El segmento de las naked de 125 está plagado de motos de estética retro, un nicho que atrae a diversas marcas, casi todas ellas con modelos procedentes de China. Una de las últimas compañías en asomar la cabeza en nuestro mercado es Orcal, una firma francesa cuyos productos son distribuidos en España por el grupo Keeway-Benelli, lo que supone una garantía en cuanto a servicio y distribución.

Orcal comercializa tres modelos en nuestro país -Astor, Sprint y Sirio- que comparten la misma base pero que se diferencian por montar algunos componentes diferentes, como manillar, ruedas, guardabarros o asiento, aunque con el toque vintage como apartado en común.

Estilo scrambler

En nuestro estreno probando un modelo de la marca Orcal nos decidimos por la Sirio, una montura que alcanza cierta imagen scrambler principalmente gracias al montaje de unos neumáticos de tacos con dibujo mixto -marca CST- y de un protector de rejilla en el faro delantero. No se ha instalado un escape elevado como suele ser habitual en este tipo de motos, el cual se mantiene en una posición convencional aunque su diseño tipo megáfono en línea ascendente es bastante atractivo.

Reconozco que me sorprendió para bien al recoger la moto en el concesionario, pues esperaba una moto más simple en cuanto a detalles y acabados. Desde el punto de vita estético se ha realizado una excelente combinación entre el negro del asiento, los guardabarros, las llantas, la horquilla y el chasis -un monocuna de tubos de acero-, con el blanco empleado en las placas laterales y en el depósito, bitono en su caso.

Entrando más al detalle nos encontramos con una atractiva luz trasera, de forma redondeada y con tecnología LED. El faro delantero, en cambio, utiliza bombillas tradicionales, al igual que los intermitentes, aunque éstos con efecto blanco. Llaman también la atención los fuelles que protegen las barras de su horquilla convencional de 37 mm

La instrumentación es muy sencilla, compuesta por dos relojes analógicos, uno para el velocímetro y otro para el tacómetro. Carece incluso de una pantallita digital para el cuentakilómetros, que ya es habitual en motos de pequeña cilindrada.

Sentado sobre una tabla

El asiento es otro de los elementos que ha cuidado su imagen, en dos alturas y con cosidos transversales en su parte superior. Sin embargo, su interior no ha quedado tan bien resuelto, pues apenas cuenta con mullido y es como ir sentado en una tabla protegida por una tela. Incluso la parte del pasajero, más elevada, resulta durísima. Seguramente la marca haya tomado esta opción para no elevar más todavía la altura del asiento, pues no es una moto muy amigable con los pilotos de menor talla.Yo llego de puntillas con mi 1,65 m de estatura. 

Es una lástima este punto, pues en cuanto a ergonomía se trata de una moto cómoda, en donde el manillar elevado permite mantener una posición erguida. Las manetas no son regulables, contando el embrague con un tacto algo duro. Esa misma aspereza la encontramos al regular los espejos, que aunque no tienen mucha superficie ofrecen una buena visión posterior, y además no vibran. Es una moto ligera, 125 kg, y tiene un amplio radio de giro, por lo que se maniobra bien en parado a pesar de su ya comentada gran altura del asiento.

Motor con sorpresa

Para la puesta en marcha la Sirio cuenta con botón y con una palanca para el pie. Es un detalle de cara a la galería por lo clásico que resulta y aunque funciona correctamente, en la práctica es difícil que terminemos usándolo.

Independientemente de qué modo arranquemos la moto, lo que nos encontramos es con un sonido muy contenido y sin apenas rastro de las vibraciones. El embrague, como decía antes, es duro, pero con un buen recorrido y fácil de modular. Las marchas entran con suavidad y precisión, encontrando el punto muerto a la primera en los semáforos.

El buen escalonamieno del cambio ayuda a ir ganando velocidad con facilidad y sólo la sexta se queda un poco descolgada en ciudad al estar pensada para ir más desahogada en carretera. Está claro que hablamos de una moto de 125 y en ningún momento vamos a sentir una aceleración fulgurante, pero es más que suficiente para movernos con rapidez por las calles, en donde sin duda vamos a superar a los coches con solvencia aunque no contaremos con la aceleración de un scooter 125.

La Sirio 125 tiene un motor con una buena respuesta a medio régimen, esto supone que no hace falta revolucionarlo en exceso para obtener una buena respuesta, lo que tampoco obliga a tener que estar jugando constantemente con el cambio. Resulta sorprendente lo que es capaz de conseguir un pequeño motor de 125 que ni siquiera alcanza los 10 CV de potencia máxima.

Lógicamente, tiene que haber truco pues no es normal que se saque tanto de tan poco, y eso se nota cuando se estiran las marchas. La zona alta ya no está tan llena, lo que se aprecia sobre todo cuando se sale a vías algo más rápidas, que no debería ser lo habitual para una moto de este tipo. No obstante, hasta los 90 km/h la moto se defiende bien siempre que el terreno sea favorable o llano.

Buena frenada, suspensiones blandas

Ya he comentado que la Sirio 125 es alta, pero también es ligera y estrecha, lo que permite moverse rápidamente entre los coches. Su amplio radio de giro sirve de gran ayuda para encontrar los huecos cuando el tráfico se detiene, haciéndonos mover con facilidad a baja velocidad.

Es una moto ágil, con una respuesta muy directa de la dirección, pero también con un buen aplomo en línea recta. Las suspensiones son demasiado blandas, sobre todo los amortiguadores traseros, con lo que se hace tope en los baches más pronunciados. Los ajustes de la horquilla no son tan blandos y mitigan algo mejor las irregularidades.

Me gusta más la respuesta obtenida por su equipo de frenos, con bastante potencia y muy fácil de dosificar. Tiene como ayuda un sistema combinado CBS que hace que al apretar el pedal del trasero actúe también sobre el disco delantero. En frenadas fuertes la moto se detiene de forma inmediata y no requiere mucha fuerza al accionar la maneta derecha del manillar. El pedal trasero también tiene buen tacto y se convierte en una buena ayuda a la hora de gestionar las curvas más cerradas.

La Orcal va equipada con unos neumáticos CST de dibujo mixto con un buen agarre en la zona central -se nota al apurar las frenadas- pero que no me dan la misma garantía al inclinar la moto. No puedo decir que haya tenido algún susto ni mucho menos, pero al tener tanto balón las sensaciones que transmiten necesitan de un período de adaptación.

Conclusión y valoración

Orcal plantea una moto con un precio asequible y con unos acabados muy dignos, dos aspectos fundamentales para el tipo de usuario al que va dirigida. Destaca por la pintura del depósito y por no haberla recargado en exceso, montando únicamente elementos diferenciadores que le dan bastante gracia, como los fuelles de la horquilla o la rejilla del faro delantero. Además, monta de serie algunos elementos que denotan cierta calidad, como la luz trasera del LED, el tapón de gasolina con bisagra o el caballete central.

Pero a esto hay que añadir una motorización que cumple sobradamente con la exigencia media de una conducción en ciudad y que apenas requiere mantenimiento por su sencillez, que es otro aspecto fundamental para los clientes menos entendidos. Esa simplicidad no es sólo mecánica, lo es también desde un punto de vista funcional, pues es una moto sencilla de conducir, con una buena respuesta a bajo y medio régimen.

Sólo se echa de menos un asiento más cómodo, pues apenas cuenta con mullido, y unas suspensiones un poco más rígidas. Por contra, la frenada sí que se encuentra a un buen nivel, tanto en lo que se refiere a potencia como a suavidad de accionamiento.