 anterior, la clave del buen ejercicio de este modelo en asfalto se encuentra en la rueda de 19”, para mí mucho más eficaz que la de 21” que calza la 850. La sensación de seguridad que transmite es muy elevada y esto hace que la conducción se haga más fluida y permita apurar un poco más en las curvas. Para el enfoque de esta moto, que poca pista de tierra va a ver, es sin duda la mejor opción.

La vuelta a casa por la autopista tras una agradable jornada de curvas se hace en un santiamén. El motor permite llevar un buen ritmo, con algunas vibraciones cuando se superan los límites legales que se aprecian en puños y espejos pero no en estriberas, y con el único inconveniente de la escasa protección que dedica su minúscula pantalla. Una moto concebida para “rutear”, que incluso tiene el detalle de integrar los acoples para las maletas de serie, debería disponer de una de mayor tamaño según sale de fábrica.

Al terminar mis 400 kilómetros de ruta repaso todos los datos y me encuentro con una última sorpresa, el consumo, que según el ordenador ha sido de 3,9 litros por cada 100 kilómetros recorridos. No me lo creo y compruebo tikets de gasolina: a mí me salen 4,02 litros por la misma distancia. Impresionante.

Equipamiento y precio

El precio de salida de la F 750 GS es de 9.560 euros, apenas unos 400 euros más que la F 700 GS, lo que es un buen punto de partida teniendo en cuenta que se trata de una montura mucho más moderna equipada con control de estabilidad y modos de conducción de serie. Ahora bien, como suele ocurrir con las BMW, las posibilidades de mejora son muy amplias gracias a la gran cantidad de opciones de fábrica y accesorios originales disponibles.

Nuestra unidad de pruebas cuenta con varios de estos “gadgets” realmente interesantes, empezando por el sistema de comunicación BMW Connected Ride compuesto por la pantalla TFT de 6,5” que nos conecta el móvil con la moto y el casco por un precio de 651,05 euros. También nos beneficiamos de la luz delantera “full-LED” que me sirvió para darme la mejor iluminación posible en un paseo nocturno por la sierra de Madrid huyendo del calor del verano (238,72 euros).

Me parecen bastante recomendables el ajuste electrónico de las suspensiones (488,31 euros) y el DTC (control dinámico de tracción), por contar con ese plus de seguridad en condiciones poco favorables, así como los modos de conducción adicionales (439,25 euros) que permiten encontrar mayor diversión con el Dynamic y una mayor eficacia en off-road con el Enduro.

En cuando al asistente de cambio de marchas Pro, decir que su precio es de 455,75 euros y con él la conducción deportiva sube de escalón. La suavidad del cambio y el embrague está fuera de toda duda, pero es imposible ganar a la máquina que es mucho más efectiva. Si se va a viajar mucho por autopista, el control crucero (363,53 euros) permite descansar la muñeca derecha.

Otros accesorios que convencen son el RDC (control de presión de neumáticos), pues aunque las ruedas de la F 750 GS son sin cámara, nos permite saber en todo momento la presión de las mismas, evitando disgustos y paseos a la gasolinera; y el Keyless Ride (287,56 euros), la llave inteligente que se puede llevar en el bolsillo y permite encender y apagar el motor, bloquear la dirección y abrir el tapón de gasolina.

Por último, mención especial para la llamada inteligente de emergencia (330,96 euros), que además lo puse prueba al caérseme la moto mientras maniobraba a la entrada de un camino. En pocos segundos se pusieron en contacto conmigo a través del Centro de llamadas de BMW para preguntar por mi estado y para asegurarse de que estaba bien.

BMW ofrece una serie de paquetes que engloba a cada uno de estos accesorios rebajando la cuantía que cada uno de ellos tiene por separado. Los paquetes opcionales son los siguientes:

  • Paquete confort (824,69 euros): Keyless, caballete, control presión neumáticos,puños calefactables.
  • Paquete dinámico 781,28 euros): ABS Pro con luz de freno dinámica, asistente de cambio Pro, control dinámico de tracción, modos de conducción pro.
  • Paquete iluminación (75,96 euros): Intermitentes LED blancos, luces de LED y luz diurna

Con todos los paquetes y accesorios instalados, el precio de la F 750 GS se eleva hasta los 13.300 euros, una cifra similar al de algunas maxitrail, pero con un equipamiento similar o incluso superior.

Valoración y opinión

La BMW F 750 GS es una gran moto trail, disponible además para conducirse con el carnet A-2, que cuenta con un precio de salida superior al de sus rivales, a las que supera también por su alto nivel de equipamiento. Una de las críticas que recibe es que parte de su equipamiento es opcional y requiere de mayor inversión, pero también es cierto que al menos está disponibles, algo que no es posible en otros modelos ni siquiera pasando por caja. 

Se trata de un modelo nuevo, no de una actualización del anterior, que se maneja en asfalto bastante mejor que la 850 gracias a su rueda delantera de 19” y a sus suspensiones de menor recorrido. En ciudad, su menor altura del asiento la hace también más manejable, sobre todo para personas de baja estatura. Tiene menos potencia que la otra, pero hasta las 6.000 rpm la diferencia entre ambas en todo ese intervalo es insignificante.

Esa ganancia en el apartado estético, en la misma línea que el resto de GS, debería atraer a un buen número de usuarios que ven en ella una moto más eficaz que la 850 en asfalto y en ciudad, que es el lugar donde se rueda un mayor porcentaje de kilómetros.

Aparte de lo que determine el mercado hay una cosa que sí está clara: la F 750 GS sigue su propio camino y deja de ser la hermana pequeña de la F 850 GS.

Equipo piloto

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