Las motos de Malaguti cuentan con un punto en común, que no es otro que el que toman de base algún modelo del Grupo Piaggio, que en el caso del Madison 300 se trata de la plataforma que fue utilizada en su día por el Gilera Nexus 300 y el Aprilia SR Max 300. Hablamos por tanto de un una novedad de la que ya conocemos muchas de sus características. Nos obstante, el tiempo transcurrido entre la aparición del Madison y los otros dos scooters no ha caído en saco roto pues el Malaguti se ha modernizado con un completo equipamiento que le permite para ponerse al día y poder así pelear con la dura competencia que reina en este segmento de scooters para el A2.
Sport GT
Me resulta muy atractiva la colocación elevada del escape, que pone al descubierto el lado derecho de la llanta trasera, lo que le da un toque más rácing al scooter. También ayuda a incrementar su aspecto deportivo la pantalla regulable, especialmente cuando se encuentra en su posición más baja. El manejo del parabrisas es bastante sencillo gracias a su rueda situada en el lado derecho, pudiéndose manipular incluso con el vehículo en marcha, aunque recomiendo hacerlo en parado al obligar a soltar la mano del manillar.
En definitiva, se disfruta de una cómoda posición de conducción encima del Madison, con la espalda erguida y las piernas con mucho espacio para encontrar la posición ideal para cada uno. El manillar queda a buena altura y es bastante estrecho, lo que se agradece al circular entre coches. Sí que he echado de menos unas manetas regulables y también un asiento algo más bajo porque los pilotos de baja estatura, como yo, apenas llegamos de puntillas.
Equipamiento y acabados
Para la puesta al día del Madison 300, Malaguti ha añadido algunos elementos muy modernos, como la pantalla TFT a todo color, pero ha dejado en el olvido otros interesantes, como la ausencia de una bisagra para el tapón de combustible. También he echado de menos una cerradura en, al menos, una de las dos pequeñas guanteras situadas en la parte superior del panel frontal y un pulsador para levantar el asiento sin necesidad de tener que girar la llave de puesta en marcha.
Doble personalidad
Comienzo la prueba en ciudad, y lo hago con el modo motor ECO como refleja el tono azulado de la instrumentación. Se aprecia la falta de pegada a la hora de abrir gas y aunque la respuesta es suficiente para rodar cómodamente por ciudad, realmente parece que vamos en un scooter de 200. Es complicado hacer saltar el control de tracción en estas circunstancias, mientras que la respuesta suave hacen de él un scooter muy fácil de conducir para pilotos de cualquier nivel.
Es cierto que estamos hablando de un scooter con motor de 278cc, no es propiamente un 300, e igual por eso se espera más de él, pero su comportamiento me hace sentir como si fuera sentado encima de un 250. Estas impresiones cobran sentido cuando reviso su ficha técnica y encuentro que su potencia se sitúa en los 21,5 CV a 7.250 rpm, algo inferior a los de otros scooter de su cilindrada. De todas formas, para conducción en ciudad va más que sobrado pues enseguida alcanza velocidades superiores a las permitidas.
Agilidad
Y este ritmo desahogado en ambiente urbano es posible alcanzarlo también por su agilidad. Cuenta con un chasis muy noble que permite aprovechar la estrechez de su conjunto para circular entre los coches con total fluidez, con los espejos mostrando todo lo que ocurre detrás sin que aparezcan ángulos muertos. Su amplio radio de giro facilita el zigzagueo en el tráfico más denso en busca de los pequeños huecos que quedan entre los vehículos de cuatro ruedas.
Por contra, lo que más me ha gustado del Madison son las suspensiones, en donde se ha logrado un buen equilibrio entre la firmeza que se le presume a un scooter deportivo con el confort de un GT. La horquilla responde con consistencia en los pasos por curva y en las frenadas, en donde no he sentido debilidad en ningún momento. Su tacto es progresivo, algo se agradece porque transmite mucha información al piloto.
En carretera
No quería terminar la prueba del Madison sin hablar de su comportamiento en vías rápidas, espacio donde más sentido cobra el decidirse por un 300 en vez de por un 125. Como os podéis imaginar por lo ya comentado de su motor, el Madison 300 no disfruta de una aceleración fulgurante aunque los 90/100 km/h los alcanza con facilidad, que ya es suficiente en vías interurbanas.
Y ya que hablamos de velocidades altas, indicar que la pantalla regulable supone un plus de confort al impedir que el viento alcance la zona del pecho y del cuello, lo que se agradece en días de frío o de lluvia. Pero no evita las turbulencias en la zona superior del casco, incluso en pilotos de talla baja.
Conclusión y valoración
El hecho de haberse desarrollado sobre la base de otro scooter determina el la naturaleza del Madison 300, empezando por el apartado estético. Es un GT atractivo pero le falta algo de originalidad al apenas haber variado ningún elemento de la carrocería respecto al Nexus o al SR Max. Pero es un error pensar que se trata de un vehículo obsoleto, todo lo contrario, pues se ha actualizado con tecnología actual como la iluminación por LED o con su instrumentación digital. También ha recibido una importante modernización la electrónica, incorporando elementos tales como el control de tracción, los modos de motor o el obligado ABS para motos destinadas a usuarios del A2.
En cuanto al apartado económico, indicar que el Madison se encuentra en el término medio con sus 4.600 € de coste, al mismo nivel que el Kymco Super Dink 350 o el Kawasaki J300 (con oferta). Por encima de él encontramos los modelos premium, como el Yamaha X-Max 300 o el Honda Forza 300, de mayor calidad y mejores prestaciones pero también más de 1.200 € más caros.
Equipamiento piloto
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