Zontes ha llegado con mucha fuerza y ambición al mercado de 125 cc con marchas, planteando tres motos que cubren los segmentos más importantes. Por un lado tenemos la U125, una moto naked de estética radical, muy streetfighter. Por otro, la apuesta más trail, encarnada por la U1-125; y, por último, la moto que nos ocupa y que cubre el terreno de las motos desnudas de corte neo-retro.
Tras casi dos años en el mercado español, Zontes comienza a ser una marca mucho más conocida pero si no estás familiarizado con ella, lo siguiente te interesa; se trata de una firma muy joven que pertenece al grupo Tayo Motorcycle Technology, que diseña, desarrolla y fabrica en China. Lo cierto es que se va consolidando en un mercado tan exigente como el nuestro gracias a la combinación de interesantes ingredientes: diseños impactantes, amplia tecnología y equipamiento de serie, y lo más importante, unos precios muy competitivos. Y esta Zontes G1 125 es una muestra más de esta filosofía que subyace en todos los productos que hemos conocido hasta la fecha.
La jugada planteada hasta el momento ha sido crear dos bases y en torno a ellas diferentes estilos. Primero conocimos la saga 310 con la R-310, la T-310 y la X-310, y ahora la 125 que replica el mismo patrón, ya que todas ellas comparten motor, bastidor y prácticamente toda la parte ciclo, amén de la dotación general de la moto.
Scrambler de vanguardia
Al observar con calma esta Zontes G1 125 me resulta mucho más neo que retro. Realmente, no tiene nada de corte clásico, salvo una idea llamada scrambler tras su puesta en escena. Por eso luce unos neumáticos con dibujo de taco, un faro circular, intermitentes con rejilla protectora o espejos en la punta del manillar, pero echo en falta unas llantas de radios, ya que las empleadas chocan un poco con la idea de scrambler de vanguardia que pretende transmitir la moto, pues son las mismas que usa la naked deportiva de la marca. Pero su estética y ópticas LED impactan y eso es lo importante, ya que hay muchas 125 entre las que elegir y es fundamental aportar algo diferente y propio para despertar el interés del público.
Estamos ante una moto de buen porte, grande pero sin resultar aparatosa. Se anuncia un peso de 150 kg, lo que pone de manifiesto que no es una moto ligera. Las dimensiones prometen buena habitabilidad a personas de cualquier talla y eso es un punto interesante. De hecho, al subirme a ella noté que es un poco alta para mi 1,66 m, ya que el asiento está ubicado a 830 mm del suelo. Por cierto, es un asiento amplio tanto para el piloto como para el pasajero y cuenta con un diseño bastante especial gracias al empleo de una técnica de moldeado con tapizado integrado. Esto hace que dibuje formas como una pequeña joroba o respaldo perfectamente incorporadas en su diseño. La persona que va detrás cuenta con unas pequeñas hendiduras laterales donde agarrarse pero no son muy profundas.
Tiene un depósito de combustible espectacular de nada menos que 20 litros de capacidad, algo que nos va a posibilitar una gran autonomía, aunque la crítica va al tapón que al no contar con bisagra hace un poco engorrosa las labores de repostaje. El tanque de gasolina es capital en la filosofía estética de la moto, ya que es macizo en sus formas y junto al gran faro delantero de diseño forman un conjunto de mucho peso en la línea de la G1-125. De hecho, la óptima delantera transmite un aire sofisticado a más no poder, gracias a su guía de LED que dibuja toda la esfera y a las múltiples lámparas LED de su interior que proporcionan una muy buena iluminación nocturna.
Amplio equipamiento
La Zontes G1-125 rebosa buenos detalles estéticos y una buena dotación de fábrica. Hay un elemento que llama la atención y son las defensas delanteras junto a los topes anti-caída para proteger los laterales delanteros de la moto. Son de serie, están muy bien integradas y resultan algo sorprendentes en una moto que a pesar de sus guiños scrambler y ruedas de tacos, es muy urbana.
Su instrumentación es totalmente digital, de fácil lectura y con información suficiente, ya que tiene nivel de combustible, indicador de marcha engranada y reloj horario, entre otros datos. También tiene un testigo que informa del modo seleccionado del motor ya que cuenta con dos opciones: eco y sport.
Otro vistoso detalle son las piñas, de muy buen aspecto, como en todas las Zontes, y con retroiluminación en color rojo en los botones salvo en la intermitencia. Y las manetas de freno también brillan por dos razones, y es que aparte de ser regulables y aligeradas de peso al máximo, cuentan con protección, un elemento importado de la alta competición y apenas visto en motos de calle.
Todo en general transmite muy buena sensación a la vista y al tacto, y esto no es sencillo en una moto tan llamativa y cuyo precio supera por poco los 3.000 euros.
En marcha: motor y transmisión
Para contaros lo que ofrece en cuanto a mecánica y parte ciclo, mejor en marcha, ya que si por algo destacan los productos Zontes que he probado hasta la fecha, es por su buen rendimiento dinámico.
Y eso es posible gracias a que ofrecen elementos competentes en todos los apartados, así como unas mecánicas de concepción muy actual que destacan por su buen rendimiento. Por cierto, la posición de conducción es muy acogedora porque no fuerza en ningún momento las extremidades y, como ya había apuntado, goza de una buena habitabilidad.
Al arrancar el motor, despierta con suavidad, sin transmitir muchas vibraciones al ralentí. Estamos ante un bloque con culata de cuatro válvulas, doble árbol de levas, refrigeración líquida, alimentado mediante inyección electrónica Bosch y con una potencia muy cercana a los 15 CV (14,6 CV a 9.000 rpm). Llama la atención su relación de compresión más bien alta, de 12.5:1.
Como evidencian sus cifras, es un propulsor con estirada y en la parte alta tiene concentrada toda la potencia, ya que el par máximo de 13 Nm lo entrega a las 7.000 rpm. Por eso en los primeros metros percibimos un motor tranquilo en la respuesta, con buen tacto al gas, muy lineal y progresivo. El sonido que libera a través del corto escape agujereado en forma cónica es agradable porque resulta grave pero nada escandaloso.
Si queremos que el motor muestre su temperamento tenemos que estirar las marchas, llevando el régimen de giro más arriba para sentir como la potencia impulsa todo el conjunto. En el medio y alto régimen encontramos toda la salsa picante de este motor que con terreno despejado puede desarrollar velocidades puntas competentes para circular con solvencia por vías de circunvalación.
Es llamativo que la quinta marcha es la que más prestaciones te ofrece, ya que al cambiar a sexta ya no encontramos más empuje. Está claro que la última relación no está bien escalonada, pues es muy larga y no permite seguir aprovechando el empuje del motor. Por contra, con la moto lanzada cuesta abajo, veremos velocidades muy altas por encima de los 120 km/h hasta que lleguemos al corte de encendido a unas 9.500 vueltas.
Por cierto, los modos de motor "Eco" y "Sport", que se pueden modificar en la piña derecha, apenas marcas diferencia a la hora de la entrega de potencia. Sí, es más suave y perezosa la "Eco" pero en una moto de esta potencia es un elemento totalmente accesorio.
Un aspecto que debo comentar es el de los espejos retrovisores que cuentan con buena visión a pesar de su pequeño tamaño. Pero se regulan con facilidad para obtener una panorámica bastante clara de lo que sucede detrás. La pega son las vibraciones que llegan cuando el motor comienza a girar un poco alto de vueltas, ya que la visión se enturbia mucho, demasiado.
El embrague destaca porque cuenta con un asistente antibloqueo, todo un lujo de lo que pocas motos pueden presumir en la cilindrada. Y resulta muy competente, ya que lo probé varias veces y al bajar tres o cuatro marchas, la rueda no rechista sino que obtenemos un suave deslizamiento. Las marchas se engranan bien aunque el punto muerto da un poco guerra en ocasiones. Pero en general, el cambio trasmite buenas sensaciones.
En marcha: parte ciclo
La parte ciclo acompaña en todo momento, ya que la Zontes G1 125 es una moto estable y con reacciones muy ágiles. Su bastidor tubular, el vistoso basculante asimétrico al estilo KTM 125 Duke y las acertadas geometrías de dirección, son los grandes responsables. Sorprende con la facilidad que permite hacer los cambios de dirección y se apoya en unas suspensiones bastante eficaces, tanto delante como detrás. Eso sí, la horquilla invertida hace que el radio de giro sea limitado y esto va a condicionar los virajes a muy baja velocidad o en parado.
Dinámicamente es fácil e intuitiva gracia a ese manillar ancho que nos hace controlar muy bien la moto en todo momento y los 150 kg de peso no se notan en absoluto cuando vamos en marcha. Las suspensiones cuentan con el tarado apropiado para absorber los baches y las frenadas fuertes sin incomodarnos pero filtrándolas con efectividad para no perder la precisión en la conducción.
Los frenos tienen una puesta a punto muy lograda ya que permiten retener con decisión la Zontes G1 125 gracias a un disco delantero de gran diámetro (300 mm) y a una pinza convencional de doble pistón que funcionan muy bien. Y si tiene que entrar en acción el ABS de Bosch, lo hace con discreción, al límite de pérdida de adherencia pero con absoluta resolución.
Los neumáticos son importantes en estas sensaciones y estos CST, con taco ancho pero no muy profundo, no inspiran confianza a la vista, pero esto desaparece por la seriedad con la que trabajan en todo momento, en asfalto y en seco. No los hemos probado en otras circunstancias pero son una grata sorpresa.
Conclusión y valoración
Esta Zontes G1 125 deja muy buenas sensaciones a los mandos y también a la vista. Puede gustar más o menos su interpretación scrambler pero no hay duda de que es muy llamativa y original. Que no lleve llantas de radios, como en el prototipo, es un pecado.
Además está repleta de detalles, evidenciando una vez más el mimo que pone Zontes en cada producto que lanza. Todo está meticulosamente planteado y poco más se le puede pedir a una moto de 125 cc.
Cierto es que me esperaba un motor un poco más brioso pero el público al que va dirigido va a tener una moto competente en este aspecto. Los retrovisores sí son una pega un tanto incómoda ya que se enturbian a altos regímenes de giro del motor que es donde más a gusto va, porque es donde mejor rinde. Pero es algo que no se transmite ni a pies ni a manos, sino fruto de su ubicación porque tenemos una mecánica bastante fina en cuando a rumorosidad, vibraciones y consumo.
Y para el final dejo el precio que quizás es lo mejor de todo el conjunto: 3.195 €. No hay otra moto de semejante nivel de equipamiento en ese rango de dinero. Y si unimos esto al buen funcionamiento general de todo, tenemos la razón de porqué esta moto está teniendo tanto éxito. Se lo merece.
Equipamiento piloto
- Shoei NXR Philosopher
- Pantalón Racered Clypse
- Botas Tucano Urbano Marty
- Guantes Tucano Urbano Gig