La familia “Z” suma otra integrante más -y van 5- con esta Z400 que supera en todo a su antecesora, la Z300, gracias a todas las mejoras heredadas de la Ninja 400 lanzada en 2018. Es 3 kilos más ligera, cuenta con 6 CV más de potencia y el par también se ha incrementado en 9 Nm, ya que el motor es ahora de 399 cc en lugar de 296 cc. Estamos ante una moto netamente superior que también ha mejorado a nivel de parte ciclo para estar a la altura de estas mayores prestaciones generales con la incorporación de un bastidor nuevo como elemento clave.

Eso también trae consigo una horquilla convencional que crece hasta los 41 mm desde los 37, con unos frenos también mejorados al contar con un disco delantero cuyo diámetro se incrementa de 290 a 310 mm. Y el ABS de Nissin también lo estrena esta generación 2019.

El embrague antirrebote es otro elemento que sube de nivel para proporcionar más suavidad ante las reducciones más bruscas que provocará siempre un motor con más empuje.

Con todo esto tenemos un cóctel que apuesta con descaro por un mayor dinamismo y sin elevar apenas el precio porque si la última tarifa de la Z300 en 2016 era de 5.325 €, la nueva Z400 cuenta con un precio de oferta (julio 2019) de 5.399 € aunque su tarifa oficial sea de 5.799 €. Por eso es un detalle muy positivo a favor de la nueva Z400 y hace que esté bien alienada con la competencia más directa de su segmento en cuanto a potencia y precio: la KTM 390 Duke (5.459 €) y la Yamaha MT03 (5.249 €).  

Pero dejémonos de cifras y vamos con las ansias guerreras que despierta la Z400 desde el mismo momento en el que sales con ella del concesionario.

Instinto familiar

Lo primero que pensé al comenzar a rodar es:“Estoy en una Z de Kawasaki”, de eso no hay duda. El diseño ya transmite el mensaje, pero lo curioso es que al empezar la prueba rápidamente me vino esa sensación de familia. Parece evidente que tan prolífíca saga -Z125, Z650, Z900 y Z1000- tiene una coherencia que no se limita al nombre y los colores, sino que la forma de plantear su puesto de conducción y su carácter a los mandos también está en el ADN de cada una. Por cierto, Kawasaki es la marca que más modelos naked de estilo streetfighter tiene para el carnet A2, y los reparte en tres cilindradas: 400, 650 y 900, resultando ser una auténtica especialista en este suculento segmento de mercado.

Así que comencé a sentir esa ligereza y sus reacciones ágiles desde el primer momento, donde el motor ya avisa de que esos 6 CV extra son verdaderamente jugosos ya desde la primera parte del cuentarrevoluciones. Y eso que el propulsor tiene una estirada hasta las 10.000 vueltas, así que imagínate lo que cunde. Por eso decía que es una moto peleona en la ciudad y con la vista puesta en sus alrededores, ya que tiene una zancada importante cuando le damos espacio por delante...  

Deportividad naked

Habiendo probado la Ninja 400, ya me esperaba el empuje de este bicilíndrico de carácter vigoroso, pero cuando te cambian el manillar y la ergonomía las cosas se ven y se sienten de otra manera. El puesto de conducción de la Z400 está definido por el manillar ancho y elevado, en el que los brazos caen prácticamente rectos y de forma cómoda. El asiento a 785 mm del suelo se alcanza con facilidad y ofrece un amplio espacio de guía con mucho margen para moverse llegado el momento. El punto picante de la posición lo ponen las estriberas, un poco elevadas y retrasadas, que cargan ligeramente hacia adelante la posición, posibilitando así ponerse con facilidad en modo deportivo para darle aún más aplomo a la rueda delantera, y haciendo que tengamos más sensación de control en conducción alegre, sobre todo en tramos de curvas.

Porque la Z400 es una moto rápida en el más amplio sentido de la expresión gracias a la combinación del motor y de la parte ciclo. No solo permite transiciones veloces entre curva y curva sino que a la hora de moverla de un giro a otro también reacciona al instante, sin esfuerzo, gracias a sus geometrías de dirección. Cierto es que le falta algo de precisión ya que tiende a abrirse ligeramente cuando intentamos cerrar la trayectoria, subvira un poco, y es algo a lo que debemos acostumbrarnos para guiarla siempre por el camino deseado.  

Todo corazón

En curvas rápidas ofrece buenas sensaciones ya que el aplomo difícilmente se ve comprometido porque va muy bien asentada de ambas ruedas, un aspecto que ha mejorado muchísimo respecto a la Z300. Aunque es una moto con un motor capaz de desarrollar tal nivel de prestaciones que podría en alguna ocasión echarse en falta de un poco más en cuanto a suspensiones y frenos, pero para percibirlo con claridad hay que exprimirla al límite ya que a un ritmo normal todo trabaja a la perfección.

De hecho, el motor empuja tan bien desde abajo que no es nada difícil sentir el deslizamiento de la rueda trasera cuando aceleramos a fondo a baja velocidad, por ejemplo a la salida de una rotonda, y eso que es una moto cuyos neumáticos Dunlop Sportmax GPR 300 ofrecen buenas sensaciones en plena inclinación. ¿Necesita control de tracción? No es para tanto pero me ha sorprendido lo sencillo que ha resultado hacerla derrapar en este tipo de situaciones, unas provocadas pero otras inesperadas y derivadas de su temperamento al acelerar.

Otra cosa que llama la atención es la poca retención que tiene el motor al reducir marchas, por lo que este factor no tiene apenas peso a la hora de aproximarnos con velocidad a una curva; deberemos fiarlo todo a su equipo de frenos.

Los frenos son solventes y están asistidos por un sistema ABS que no tiene una puesta a punto muy deportiva porque no es nada difícil que salte, aunque lo cierto es que su reacción es agradable porque la trepidación a la maneta es muy discreta y acorta la distancia de frenado de forma muy eficaz. Evidentemente una pinza de anclaje radial daría otras sensaciones pero si no la montan la Z650 ni la Z900 es totalmente lógico que Kawasaki no haya equipado la Z400 con unas.  

Perfecta escuela naked

Debo destacar el cambio de marchas que es suave en las operaciones desde la maneta, pura mantequilla y bastante preciso, salvo en alguna ocasión que no aparece el punto muerto, un detalle poco recurrente que ya observé en su día en la Ninja 400. El escalonamiento entre las marchas me parece perfecto porque permite extraer absolutamente hasta el último caballo de potencia y newton metro de par que tiene el motor, haciendo muy elástico su rendimiento.

Los espejos retrovisores están muy bien ubicados a nivel de visión pero esta se enturbia porque reciben bastantes vibraciones desde el manillar, un detalle un poco molesto que se da cuando el motor gira entre la zona media y alta del cuentarrevoluciones, la preferida de esta pequeña gran guerrera que es la Z400.

Y también tiene un lado perfecto como moto de aprendizaje ya que el motor es una delicia a baja velocidad, pues no da tirones en marchas cortas ni aunque lo forcemos un poco. Para ese público menos experimentado que es para mí el objetivo de esta moto, la facilidad de guía es clave, pues a pesar de no ser una moto muy ligera, con sus 164 kg en seco, se maneja de forma muy intuitiva, es muy colaborativa en su dinamismo.  

Otro aspecto positivo es la buena relación consumo/autonomía ya que con su depósito de 14 litros y un gasto que estuvo en torno a los 4 o 4,5 l./100 km, podemos cubrir con facilidad 300 kilómetros, una buena cifra para una moto urbana pero con ansias de libertad.

Instrumentación y equipamiento

Esta información podemos visualizarla en su instrumentación que es una pantalla totalmente digital heredada de la Z650 y la Z900. Ofrece bastante información en poco espacio, lo que obliga a que los dígitos del ordenador de abordo como el consumo, la autonomía, los parciales, etcétera, sean pequeños y no muy legibles cuando vamos rodando. Pero, por ejemplo, el indicador de la marcha engranada sí cuenta con un tamaño bueno para poder verlo con claridad en todo momento. Es un diseño que ya tiene unos cuantos años encima pero todavía conserva su carácter vanguardista y deportivo, perfecto para una naked como la Z400. 

En nuestra unidad de pruebas había bastantes elementos que no son de serie, sino que los equipa de forma opcional y eso debemos tenerlo en cuenta. El más llamativo es el escape Akrapovic que alivia peso y la de un sonido más sugerente y que cuesta alrededor de 650 €. También vemos la tapa del colín que le da un aspecto monoplaza más deportivo y cuyo precio es de unos 170 €. Por último están los adhesivos para proteger el depósito de combustible que valen 24 €.  

Por cierto, aunque no llevase la tapa del colín, el asiento para la persona que nos acompaña tampoco es que sea una butaca, sino más bien resulta ser todo lo contrario, bastante testimonial y elevado, con una cinta para poder agarrarse pero de forma precaria.

Opinión y valoración

La Kawasaki Z400 es una moto que hereda todo el carácter de sus hermanas mayores en un formato perfecto para los que buscan su primera naked deportiva de cierta entidad, ya que sus 45 CV resultan ser muy aprovechables tanto para un uso tranquilo y urbano como para hacer divertidas escapadas por carretera.

Es una moto sencilla a nivel de parte ciclo pero perfectamente adaptada al carácter del motor que es sin dudarlo una de las referencias de esta categoría de motos específicas para el carnet A2. Al no estar limitada en su potencia original se puede disfrutar de todo su potencial para aprender a conducir una moto con verdadero pedigrí deportivo que no intimida, ya que es accesible en todos los sentidos.

Está bien equipada en líneas generales y arropada por un diseño musculoso que tiene destellos como la iluminación totalmente LED que realzan su vanguardista propuesta naked cuya alma guerrera te lleva a su terreno desde el primer momento.  

Se comercializa en dos colores, el verde típico de Kawasaki que luce nuestra protagonista y uno rojo más discreto.

Equipamiento piloto

Galería prueba Kawasaki Z400 2019