El catálogo de la marca española MITT va ganando importancia de forma rápida, con un goteo constante de nuevos modelos que incluye incluso una deportiva para el A2, como es la 400 GPR, aunque es la cilindrada de 125 la que recoge un mayor número de elementos. En este grupo nos encontramos la protagonista de hoy, la TK 125, una trail recién renovada que brilla por una estética muy conseguida.

Efectivamente, estamos ante una moto muy atractiva a la vista, con un frontal marcado por el pico de pato y por el faro en forma de V. Una pequeña pantalla parabrisas completa un conjunto armonioso que tiene su continuidad en el depósito de combustible y los aletines laterales. La parte trasera y el asiento, aunque también agradable a la vista, resulta menos original y recuerda bastante a la de la Yamaha XT660Z Ténéré, con doble salida de escape bajo el colín. Que por cierto no es real ya que el conducto de salida de humos es única, la del lado derecho, mientras que la izquierda es un recurso estético.

MITT ha apostado por una única variedad cromática para su trail, proponiendo un acertado gris mate que hace brillar el amarillo empleado en el chasis tubular. Un toque fluor que también se aprecia en las pinzas de freno, aunque no es la única combinación peculiar, pues los tornillos superiores e inferiores de las horquillas son rojas y de tonalidad bronce las propias botellas de la horquilla. Un amalgama de variedades cromáticas que otorgan un aspecto fresco, deportivo y juvenil.

Se nota el esfuerzo puesto en dotar a la TK 125 de un equipamiento destacado, como el uso de tecnología LED en todos sus elementos, un tapón de gasolina con bisagra, el protector del depósito o la instrumentación digital. Ésta es una pantalla con bastante información, incluso marcha engranada, que se lee bien tanto de día como de noche. Por contra, todavía debería mejoras algunos aspectos, como las estriberas del pasajero, con unos enganches de aspecto frágil, o el cable que llega al colector que es necesario por temas de homologación.

Asiento cómodo para piloto y pasajero

Sí me han gustado los pespuntes del asiento, así como su superficie rugosa para conseguir un óptimo agarre. Se trata de un sillín ancho aunque el piloto queda un poco encajonado en él entre el depósito y el asiento del pasajero, que cuenta con muy buena superficie y con una posición privilegiada para visualizar por encima del casco del piloto. Se llega muy bien a la moto, incluso para los pilotos bajos como yo -165 cm de altura-, con prácticamente los dos pies apoyados en el suelo por completo. También se maniobra bien en parado porque además su peso es más bien contenido.

La posición de conducción es cómoda, con una buena distancia al manillar y con los mandos de las piñas en una correcta disposición. Las manetas no son regulables y el tacto del embrague es blando. Los espejos son circulares y no cuentan con demasiada superficie, lo que complica en parte la correcta visualización trasera.

Sencillez mecánica

MITT ha recurrido al gigante chino Loncin para equipar su TK 125, eligiendo su probado propulsor de refrigeración forzosa que desarrolla una potencia de 9 CV y que brilla por su escaso mantenimiento y sus consumos reducidos.

Es un motor muy fácil de conducir que requiere de llevarlo siempre en la zona máxima del cuentarrevoluciones para obtener lo mejor de él. Para conseguirlo, la TK 125 cuenta con un desarrollo corto que permite alcanzar rápidamente ese régimen de giro óptimo. No obstante, incluso manteniéndolo en los parámetros ideales de potencia, es una mecánica a la que no le gusta la presión, más pensada para paseos tranquilos que para realizar una conducción deportiva. Llanea bien, pero en las subidas la moto se queda un poco clavada a pesar del buen escalonamiento de su cambio de cinco velocidades.

Un cambio, por cierto, preciso en todo momento aunque algo ruidoso y al que le hubiera venido bien una sexta marcha para desahogar el motor en los terrenos más favorables.

En ciudad, en donde el ritmo es más lento que en carretera, la TK 125 no plantea problema alguno, es al salir a carretera donde más se hacen patentes sus limitaciones. 

Buenas suspensiones

A lo que no se le puede poner pega alguna es a sus suspensiones. En especial, a su horquilla, lo mejor de la moto con diferencia. Es una horquila invertida Showa que ofrece buen tacto tanto en asfalto como en tierra. Absorbe muy bien las irregularidades y sólo si se realiza algún pequeño salto se la nota protestar en forma de tope. En ciudad va más que sobrada comiéndose los baches del maltratado asfalto de la urbe con total solvencia.

El amortiguador trasero resulta más blando, y aunque se agradece cuando la carretera es muy bacheada, lo cierto es que queda demasiado descompensado con los ajustes de la horquilla, de manera que se quede un poco más hundida de atrás y se vuelva algo más torpe en los giros. No obstante, tampoco es una moto de grandes prestaciones y no podemos hablar de sobreviraje a este ritmo.

Es igualmente difícil poner en aprietos los frenos, con un comportamiento correcto en cuanto a potencia y con buen tacto, ideal para aprender a dosificar a esos usuarios con menos pericia sobre las dos ruedas. MITT ha apostado por un sistema combinado, perfecto para ayudar al manejo y que no resulta nada intrusivo.

La TK 125 monta unos neumáticos mixtos con bastante taco fabricados en China por Manlung, cuyo agarre en tierra es bastante bueno y que no baja enteros en asfalto, siempre que el firme esté en perfecto estado. Hay que tener que prestar atención cuando hay agua o pintura en el asfalto, pues se nota que la adherencia se resiente.

El resultado de este conjunto tan correctamente armado en la parte ciclo es el de un vehículo bastante noble, que permite moverse con seguridad entre los coches, apoyado además por un ángulo de giro amplio y con un conjunto bastante estrecho.

Valoración y conclusión

La MITT TK 125 es una moto de carácter tranquilo enfocada a usuarios sin grandes pretensiones dinámicas, tanto en la ciudad como en áreas rurales, en donde se defiende bien en pistas de tierra sin demasiadas irregularidades. Se trata una montura idónea para usuarios que valoran más la sencillez  mecánica y el estilo que las prestaciones puras y duras.

No obstante, monta algunos componentes de calidad, como las suspensiones, que se convierten en su apartado más destacado junto con los frenos. Es una montura que si no se abusa de ella sometiéndola a un uso para lo que no ha sido diseñada, permite disfrutar de su conducción pausada y agradable.

Su ajustado precio y su estética atrevida son otros de los puntos a tener en cuenta, sobre todo si pensamos en un público joven que quiera inciarse en el segmento del trail.